A orillas del embalse del mismo nombre, aquel que lo hizo sumergirse y volver a renacer, este ‘nuevo’ pueblo no solo es postalero, es también el punto de partida para descubrir las maravillas naturales del Parque Regional de la Montaña de Riaño y Mamprode. Su historia, en la montaña oriental leonesa, cambió un 31 de diciembre de 1987, cuando este y otros 8 pueblos del entorno –Anciles, Salio, Huelde, Éscaro, La Puerta, Burón, Pedrosa del Rey, Riaño y Vegacerneja– quedaron anegados por las aguas del río Esla. Tocó reinventarse y hoy este trocito de la cordillera Cantábrica tiene mucho que ofrecer.
¿PLAZA O MUSEO?
En Riaño todo es nuevo, pero aún así, no se olvidan de su pasado, por eso, la céntrica plaza de Cimadevilla parece un museo al aire libre de otro tiempo. De un vistazo, vemos en ella un hórreo, un potro de herrar, un chozo de pastores, el campanil del concejo y las siluetas en acero de la fauna salvaje que habita en la montaña de Riaño. Historia también tiene la iglesia de Santa Águeda que la preside, con una espléndida portada románica y trasladada piedra a piedra desde Pedrosa del Rey, otro de los 9 pueblos que se tragó el embalse. Y más antiguas, las piezas que se exponen en el Museo Etnográfico, que se remontan incluso a la Prehistoria, junto a las que se contemplan escenas del modo de vida ancestral de la montaña: la escuela, los antiguos oficios, la mitología leonesa…
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