Psicología

El problema de seguir asociando la belleza con la delgadez

Nos aleja de la realidad, nos vuelve vulnerables y disminuye la autoestima.

por Laura Bech
El problema de seguir asociando belleza con el peso

Una de las primeras personas en definir el concepto de belleza fue el filósofo Aristóteles. Su explicación era sencilla y podría aplicarse en la actualidad sin apenas tener que agregar una coma. “Bello es todo lo que es valioso por si mi mismo y es, a su vez, agradable” afirmó. La belleza exterior, podríamos decir, es un reflejo del interior. La salud es un rasgo de belleza, pero no la delgadez. 

La belleza no está relacionada con el peso, porque ser delgada o tener unos kilos de más, no tiene valor por si mismo. El valor puede residir en lo que te ha costado perder peso, en lo que te has esforzado y en lo metódica y constante que hayas sido y en el sacrificio que hayas hecho, pero no en los números que indique la báscula. 

La imagen que construímos en los niños

Desde los cuentos tradicionales hasta algunos dibujos animados, las figuras relacionadas con lo negativo o lo feo, generalmente se han identificados con el sobrepeso. La madrastra, los monstruos, el mal tiene siempre un volumen físico superior al bien. También sucede que la estereotipación de antiguas creencias sin fundamento se instalan en el inconsciente colectivo de una manera, al menos, peligrosa.

Que la persona gorda es buena y aquella extremadamente delgada es histérica todavía perduran en muchos juicios sociales. Retomando las palabras de Aristóteles, ni una ni otra condición tienen valor por si mismo. Por lo que asociar  belleza con kilos solo produce una confusión que si, no se corrige a tiempo, puede provocar desde baja autoestima y trastornos alimenticios hasta depresión. Estos conceptos encapsulados de manera subliminal ayudan a  fomentar una idea equivocada en los niños que, muy pocas veces, se analiza. 

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Las calorías no restan belleza

Un estilo de vida saludable y todo lo que puedas hacer para sentirte plena sí que aportan belleza, sin embargo, estar controlando de manera compulsiva las calorías que ingerimos nos acerca a una obsesión que no lleva a nada.

Existe una cultura al cuerpo y está asociada, muchas veces, también con la juventud. Como si el único modelo a seguir fuera físico. Un estudio realizado recientemente, refleja que, las mujeres solemos distinguir entre la belleza del rostro, la del físico y el peso. En cuanto a nuestro cuerpo, como tenemos un modelo estándar, casi siempre encontramos algún rasgo que nos hace sentir incómodas. Las caderas, la piel flácida de los brazos, la celulitis, si te pones a pensar, son más las condiciones a eliminar o mejorar de tu cuerpo, que aquellas que no necesitan ningún cambio. 

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Las personas bellas tienen sueldos más altos

¿Sabes como determinan muchas empresas el patrón de belleza? Por la relación entre peso y altura. Sí, algo así como el índice de masa corporal y se suele aplicar sin distinción de género. Se estima que, las personas que son consideradas bellas, ganan cerca de un 19 % más si son mujeres y un 23 % si son hombres. 

Conceptos como 'gordibuenas', 'el encanto de las mujeres curvys' y cualquier otra aclaración sobre el peso generan un criterio erróneo de belleza.  Que tan hermosas encontremos a las personas por su apariencia exterior es ponerle fecha de caducidad. 

Si la esperanza de vida cada vez es más alta y continuamos asociando belleza con juventud y delgadez corremos el riesgo de pasar más de la mitad de nuestra vida añorando aquello que no vamos a tener.  Si por el contrario, la belleza comienza a ser relacionada con la capacidad personal, con lo agradable, lo bueno, lo amable y lo gracioso, dejaremos de perseguir un ideal inalcanzable y obsoleto. 

¿Conoces a algún niño feo? Probablemente no, porque los niños tienen todas las condiciones para ser bellos sin importar su peso, las mismas que tenemos los adultos pero que hemos transformado con el paso de los años. Cuando la delgadez se vuelve sinónimo de belleza la felicidad está un poco más lejos, los complejos más cerca y la sensación de frustración se vuelve cotidiana.

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