PIEDRAHÍTA, EL LEGADO DE LA CASA DE ALBA
Su nombre va unido a la historia del ducado de Alba, tanto que aquí nació el mismísimo Fernando Álvarez de Toledo, el Gran Duque y hombre de confianza de Carlos I. La porticada plaza de España, donde se levanta la iglesia de la Asunción es el centro de la vida de esta villa con algunas casonas nobles, como la del poeta Gabriel y Galán. Pero, ningún monumento hace sombra al palacio ducal –hoy colegio público–, al que doña Cayetana, la primera duquesa de Alba, dotó de un interesante ambiente cultural. En sus jardines de aire francés, ahora parque municipal, un busto de Goya recuerda al pintor, que pasó un verano en Piedrahíta pintando retratos de la familia ducal y bocetos para tapices. Antes de despedirse de Piedrahíta hay que subir al puerto de Peñanegra, donde los aficionados al parapente se lanzan al vacío a merced de los vientos, para disfrutar de las panorámicas. Y por supuesto, saborear su gastronomía en restaurantes como Chivis, un clásico de la localidad.