Mimetizado con el paisaje, el castillo de Predjama es como un nido de águila, ubicado ante un precipicio de 123 metros sobre el arroyo Lokva, al que merece la pena descender para observar la panorámica de la fortaleza encastrada en la roca. Su estampa también impresiona desde el caminito que acerca hasta sus puertas. Aquí, en la boca de la cueva y con la espalda protegida por la roca, fue levantado en el siglo XVI, aunque en este mismo lugar ya había una construcción anterior, de 1202.
Fue propiedad de los nobles del Patriarcado de Aquileia, luego los duques austriacos se adueñaron de él, más tarde un asedio hizo que fuera pasto de las llamas y serían los caballeros de Lienz los que volvieron a darle vida, lo que demuestra que, pese a su verticalidad y complicado acceso, que se antoja inexpugnable, no siempre pudo defenderse. Su actual fisonomía es obra del barón de von Cobenzl que, tras la cesión del archiduque de Austria, amplió su tamaño original y le dio ese estilo gótico centroeuropeo que luce.
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