Alcañiz, un pueblo monumental a la vista y sorprendente bajo tierra

La capital del Bajo Aragón, que mañana visita el rey Felipe VI, tiene mucho que ver. A la luz del día, un recinto renacentista monumental en torno a la plaza de España. Debajo, una red de galerías que se ramifica para componer otra ciudad subterránea.

Por hola.com

El rey ya estuvo en 2012 en la capital bajoaragonesa cuando era príncipe de Asturias. Ahora regresa para la clausura del 50 aniversario de la Universidad Nacional de Educación a Distancia y su visita comenzará por la plaza de España, el punto de partida obligado para cualquier recorrido por este pueblo aragonés. Enmarcada por magníficas construcciones levantadas en los siglos XVI y XVII, el de mayor prosperidad económica de la localidad, está presidida por el edificio renacentista del ayuntamiento, el más notable de la comarca, con su alero de madera tallada. Junto a él se encuentra la lonja gótica, ese soportal porticado que se repite en otros muchos ayuntamientos de la provincia.

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También asomada a la plaza está la ex colegiata barroca de Santa María la Mayor, con su soberbia torre, joya sentimental de los alcañizanos, pues cuentan que la obra tardó casi 50 años en rematarse y que todos los vecinos, de una u otra manera, colaboraron en los trabajos. Más allá se encuentra la antigua iglesia de Santa Lucía, reconvertida en el centro de arte Atrium, por el que también pasará Felipe VI para admirar las instalaciones de videoarte inauguradas para el aniversario de la UNED.

Como buena ciudad medieval, Alcañiz también tiene un castillo. Le llaman de los Calatravos, por la orden de monjes-guerreros de Calatrava, que lo ocupó en sus orígenes. Lo que quedó de él tras siglos de guerras y saqueos se ha reconvertido ahora en Parador de Turismo. Es justo detrás de él donde encontramos la sorpresa que guarda la capilla y la torre del homenaje de la fortaleza primitiva. Pues sus paredes conservan aún parte de las pinturas murales que solían cubrir estos edificios. Pinturas de un excepcional valor sobre la vida monástica, militar y social de otros tiempos.

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LA CIUDAD SUBTERRÁNEA

Para descubrir la ciudad bajo tierra hay que regresar a la plaza de España, pues desde la oficina de turismo (alcaniz.es) se accede a esa red de pasadizos subterráneos excavados desde tiempos de los árabes en el subsuelo de Alcañiz. La vieja leyenda de túneles que unen el castillo con la iglesia y el extrarradio, muy común en todos los pueblos españoles de origen medieval, se hizo aquí realidad.

Por extraño que parezca, y aunque casi cada casa del casco viejo cuenta con un pequeño almacén o bodega excavado en el subsuelo, nadie podía imaginar que todos esos huecos se comunicaban hasta formar un laberinto kilométrico usado como almacén, bodega, lugar de reuniones clandestinas y también como refugio desde hace cientos de años. 

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La parte más atractiva del recorrido guiado es la nevería, especie de frigorífico del siglo XVI de unos 20 metros de longitud donde se almacenaba la nieve en invierno para ser consumida después durante todo el año. La visita a esta nevera forma parte de la ruta Las Bóvedas del Frío (visitbajoaragon.com/es/rutas/moteras/12-ruta-las-bovedas-del-frio), un bello recorrido por estas sorprendentes construcciones de los siglos XVI y XVII en el Bajo Aragón, que discurre por localidades como Valdealgorfa o Calanda, entre otras.

La longitud y el trazado de los pasadizos de Alcañíz es aún un misterio. Puede haber kilómetros. De momento, apenas se han explorado un par de centenares de metros. Suficientes, sin embargo, para comprobar que la red subterránea une los sitios más insospechados del pueblo.

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DÓNDE COMER Y DORMIR EN ALCAÑIZ

En Empeltre (empeltrerestaurante.es), que apuesta por la gastronomía bajoaragonesa y donde prima el producto de calidad, la innovación y la atención esmerada. Exquisito menú degustación. También en Gastrobar Micelios (gastrobarmicelios.com), que apuesta por una carta sorprendente mezcla de cocina de toda la vida, con vanguardia y toques de autor. Y en el restaurante del Parador de Alcañiz (parador.es), que ocupa el castillo de los Calatravos, en el que se puede disfrutar de la selecta cocina aragonesa. Desde sus estancias se domina el paisaje del Bajo Aragón turolense. Un buen lugar para dormir también es Villa Monter (hotelvillamonter.com), una antigua casa de labranza convertida en un hotel luminoso y de agradables estancias.