¿Cómo llevar a la práctica el concepto de armonía de color?
Este primer paso para hacer más acogedor un ambiente tiene su aplicación práctica. Por ejemplo, "si se trata de un salón o dormitorio, podemos empezar por darle un tono clarito, beige, crema, o blanco, a las alfombras y cortinas. Eso nos va a permitir ser un espacio muy polivalente si los elementos decorativos nos apetece cambiarlos con tonos más vivos, quizá en verano, y tonos más intensos y tierra en invierno (¡que parece que nos darán más calor!)", explica detalladamente María Bermúdez.
A partir de ahí, se pueden destacar algunos elementos con aquel toque que veremos después en menor medida en los detalles: "una lámpara de sobremesa en rafia con un ribete en negro puede ser un complemento ideal, que nos ligará tanto con cojines de un tono u otro, o bien una base de cojines en el sofá de color apastelado, nos puede servir de fondo para completarlo con cojines más pequeños con rayas del mismo tono pero más subido", añade la interiorista. Se puede complementar con algún cojín de forma más particular y más saturado, o con un plaid de lino o gofrado de ese mismo tono pero más intenso. "De esa forma, te aseguras que, usando una misma paleta de color, repartirás en su justa medida tonos más pasteles, y guardarás los más intensos para elementos más concretos", remata. Como guinda al pastel, sitúa en la misma estancia, algún elemento como un jarrón, un puf o banqueta, ¡o elementos en paredes como marco o un tapiz que lleven ese tono, y tendrás la estancia redonda! Salón con ventanal y zona de estar junto a la chimenea, decorado por The Room Studio.
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