Descubriendo la península de Artá, una ruta por la Mallorca más 'slow'

Enmarcada por la playa de Son Serra de Marina, el Parque Natural de la Península de Llevant y las bonitas localidades de Artá y Capdepera, este territorio desvela la isla más auténtica donde su imperante ritmo lento envuelve naturaleza, tradiciones, arenales vírgenes y gastronomía.

Por ELENA ORTEGA

Son 68 kilómetros los que separan Artá de Palma. Suficientes para alejarse del turismo de masas y dejarse llevar por el ritmo relajado de este pedacito de paraíso enclavado en la comarca del Levante, al noreste de la isla. La sosegada península presume tímidamente de poseer 24 kilómetros de costa virgen, gran variedad de paisajes y yacimientos arqueológicos entre los que se encuentran los bien conservados poblados talayólicosde Claper des Gegants y Ses Païses. Este último, uno de los más importantes de las islas Gimnesias. Desarrollado en el primer milenio a. C., no fue descubierto hasta hace apenas 50 años. A 10 minutos en coche, el talayot escalonado de Pula descansa junto a los restos de otra construcción circular.

Lindando con la playa virgen de Son Serra de Marina, la necrópolis de Son Real casi parece bañarse en el Mediterráneo. El importante yacimiento, declarado monumento histórico, muestra el lugar donde se daba sepultura a las élites locales desde el siglo VII a. C. Para recorrer sus senderos existe la posibilidad de hacerlo en bicicleta (ibrentabike.com) o a pie.

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RESERVAS NATURALES, CUEVAS Y PLAYAS VÍRGENES

La zona costera está circundada por dos espacios tallados por la naturaleza: la reserva de S´Albufera, considerada el humedal más grande de las Baleares, y el Parque Natural de la Península de Llevant. Este último combina acantilados, torrentes, montaña, playas, bosques y cuevas. Paisajes kársticos de gran diversidad en los que habitan especies endémicas como el sapillo balear. Desde el parque trabajan en la recuperación de la llatra o palmito, una planta autóctona con la que se elaboran productos artesanales desde hace más de 250 años.

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El bien más preciado del parque es la playa de S´Arenalet des Verger, de las más vírgenes del archipiélago debido a su difícil acceso, pero a lo largo del litoral de Artá se suceden otros 25 fabulosos arenales, entre las que se encuentran algunas de las más bonitas de la isla. Además de Son Serra de Marina, destacan Cala Torta o Cala Agulla, rodeadas de un entorno salvaje. La turística cala Rajada cuenta con todo tipo de servicios junto a un enorme puerto pesquero. Pero hay otras muchas para tostarse al sol durante las largas jornadas del verano: cala Mesquida, cala de na Llòbriga, cala Moltó…

Las maravillas del noreste de Mallorca también se encuentran en sus profundidades, en cuevas como la de Artá, donde una estalagmita de 22 metros preside la imponente Sala de la Reina.

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POR LAS CALLES DE ARTÁ

Las callecitas y casas de piedra con coloridas ventanas de Artá le confieren su autenticidad mallorquina. Esa que nos devuelve a sus raíces, a su calma y al pleno deleite. En este pueblecito distinguido con el sello de calidad internacional Cittaslow –reconoce a aquellos destinos que apuestan por la calidad de vida–, sus placeres se disfrutan, por ejemplo, en los deliciosos restaurantes ubicados en el casco histórico, en cuyas cartas abundan los platos de la tierra, como el sobresaliente arroz de Forn Nou (fornnou-arta.com).

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Ninguna visita gastronómica está completa sin hacer una parada en Sa Gripia o en el coqueto Café Parisien. Aunque el nombre bohemio de este café nos traslade a la capital francesa, con su patio ajardinado y su cocina de mercado, no cabe duda de que estamos en el Mediterráneo.

Los martes, el tradicional mercado de Artá llena de colores y sabores las tranquilas calles del centro. Bolsos, cestas, capazos o sombreros trenzados con palmito se venden junto a productos de la cocina local como la sobrasada.

En la calle Antoni Blanes, el Museo de Sa Rondaia (artarta.es) está dedicado a la artesanía mallorquina y a los cuentos tradicionales de la isla transmitidos de generación en generación y conocidos como rondallas. En él se pueden contemplar a sus personajes fabricados en cartón piedra por el escultor local Pere Pujol. Hadas, demonios y brujas ocupan las habitaciones de una casa típica que acerca la vida y costumbres artanenses. A dos pasos del curioso museo se localiza la galería de Joan Peix, pintor y escultor abstracto que expone obras basadas en el paso del tiempo hechas con arenisca sobre tableros.

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Por encima de Artá, el cerro de San Salvador domina el pintoresco pueblo. En él se levanta el santuario fortificado homónimo, que acoge una talla románica de la Virgen. De estilo gótico es la iglesia de San Salvador, situada bajo el santuario.

Muy cerca, el castillo de Capdepera vigila desde una colina la península. En la costa, el faro de Capdepera guía a las embarcaciones que navegan por el canal que separa la isla de Menorca en su punto más estrecho.

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DÓNDE DORMIR EN LA PENÍNSULA DE ARTÁ

En el centro de Artá, Forn Nou (fornnou-arta.com) y Yartán Boutique Hotel (yartanboutiquehotel.com) son dos hotelitos boutique con poquitas habitaciones que miman a los clientes gracias a sus detalles y a sus plácidos espacios desplegados en las casas señoriales que ocupan.

Pleta de Mar o Can Simoneta, del Grupo Torre de Canyamel (torredecanyamel.com), son las lujosas opciones para descansar entre campos de cultivo y el mar, y disfrutar de instalaciones como un gimnasio al aire libre, piscinas a distintas temperaturas o spa. Además, ambos cuentan con magníficas propuestas de gastronomía mediterránea preparada en asador de leña, incluso dan el salto a México de la mano del chef David Moreno y el suculento menú que une su país de origen y España de una forma tan sabrosa como sorprendente.