CROACIA

Islas Diábolicas, un lugar idílico donde recuperar la calma

Hvar es la isla más soleada del archipiélago croata. Un destino de moda en el que empaparse del glamour de sus ciudades medievales o admirar la belleza de sus campos de lavanda. Frente a ella se despliega un conjunto de islotes deshabitados, ideales para navegar en busca de intimidad y donde, además de ecos mitológicos, aguardan playas abrazadas por pinos y las aguas más cristalinas del país.

Por NOELIA FERREIRO

De las 1185 islas desperdigadas por el Adriático que tiene Croacia, Hvar presume de recibir del astro rey más horas que ninguna otra. Esta isla alargada y ondulante, dinámica y sofisticada, es la reina de la costa dálmata. El lugar donde la esencia mediterránea se filtra por el paisaje e impregna el carácter, la gastronomía y la pasión por la buena vida.

Al ambiente cool de sus noches debe el apodo de «la Ibiza de los Balcanes» y su condición de destino de moda no solo entre los jóvenes de Europa, también entre grandes magnates que vienen a atracar sus yates en el puerto o celebrities como Gwyneth Paltrow, Ashley Judd, Eva Longoria y el mismísimo Príncipe Harry, a quienes ha logrado conquistar. Incluso cuentan que Beyoncé rodó un videoclip en el marco de estos parajes y hasta bautizó a su hija con el nombre de una hiedra autóctona. Como gesto de agradecimiento por el detalle de la cantante, la niña fue distinguida con el título de Ciudadana de Honor.

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Glamour y excentricidades aparte, Hvar, a la que se accede desde Split, es una isla hermosa con un irreprochable encanto natural. Tapizada en su interior por espesos bosques de pinos, olivos y cipreses, y rematada por deslumbrantes calas de color esmeralda, su fisionomía alterna los bancales de viñedos escalonados con los inmensos campos perfumados de lavanda. Una flor, de la que en este territorio existen unas 30 subespecies, con la que se elaboran jabones, cremas y aceites esenciales que se venden en los mercadillos.

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LOS CASCOS HISTÓRICOS MÁS EXQUISITOS

En este entorno privilegiado se encuentran unos cuantos cascos históricos verdaderamente exquisitos. Está la ciudad de Stari Grad, en la costa norte, con un pausado aire marinero y playas poco concurridas. La ciudad más antigua de la isla de Hvar la fundaron los griegos en el siglo IV a. C. con el nombre de Pharos y entre sus lugares de interés se encuentra el palacio del poeta Petar Hektorovic y el monasterio dominico. La fértil llanura de Stari Grad, donde se cultivan, sobre todo, vides y olivos, además de reserva natural es Patrimonio de la Humanidad.

También Jelsa, en el este, con entrañables plazoletas donde degustar pescado fresco. Pero, sobre todo, está la capital, Hvar Grad, el lugar en el que todo pasa. Esta joya medieval con influencia veneciana es más bien un pintoresco puerto coronado por la fortaleza española, aupada a un cerro, desde donde la vista se desparrama sobre la villa y el mar. A la catedral de San Esteban, con su fabulosa fachada renacentista, al convento de los Franciscanos y al Teatro Antiguo, tal vez los monumentos más notables, se suman palacios góticos, calles peatonales de mármol y callejuelas de piedra que dan cobijo a restaurantes y bares donde explotan los decibelios.

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EN BARCO AL IDÍLICO ARCHIPIÉLAGO DE LAS PAKLENI

También Hvar esconde un lugar idílico donde recuperar la calma. A apenas unas millas de su bahía, un satélite de islotes deshabitados proporciona el refugio perfecto. Es el archipiélago de las Pakleni, cuyo nombre proviene de la paklina, una resina que contienen los árboles y que antaño se utilizaba para barnizar los barcos. Conocidas también como las Islas Diabólicas, dado que su orografía compone una especie de tridente, su aspecto evoca más el paraíso que la oscuridad del infierno. Bonitas playas abrazadas por bosques de pinos anteceden a las aguas más cristalinas de Croacia.

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A las Pakleni se llega en un taxi-boat o a bordo de una lancha alquilada en el puerto de Hvar. Porque no hace falta disponer de un permiso para navegar durante un día y bucear en las profundidades, tomar el sol en cubierta o detenerse a tomar un trago en alguno de los clubs de las playas. Todas las islas merecen la pena, pero son San Clemente, Marinkovac o Jerolim las que reciben más visitas por su cercanía.

Aunque hoy es una práctica opcional, estos atolones escondidos fueron los primeros de Europa en los que se permitió el nudismo. Y es que el erotismo acompaña a las Diabólicas desde sus propios orígenes. Cuenta la leyenda que aquí vivía la ninfa Dahmar, cuyos amoríos con Poseidón provocaban los celos de Zeus. Un buen día, el dios de los dioses interrumpió su pasión y provocó que la semilla de amor se desperdigara por el mar. Aquellas gotas se convirtieron entonces en estas islas maravillosas.

Y TAMBIÉN SPLIT

Como a Hvar se llega desde Split, merece la pena detenerse en la segunda ciudad del país, que es mucho más que la puerta de entrada a las islas de la región de Dalmacia. Encajada entre las montañas y el Adriático y considerado uno de los enclaves más bellos del Mediterráneo, su casco antiguo está formado por el incomparable Palacio de Diocleciano, declarado Patrimonio Mundial. A ello se suma un animado panorama de terrazas, una exquisita gastronomía y una hilera de playas estupendas emplazadas a los pies del monte Marjam. Todo ello lo convierte en un destino ideal para contagiarse de la esencia croata.

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MUY PRÁCTICO

La mejor manera para llegar a Hvar es volar a Split, la ciudad que es su punto de partida y conectada con aeropuertos españoles. Una vez en ella, hay que tomar un ferri o un catamarán para llegar a la isla en un trayecto de una hora. Si se lleva coche, el viaje habrá de hacerse en un transbordador que tarda algo más de dos horas

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EN LANCHA POR LAS ISLAS

Hvar es una isla pequeña por lo que es a pie como mejor se descubren sus rincones. No obstante, para desplazarse desde la capital a Stari Grad (en la costa norte) o a Jelsa (en el este), hay una línea de autobuses. Para ir a las Islas Pakleni existen taxi-boats que parten regularmente hacia las islas Jerolim y Stipanska y después siguen hasta Zdrilca y Palmizana. Mucho más divertido es alquilar en el puerto una pequeña lancha para pasar el día y moverse libremente. No hay que tener ningún título puesto que funciona con un pequeño motor que, tras una lección de 10 minutos, resulta muy fácil de manejar. El precio ronda los 80-100 € y permite llevar hasta cinco personas.

HOTELES RECOMENDADOS

Desparramado alrededor de una cala privada y con piscina, sauna y una bonita arquitectura mediterránea, el Amfora (suncanihvar.com) es uno de los mejores hoteles de Hvar y además uno de los mejor situados. Céntrico también (y a tiro de piedra de los bares y restaurantes) es Adriana (suncanihvar.com), en un edificio histórico restaurado. Quienes prefieran un alojamiento boutique se maravillarán con Villa Nora (villanora.eu), en un romántico palacio del siglo XIV.

DISFRUTAR DE LA COCINA CROATA

Puramente mediterránea y con marcada influencia italiana (sobre todo en la costa), la gastronomía croata es un festín para el paladar. A grandes rasgos, sus platos se basan en aceite de oliva, ajo, hierbas y excelente pecado. En Hvar, el mejor lugar para descubrir la cocina auténtica es Konoba Menego (menego.hr), con deliciosos platos típicos como la gregada (pescado guisado) o la ensalada de pulpo. Tradicional es también Dalmantino (dalmatino-hvar.com), con una buena oferta de pasta. Y para tomar el mejor café y picar algo ligero, la opción es Kava37 (kava37.com).