Psicología

Cuando las vacaciones se convierten en una fuente de estrés: así es la era del turismo frenético

La ruta del viaje planificada al milímetro, el móvil con plena batería para hacer fotos y publicarlas, y el estrés por las nubes. Nuestra manera de viajar puede estar perjudicando nuestra salud. Te contamos por qué y cómo puedes remediar sus efectos.

Por Paula Martíns

¿Te has parado a pensar alguna vez por qué compartimos fotografías en redes sociales? Si has indagado en los motivos te habrás encontrado con que, una de las principales razones versa sobre nuestra necesidad de encajar en un grupo y la aceptación social. Puedes autoengañarte y pensar que lo haces porque te gusta tener recuerdos digitales, que es una manera de guardar las experiencias vividas o que lo haces para ti; pero lo cierto es que cada vez que compartes una imagen en alguna plataforma como Instagram o Facebook estás buscando, la mayoría de las veces de manera inconsciente, que alguien la vea. De hecho, hasta es probable que alguna vez te hayas dado cuenta de haber estado haciéndolo, sobre todo, a la hora de viajar.

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No es fácil admitirlo porque nos cuesta aceptar determinados patrones que pueden parecernos indicios de baja autoestima o debilidad, pero es muy común y un patrón muy recurrido, pensar en las fotografías que vamos a realizar de un viaje antes de emprender la aventura y en la posible repercusión que tendrán. Preparamos maletas pensando en la ropa que mejor nos sienta en lugar de la más adecuada para turistear, sentimos ansiedad si no logramos hacer una fotografía bonita durante alguna de nuestras visitas, y, en ocasiones, hasta fotografiamos la pantalla que señala el vuelo que estamos a punto de coger y la compartimos en redes sociales antes de subirnos al avión. Es un hecho: cuando estamos de vacaciones, como señala la profesora colaboradora de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la UOC, Sylvie Pérez, en un comunicado emitido por la institución, compartimos más fotografías para no quedarnos desplazados: “Si no ¿por qué se ven tantas fotos de pies en la playa en verano? Para demostrar a los demás que tú también estás de vacaciones y que también haces cosas".

Queremos estar y enseñar que estamos en todo

A pesar de que en los últimos años el Joy of Missing Out (“Placer de perderse algo”) conocido como JOMO está comenzando a instalarse en muchos jóvenes de la generación Z gracias a la toma de conciencia social que hay sobre la salud mental, todavía predomina el el Fear of Missing Out (“Temor a perderse algo”) o FOMO, así como su consecuencia, el  Fear of Exhibiting Nothing o FEOEN, el "miedo a no exhibir nada". Terminología aparte, que siempre estemos tratando de cuadrar horarios en nuestra agenda sin dejar espacio para el descanso tiene que ver con ese sentido de pertenencia del que hablábamos, una necesidad de querer dar a entender que podemos con todo y demostrar nuestros logros aunque por dentro nuestros niveles de ansiedad o estrés sean preocupantes

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Todo está pensado para ser publicado

"Aunque no se puede generalizar, siempre ha habido cierto ánimo exhibicionista en la práctica del turismo y los viajes. Los álbumes de fotos de los viajes y en especial los de los novios tenían ese propósito", cuenta Pablo Díaz en la misma nota, profesor de los Estudios de Economía y Empresa de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) y experto en turismo, quién también achaca el incremento de estos comportamientos a la inmersión tecnológica en la que nos encontramos: "Sin embargo, actualmente la tecnología y las redes sociales han multiplicado este efecto, y hay ciertos grupos de turistas que pueden sentir esta obligación de hacer cosas, viajar y darlas a conocer". 

Las empresas turísticas, como los hoteles o los restaurantes, saben que tenemos esta necesidad y se aprovechan de ella empleándola como estrategia de márketing, fomentando el turismo frenético. "Hay una oferta creciente de experiencias y una orientación de estas a impulsar que los propios clientes las promocionen en las redes sociales. Las empresas o los emprendedores turísticos están muy preocupados por su imagen en las redes, y por ello se adaptan en muchos casos a las demandas de los públicos", apunta el profesor e investigador del grupo NOUTUR. Piensa en ese restaurante donde desfilan modelos con bengalas y que has grabado con tu móvil, el hotel con Kissing Point o fotomatón, o esa manera de remover la pasta en ​​una rueda de queso delante de ti, en lugar de servirte el plato con el proceso ya hecho. 

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No debemos planificar tanto

Debido a esa búsqueda de la aceptación y las iniciativas que están llevando a cabo las compañías para ofrecernos experiencias dignas de Instagram, resulta difícil no planificar un viaje al detalle. Queremos estar en todo y cuesta descartar opciones, por lo que media hora de más en el hotel nos parece un desperdicio, por muy cansados que estemos. Sylvie Pérez lo explica:  "No desconectamos porque vivimos en un bucle de querer tenerlo todo controlado, también la planificación de las vacaciones, pero paradójicamente cuando más controlado lo tenemos, más estrés genera”.

¿La solución? La profesora de Psicología señala que en la improvisación puede estar la clave: "Lo que tendríamos que hacer durante las vacaciones es levantarnos y decidir si nos apetece hacer algo ese día, y en caso afirmativo, decidir en ese momento qué nos gustaría ver o qué actividad hacer”. Nada de sentirse mal por no seguir la ruta que inicialmente habíamos planificado, nadie debe preocuparse por hacer lo que realmente quiere y necesita. 

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Turismo de negación

De manera paralela a este turismo non stop está creciendo también el interés por el fenómeno contrario, como denomina Pablo Díaz, el nicho de negocio por negación: "Son aquellos que huyen de estas prácticas y buscan un turismo slow y desconectado". Poder ser parte de este grupo no es tarea fácil si eres de los que está acostumbrado a no parar, pero es posible hacerlo: "Si tienes un mes de vacaciones, quizás necesites dos o tres días para entender que entras en otro tipo de ritmo", apunta. Además, Sylvie Pérez también aconseja que, excepto la ida y la vuelta, solo se planifique lo que realmente haga mucha ilusión visitar: "Para el resto, aconsejaría autoobligarse a improvisar y gozar de esta improvisación". ¿Y si resulta muy difícil? Como dice Hannah Jane Parkinson en La alegría de las pequeñas cosas (Círculo de Tiza, 2022 ): “El modo avión debería abrir las alas y resguardamos a todos en ellas. Necesitamos cada vez más esa protección que otorga lo natural, la vida desconectados. Tenemos que aprender a vivir sin cables. Y no en una villa ibicenca donde no tengas aparatos tecnológicos, no; ha de ser a través de nuestra propia disciplina”.