No son, ciertamente, buenos tiempos para idear aventuras desenfrenadas. Pero sí para entornar la mirada y soñar con las pequeñas cosas. Una imagen que sobrecoge, una sensación de locura, un sabor que nos retrotrae a un momento de felicidad. He aquí unos cuantos placeres, asequibles y cercanos, que nos esperan muy pronto. Porque, como dijo Dylan Thomas: «La vida siempre te ofrece una segunda oportunidad: se llama mañana».
CONTEMPLAR LA ALHAMBRA DESDE EL SACROMONTE
Y dejar que los ojos se empapen con la silueta de esta joya amurallada bajo el marco blanco de Sierra Nevada, con la maraña de callejuelas del Albaicín, con el sube y baja de los patios perfumados, con el perfil moruno de Granada. Pocas panorámicas pueden resultar más reconfortantes que la que alcanza a La Alhambra en todo su esplendor, no desde el clásico mirador de San Nicolás (con demasiada gente) sino desde el Sacromonte, el barrio de las cuevas y el flamenco, la esencia gitana de la ciudad.
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