¿Qué hacer frente a un ataque de pánico, una situación que ha padecido la cantante Tini Stoessel?

También se llaman crisis de angustia, y sus síntomas pueden llegar a confundirse, en los casos más severos, incluso con los de un infarto

Por Pilar Hernán

La legión de fans de la cantante argentina Tini Stoessel anda preocupada por ella, debido a que en alguno de sus conciertos, ha estado al borde de las lágrimas, teniendo casi que parar su actuación. "Hace tres semanas veía muy, muy lejano poder volver a subirme a un escenario y fue una meta que me puse en mi cabeza. Y poder estar acá es un gran logro y en gran parte también es gracias a ustedes por todo el amor que me brindan. Muchas gracias, de verdad, muchas gracias", confesaba de hecho muy emocionada ante el público en un reciente concierto en Barcelona

La artista ya explicaba recientemente en una entrevista con El País la complicada situación a la que se había enfrentado recientemente: "Hace tres semanas estuve en un proceso de tocar fondo. No me podía levantar de la cama. Tenía ataques de pánico, por diferentes razones, mías, personales", confesó. No es extraño que celebre con mucha emoción el hecho de volver a subirse a los escenarios.

No es la primera artista que padece un problema similar, pues es algo que le ha ocurrido, por ejemplo, a Jennifer Lopez, o a Alfred García, concursante de la edición de OT 2017, quien tuvo que ausentarse del plató por estar sufriéndolo. Y no es una situación agradable, pues sus síntomas pueden llegar a confundirse, en los casos más severos, incluso con los de un infarto. “El evento es tan repentino que se puede confundir con un ataque cardiaco", nos detallaba el doctor Antonio Cano, presidente de la Sociedad Española para el Estudio de la Ansiedad y el Estrés (SEAS).

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Estos son sus síntomas

Se trata de una circunstancia que aparece cuando la ansiedad da un paso más. “Los ataques de pánico, también conocidos como crisis de angustia, son un trastorno caracterizado por una respuesta de ansiedad desmedida de aparición brusca, que tiene como mínimo 4 síntomas simultáneos y agudos de excesiva activación (como pueden ser palpitaciones, sudoración, temblores, taquicardia, sensación de ahogo o de dificultad para respirar, miedo a perder el control o volverse loco o morir, etc.) y alcanza su pico máximo a los 10 minutos desde su aparición”, nos explica Soraya Bajat, jefa de servicio de Salud Mental en el Hospital Universitario Sanitas La Moraleja y Hospital Universitario Sanitas La Zarzuela.

Como decimos, se puede tener un episodio de ansiedad sin llegar a tener ese ataque de pánico. En ese caso, estaríamos ante una respuesta de activación elevada, que hace que la persona se encuentre con inquietud, nerviosismo, pensamientos intrusivos que generan miedo, preocupación y malestar y síntomas físicos de intensidad moderada. “Se diferencia del ataque de pánico principalmente es que es una reacción menos intensa pero más sostenida en el tiempo”, nos cuenta la doctora.

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¿Se puede prevenir?

Soraya Bajat explica que “si hacemos introspección y nos damos cuenta de que tenemos una forma de vivir el mundo y las cosas que nos ocurren desde el miedo, la preocupación, la anticipación permanente a un futuro incierto o inquietante, y actuamos para cambiar nuestra forma de concebir y concebirnos, podremos aprender a controlar la ansiedad y los pensamientos ansiógenos, de tal forma que es bastante improbable que nos dé un ataque de ansiedad”.

Eso sí, matiza que “si ya somos conscientes de que tenemos un nivel de ansiedad elevado, lo más adecuado es acudir a un profesional para que nos ayude, primero, porque con niveles de ansiedad uno no se encuentra emocionalmente bien, y, ya de paso, disminuir las probabilidades de aparición de un ataque de pánico en un futuro”.

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¿Hay personas más propensas a padecerlo?

La especialista sí que nos cuenta que las personalidades que podemos calificar como ansiosas son más proclives a poder tener un ataque de pánico en algún momento. “No obstante, es importante matizar, que el ataque de pánico asusta tanto porque no es esperable, suele aparecer en reposo (en momentos donde uno tiene poca activación) y la persona no lo identifica como un cuadro emocional, sino que lo vive como una respuesta orgánica que compromete su supervivencia (nunca más lejos de la realidad, porque el paciente tiene sensaciones y no dificultades reales como, por ejemplo, para respirar)”, detalla.

Al margen de esa vulnerabilidad, claro está, también influye la situación en la que nos encontramos. Esto es lo que hace que una persona sea poco propensa a experimentar ansiedad, pero en situaciones extremas puede experimentar un ataque de pánico.

“Como todos los problemas de salud mental, la ansiedad, en cualquiera de sus intensidades, tiene origen multifactorial. Existen factores de predisposición biológica, historia de aprendizaje de patrones emocionales, cognitivos y comportamentales que favorecen la ansiedad y el estilo de vida (consumo de tóxicos, estimulantes, etc.), entre otros”, apunta la doctora.

Cómo actuar cuando hay un ataque de pánico

“Lo más importante es identificar lo que nos está pasando como lo que es, un cuadro de ansiedad, y frenar todos los pensamientos que nos hacen creer que nos estamos muriendo o volviéndonos locos. Es muy importante ser consciente de que solo va a durar unos minutos y que se va a pasar solo”, comenta.

Y nos da algunos ejemplos de cómo abordar los síntomas:

  • Procurar controlar la respiración y no hiperventilar.
  • Visualizar un lugar que nos dé paz, intentando recordar la sensación que nos produce estar ahí.
  • Intentar distraerse y prestar atención a algo diferente a los síntomas que estamos experimentando (tratar de hablar con otra persona, etc.)

La importancia de la respiración

Como queda claro, la hiperventilación es uno de los síntomas del ataque de pánico y puede incrementar el miedo y la angustia. Es, precisamente, debido a que es el cuerpo el que toma el control de nuestra mente. "Hay que tratar de conectar lo más consciente que se pueda con la respiración para regular la activación e intentar modularla", señala al respecto el psicólogo Rafael San Román, de ifeel. ¿Qué debemos hacer?

  • Es ideal que la respiración sea más pausada y profunda. Ese es, sin duda, un buen comienzo.
  • Hay que centrarse en tomar una inspiración a través de la nariz, sentir como el aire llena lentamente todo el pecho y el vientre.
  • Entonces, exhala a través de la boca y siente como el aire sale de tu cuerpo.
  • Cuando inspires a través de la nariz cuenta hasta cuatro, mantén unos segundos la respiración contando hasta cuatro y exhala contando hasta seis.