¿Cómo es la recuperación?
Por suerte, la mayoría de estas lesiones mejoran con un tratamiento de reposo, aplicando frío en la zona afectada, colocando vendas elásticas de compresión e ingiriendo, en caso de ser necesario, medicamentos antiinflamatorios que reduzcan el dolor y la inflamación, aunque la fisioterapia y la rehabilitación son fundamentales.
Una vez haya desaparecido el dolor, es conveniente realizar estiramientos, así como ejercicios para fortalecer y proteger la musculatura isquiotibial. Además, no podemos olvidarnos de cuidar la alimentación, pues también juega un papel clave en este caso. Si el aporte de nutrientes falla o es deficiente, podría repercutir en la salud muscular y, por tanto, ser más propensos a sufrir lesiones. Por ello es importante controlar la procedencia de las calorías que se consumen, es decir, controlar de dónde viene la grasa que se ingiere y equilibrar el aporte de hidratos de carbono y proteínas.