MAHÓN
De espíritu marinero, la capital de Menorca es una buena puerta de entrada a una isla magníficamente conservada, además de su motor cultural. Tiene menos de 30.000 habitantes y el puerto y la villa forman un todo. Entre ambos, la Costa de ses Voltes, una avenida escolatada por los jardines del parque Rochina. Dos mercados dotan de vitalidad el centro histórico: La Pescadería, mitad mercado tradicional de pescado, mitad mercado gastronómico, y el del Claustro, de productos autóctonos (ensaimadas, sobrasada, quesos...). Su puerto es uno de los más grandes del mundo y a la entrada se levanta la fortaleza de la Mola, con las vistas más bellas de la bahía. La iglesia de Santa María se eleva entre la plaza de la Conquista y la de la Constitución, donde está el ayuntamiento. Por las calles colindantes fluye la vida del Mahón más natural, que permite descubrir huellas del pasado inglés en los balcones acristalados de algunos edificios, entre los que hay que prestar atención al Teatro Principal (el más antiguo de España, de 1829) y a la casa-museo Can‘ Oliver.
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