Quizá aún no nos planteemos empezar una dieta para adelgazar, puesto que en mitad de las vacaciones navideñas, es impensable limitar la ingesta de alimentos que nos apetecen. Sin embargo, sí podemos prestar más atención a lo que comemos e incluir productos que, sin que nos demos cuenta, nos ayudarán a perder peso. Este es, verdaderamente, el truco para librarte de esos kilos de más o no engordar: seleccionar los ingredientes más saludables y más saciantes para que no tengas hambre a todas horas.
"La saciedad es la sensación que tenemos cuando estamos totalmente satisfechos con lo que hemos comido, sin tener más deseo de comer ni necesidad de ingerir alimentos ya que se ha eliminado el hambre físico. Estos dos conceptos, hambre y saciedad, son distintos, pero van muy ligados y, sin duda, tanto el hambre como la saciedad están condicionados por el cerebro", nos explican las nutricionistas de Nutritienda.com Andrea Hernángomez y Andrea Báguena.
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¿Cómo funciona el sistema de saciedad?
Para entender bien la saciedad, debemos empezar aclarando que el hambre puede venir dada por distintos estímulos. Uno de ellos, quizá el más claro, es cuando bajan los niveles de glucosa en sangre: los receptores químicos detectan la falta de glucosa y envían una señal al cerebro produciendo la sensación de hambre. Es decir, es cuando el cuerpo nos pide su “combustible”. Pero también existen otros estímulos que pueden despertarla, como el olfato.
"Una vez entendido esta variedad de estímulos que pueden llevarnos a esa sensación de hambre podemos volver a la saciedad: sabemos que las 3 principales hormonas que dirigen todo el proceso que relaciona el hambre con la saciedad son la leptina, la ghrelina y el péptido YY", continúan las especialistas en nutrición y dietas.
De las tres, la ghrelina es la hormona del hambre, es decir "es la que nos predispone a comer y la que se activa con la hipoglucemia o con los estímulos antes mencionados. Seguida a ella debe actuar el péptido YY, generado por el tubo digestivo que es el inhibidor de la ghrelina, lo que consigue reducir su trabajo e inhibir el apetito". Con estas dos hormonas, nuestro apetito a corto plazo queda controlado. Por último, tanto el hipotálamo como los adipocitos segregan leptina para informar de que el cúmulo de grasa en el organismo se ha producido, de forma que, a largo plazo, la leptina ayuda al control de peso gracias a su función saciante.
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El 'hambre emocional' influye
"Con todo esto debemos darnos cuenta que el sistema de saciedad y de hambre es muy complejo y no solo depende de estas 3 hormonas, sino que también depende de numerosos estímulos derivados del tubo digestivo, como el sabor de los alimentos o el llenado o vaciado gástrico, o incluso organolépticos que potencian o no, el deseo de comer", apuntan. Por suerte para nosotros, este mecanismo complejo hace que podamos abordarlo de muchas formas distintas.
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