Déjate abrazar por un cielo de farolillos mientras recorres las diferentes calles: será importante aprendértelas para orientarte, pues toda la feria se organiza, como si de una auténtica ciudad se tratara, con nombres y números. Comparte alguna jarra de rebujito, una botella de manzanilla o un buen plato de jamón con amigos en las casetas, pero no dejes de atreverte con el resto de la gastronomía más tradicional, que abarca desde las gambas cocidas a los choquitos fritos, los montaditos, las croquetas, la tortilla, las ortiguillas o la carrilada. No sabrás por qué, pero en la feria todo te sabrá mucho mejor. Y, por supuesto, ríe, charla y sé feliz siendo partícipe de una de las fiestas tradicionales más bonitas de España.
La ruta de tapas definitiva para saborear Sevilla
Si te quedan tiempo y ánimos, lánzate a plantarle cara al vértigo y pásate al caer la noche por la famosa Calle del Infierno: desde lo más alto de la noria contemplarás la feria como pocos lo logran hacer. Pero, eso sí, por nada del mundo te olvides de visitar antes de regresar a casa los puestos de buñuelos con chocolate. En torno a una plazoleta de casetas, y separadas por colores, varias familias se encargan de endulzar el fin de fiesta con el mejor de los festines. Solo quedará recobrar energías para repetir la jugada durante el resto de la semana.