DE TAPAS

Cómo comerse Granada en 8 paradas gastro

Una ruta para explorar el lado más 'foodie' de la ciudad de la tapa por excelencia. Ya sea en su histórico barrio del Albaicín, en El Realejo o junto a su imponente catedral, siempre existe un bar en el que reponer fuerzas con un buen bocado.

Por CRISTINA FERNÁNDEZ

Que la belleza de Granada supera todas las expectativas es obvio desde el mismo instante en el que se ponen los pies en ella. Pero la ciudad de la Alhambra, la de las callejuelas enredadas del Albaicín, no solo atrapa por su rico patrimonio o su historia, también lo hace gracias a su gastronomía. Porque más allá del fotografiado mirador de San Nicolás o de su hermoso Paseo de los Tristes, están también sus afamadas tapas, esos bocados gratuitos que acompañan al merecido refrigerio entre visita y visita.

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La inmensa oferta de bares en una ciudad cuyos habitantes gustan de vivir de puertas afuera de sus casas no lo pone fácil, lo normal será querer probarlos todos. Nuestra particular ruta puede comenzar en el número 5 de la calle Hermosa, donde se encuentra una de las tabernas más especiales de Granada: Casa Julio, que abrió sus puertas en 1945 y las volverá a abrir en breve. Un antiguo azulejo en una de sus paredes, donde cuelgan también cuadros costumbristas y añejas botellas de vino, anuncia nada más llegar lo que ya intuíamos: «Típica taberna granaína». Tal es su fama –y tan pequeño su espacio– que hacer cola en ella es casi un ritual. Una vez logrado el objetivo, será hora de disfrutar de sus delicias, especialmente del pescaíto frito, que viene servido en cantidades generosas. Eso sí, también hay que probar sus exquisitas berenjenas fritas. Si no se quiere esperar, una opción es pasar por el recién estrenado restaurante de la plaza Bib-Rambla, con más tapas, más raciones y más vinos con los que brindar.

LA FAMOSA «CALICASA»

No muy lejos, en la vecina calle Elvira, alcanzamos otro de los clásicos granaínos: Bodegas Castañeda (casacastaneda.com), que si lleva más de un siglo alimentando los paladares de forasteros y autóctonos por algo será. Nada más atravesar sus puertas envuelve su ambiente de taberna de toda la vida: algunos toques taurinos por allí, un cuadro flamenco por allá... Apoyados en una de sus mesas de madera o en su pequeña terraza, tocará atreverse con su vermú casero o con su famosa «calicasa», una mezcla de varios vinos que seduce con su exquisito sabor. De regalo, probablemente tengan a bien deleitar con algunas chacinas, patés o incluso ahumados, aunque será el guiso del día el que termine de conquistar.

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Y lo hará igual o más que La Antigualla II (Elvira, 22), otro de los negocios míticos de la ciudad. Aquí lo que sorprende es su peculiar decoración de estilo medieval. Eso, y su ubicación, a dos pasos de la catedral de Granada, donde están enterrados los Reyes Católicos. Entre sus ricas –y enormes– propuestas están las hamburguesas, las roscas y los bocadillos. La calidad suele ir en aumento según se van añadiendo rondas, algo que gusta y atrae, sobre todo, a un público joven.

CREATIVIDAD Y FUSIÓN

Si lo que apetece, sin embargo, es algo más exótico, Granada también lo pone fácil, por ejemplo, con la siguiente parada: Foodies, en el 18 de la calle Sócrates, la alternativa para esos comensales que buscan la novedad. Su chef, José Antonio López Haro, deja su sello impreso en cada una de las recetas que prepara, inspiradas en su mayoría en platos asiáticos. Creatividad, fusión y buen hacer tras unos fogones en los que se elaboran tapas tan apetecibles como innovadoras. «Camarón vive», unos camarones en salsa de curry con leche de coco y arroz jazmín, o «Madrid Fusión», un rico bocadillo de calamares fritos en tempura, son solo dos de sus originales propuestas.

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La cosa se pone seria cuando hacemos parada en Los Manueles (losmanueles.es) de la plaza Bib Rambla, uno de los cuatro restaurantes que este negocio familiar nacido en 1917 tiene repartidos por el corazón de la ciudad. En su cocina se combinan los platos tradicionales de Andalucía con aquellos con sabor a Granada en una carta en la que no falta ni un detalle para hacer de la visita un festín. Hay que tener cuidado con las cantidades, pues las tapas que acompañan a cada bebida son abundantes y todo un éxito entre los clientes. En este caso la felicidad llegará en forma de migas, arroces, croquetas, albóndigas...

Algo más al sur, sin salir del centro, se alcanza la calle de las tapas por excelencia: Navas, una estrecha vía peatonal donde se suceden los bares y restaurantes. Allí abrió sus puertas en 1945 el más antiguo de los cinco locales de Los Diamantes (barlosdiamantes.com), posiblemente el lugar de tapeo más famoso de Granada. ¿El motivo? Muy sencillo: sus frituras de pescado –quien dice pescado, dice también unos champiñones salteados o unas gambas cocidas–. Tanto el género como la elaboración son absolutamente deliciosos.

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POR EL BARRIO DEL REALEJO

Nuestro periplo en busca de las mejores tapas va llegando a su fin, pero antes, una incursión en las entrañas de Taberna La Tana (labotilleriagranada.es), donde no solo este regalo gastronómico tiene protagonismo, también sus vinos. ¿Y qué mejor que una combinación de ambos? Deberemos alejarnos unos minutos del centro y adentrarnos en el barrio de El Realejo, porque allí, en un pequeño local en el que tienen cabida casi 500 referencias de caldos diferentes, tocará dejarse aconsejar por Jesús González, propietario, cocinero y sumiller. De acompañamiento, como siempre, buen producto granadino: del jamón cortado a cuchillo a la melva canutera con pimientos asados o su exitoso salmorejo con sardinas en salazón. Para chuparse los dedos.

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El fin a la gesta gastronómica llega en el barrio más adorado de todos los de la ciudad: el Albaicín. Entre retorcidas callejuelas de adoquines y paredes encaladas se halla El Picoteo (casatorcuato.com), un coqueto bar de tapas donde tradición y vanguardia se dan la mano. Pertenece a los mismos propietarios de Casa Torcuato, uno de los restaurantes insignes del histórico barrio de Granada, y es la parada perfecta para retomar fuerzas tras explorar sus rincones más pintorescos.

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Cuentan tanto con terraza como con patio interior para disfrutar de originales bocados como el falso risotto de pulpo y gambas, el hummus o el peculiar Huevo del Rey Midas. ¿De postre? Un paseo hasta el mirador de San Nicolás con un objetivo claro: disfrutar de las deseadas vistas de la Alhambra al otro lado del Darro. Allí llegará el momento de despedirse de Granada. Eso sí, con el mejor sabor de boca.

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