Dos metros de distancia. Esa es la medida mínima que debemos mantener para estar seguros en tiempos de pandemia. Algo que es fácil en estas playas, porque la más pequeña se extiende a lo largo de más de cuatro kilómetros de longitud. En ellas los paseos solitarios pueden ser interminables, los espacios para poner la toalla no se limitan y, además, puedes practicar deportes a tu aire, incluso montar a caballo por el arenal. Aquí cabemos todos y muy separados.
DOÑANA (HUELVA)
No solo de España, la playa de Doñana, con sus 28 kilómetros de longitud, está entre las más largas del mundo. Una extensa playa virgen, entre Matalascañas y la desembocadura del Guadalquivir, con dunas vivas que se desplazan desde la playa a la marisma movidas lentamente por los vientos del suroeste. Su continuación, la de Castilla, es también inmensamente extensa, alrededor de 20 kilómetros, pero es más salvaje, y la rodean acantilados formados por dunas. Solo llegar a ellas es un lujo, mucho más pasearlas o hacer una ruta a caballo al atardecer.