NATURALEZA

De las hoces de Vegacervera a la cueva de Valporquero, nos vamos de ruta por León

La montaña central leonesa alberga algunos de los paisajes más bellos del norte de España, como la grandiosa cueva de Valporquero, que podemos descubrir en una visita tranquila o de aventura espeleológica. Unida a ella están las formaciones kársticas que rodean el pueblo de Vegacervera. Un planazo para ir de maravilla en maravilla.

Por Juan Manuel Bermejo

Conduciendo desde la capital leonesa hacia el norte, siguiendo siempre el cauce del río Torío, el paisaje cambia en pocos kilómetros, pasando de la suavidad de las vegas del cauce bajo a la verticalidad anunciada por el macizo rocoso que domina el horizonte. Estamos a solo 35 kilómetros de León, en la Reserva de la Biosfera de Los Argüellos, y la ruta promete.

HOCES DE VEGACERVERA

La carretera atraviesa sucesivos pueblos que comparten apellido, arquitectura tradicional y manzanos. A partir de Matallana el valle se cierra y comienzan las curvas. El armonioso pueblo de Vegacervera, centro de la delicia local, la cecina de chivo, ocupa la última planicie antes de que la carretera se adentre en un estrecho desfiladero en el que solo hay sitio para ella y para el río que baja rápido y limpio.

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Estamos en las hoces de Vegacervera, un sobrecogedor ejemplo de cómo un pequeño río de montaña es capaz de tallar su paso durante milenios en la piedra caliza, hasta crear paredes verticales de más de cien metros de altura. En los escasos apartaderos, los escaladores preparan sus equipos antes de acometer algunas de las múltiples vías que están entre las más populares de la provincia.

CUEVA DE VALPORQUERO

En apenas un kilómetro, las hoces se desvanecen y, una vez pasado el Calero de Felmín, un horno tradicional de cal, se toma la desviación hacia Valporquero. La importante subida repleta de curvas hace pensar que la cueva del mismo nombre es una entidad aislada de las hoces. Nada más lejos de la realidad.

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Valporquero, a 1370 metros de altitud, es un pequeño pueblo de montaña sin población permanente y que suele quedar aislado en invierno. Vale la pena acercarse al mirador de la Atalaya, con espléndidas vistas sobre los valles de los alrededores, antes de retomar el camino que vuelve a bajar a la sima dónde se sitúa la cueva.

Con casi 5 kilómetros de longitud divididos en dos niveles, Valporquero era conocida por los lugareños desde hace al menos 300 años, pero nunca fue habitada. Tras ser explorada por espeleólogos en los años cuarenta del pasado siglo, se abrió al público hace ya 55 años.

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Los recorridos por la cueva, siempre guiados (cuevadevalporquero.es), pueden ser cortos (6 €), largos (8,50 €) o insólitos (18 €), siendo estos últimos los más recomendables puesto que en sus 2,4 kilómetros de recorrido, ida y vuelta, alcanzan la parte más profunda y espectacular de la cueva. A lo largo del ameno recorrido, las explicaciones se centran en los aspectos geológicos y de conservación, aunque también se le sacan parecidos más o menos razonables de las formaciones calcáreas, como La Virgen con el Niño o el Fantasma, símbolo oficioso de la cueva.

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Por las dimensiones de sus espacios, esta cueva en una de las más grandes de las visitables en España, y la belleza y variedad de sus formaciones se admiran especialmente en salas como la Gran Rotonda, de 20 metros de altura y media hectárea de superficie, o la Gran Vía, un colosal y largo pasillo que conduce a la Sala de las Maravillas. Este es el sancta sanctorum de Valporquero, con miles de estalactitas y estalagmitas. Entre medias, la de las Hadas logra su magia gracias a la bruma creada por el río que, en primavera y otoño, surca la cueva, y se precipita al nivel inferior con gran estruendo.

AVENTURA ESPELEOLÓGICA

Además de la visita turística, Valporquero puede disfrutarse también en clave de aventura espeleológica. Acompañados por guías expertos, el recorrido discurre por el nivel inferior y sigue el curso del río subterráneo a través de cascadas y lagos que desembocan a través de dos saltos espectaculares en las mismísimas Hoces de Vegacervera. La ofrecen empresas como Guheko (guheko.com) o Naturocio (naturocio.net). No es necesaria experiencia previa, pero si una forma física razonable, tener más de 14 años y, sobre todo, saber a lo qué se va. El recorrido, de unas cuatro horas, incluye rápeles en cascadas, saltos, toboganes, cruce de lagos a nado y un sifón a la salida de la cueva.

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TIENES QUE SABER

La cueva se cierra entre diciembre y marzo según la climatología por lo que es mejor consultar los horarios de apertura en cuevadevalporquero.es

Independientemente de la época de la visita, la temperatura de la cueva permanece constante en los siete grados con un 95% de humedad, por lo que es fundamental llevar ropa de abrigo y calzado adecuado.

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DESCANSAR Y COMER

Después de adentrarse en las cuevas, ningún descanso mejor que las acogedoras y cuidadas habitaciones de El Molino de la Ropería (elmolinodelaroperia.es), en Matallana de Torío, con vistas al río y con un buen restaurante en el que saborear platos tradicionales, como el chivo de Vegacervera. También se puede consultar en la página web de la asociación Cuatro Valles (cuatrovalles.es) las casas rurales del entorno. Otro lugar para comer, en la carretera de paso hacia las hoces de Vegacervera es el restaurante Las Rocas (tel. 987 59 10 09), donde probar la cocina de la zona con buen producto, como el cocido con cecina de chivo.