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Cáceres, la ciudad bimilenaria, en 10 imprescindibles (alguno muy moderno)

Fundada por los romanos, la vieja Cáceres es un laberinto de callejuelas comprimidas entre palacios renacentistas, Patrimonio de la Humanidad y escenario de Juego de tronos. Pero también es un lugar de cocina innovadora y de museos que no desentonarían en Barcelona o Nueva York, incluido uno para forofos del Mac. Aquí damos 10 pistas para sacarle el jugo a esta ciudad tan antigua y tan moderna. 

by ANDRÉS CAMPOS

RESTAURANTE ATRIO: UN DÍA ES UN DÍA

Por fuera, es una casa de piedra como todas las de la ciudad vieja. Por dentro, en cambio, Atrio (restauranteatrio.com) es un palacio del siglo XXI, obra de los arquitectos Tuñón y Mansilla, donde Toño Pérez y José Polo deslumbran con sus creaciones de alta vanguardia gastronómica. No es un restaurante para ir todos los días (el menú degustación cuesta 139 euros), pero tampoco se viene a Cáceres todos los días. Antes de probar la sofisticada cocina, hay que admirar la soberbia bodega circular, templo de vinos insólitos e impagables, y escuchar la asombrosa historia del Château d’Yquem de 1806. Atrio también es un exquisito hotel, donde se duerme entre sábanas de Frette.

ALJIBE HISPANO-ÁRABE

El Museo de Cáceres (museodecaceres.juntaex.es) ocupa un palacio y unas caballerizas que se levantaron en su día sobre el solar de la desaparecida alcazaba musulmana. Es por eso que, justo debajo, hay un aljibe hispano-árabe, de los siglos X y XI, que es uno de los más grandes de su época y de los mejor conservados. Este depósito de 10 metros de longitud, 14 de anchura y 6 de altura, con cinco naves cubiertas con bóvedas de cañón y sostenidas por 12 columnas de piedra y 16 arcos de herradura, sigue almacenando mil años después la lluvia que cae en el patio renacentista que hay encima. El agua quieta, las columnas y los arcos, iluminados por la luz dorada que se derrama desde el cénit, componen la foto más bella y misteriosa de Cáceres. Y es gratis.

MUSEO APPLE

Lo lógico, lo que sería de esperar, es que este museo estuviera en el Apple Campus de Cupertino, California. Lo insólito, y lo que lo hace más divertido, es que está en la céntrica plaza de San Juan, una de las entradas del casco histórico de Cáceres, donde hasta hace poco los nobles escribían y hacían sus cuentas con una pluma de ganso. En él pueden verse más de 140 ordenadores, incluido el legendario Apple Lisa de 1983, el primero personal con interfaz gráfica y ratón. Y no solo de la marca de la manzana: también modelos míticos de IBM, Amstrad, Commodore, Spectrum, Toshiba, Secoinsa… Verse y manejarse: los padres lloran de nostalgia al volver a usar la aplicación Microsoft Word 1.0 en un Macintosh 128K y sus hijos de risa al descubrir los videojuegos de los años 70 y 80. Para los más frikis (más todavía), el Museo Apple (museoapple.com) ofrece la posibilidad de comprar videoconsolas retro y USB raros.

LA COLECCIÓN DE HELGA

Otro museo que choca encontrar en esta antiquísima ciudad es el Centro de Artes Visuales Helga de Alvear (fundacionhelgadealvear.es), que alberga la colección privada de arte contemporáneo más importante de España, con más de 2.500 obras de creadores nacionales e internacionales. En este palacete ecléctico acondicionado por Tuñón y Mansilla pueden verse obras de Dan Flavin, Louise Bourgeois, Smithson, Matta-Clark o Jeff Wall, entre otros artistas que casi no se encuentran en ninguna otra colección pública española. Como el arte contemporáneo espanta al vulgo, este es uno de los lugares más solitarios de Cáceres, donde más tranquilo se está. Y la entrada es gratuita.

ARCO DE LA ESTRELLA

Cáceres está a 300 kilómetros del mar, pero en el tercer capítulo de la séptima temporada de Juego de tronos es Desembarco del Rey, la ribereña capital de Poniente, donde entra triunfalmente Euron Greyjoy con sus prisioneras. Durante el desfile, Euron y compañía atraviesan el monumental arco de la Estrella, que ha sido la puerta principal del recinto amurallado de Cáceres desde el siglo XV, la misma ante la que juraron los Reyes Católicos los fueros y privilegios de la ciudad. Su curiosa forma oblicua (esviaje, en la jerga arquitectónica) se debe a una remodelación efectuada en 1726 por encargo del noble Bernardino de Carvajal Moctezuma, que tenía un palacio muy cerca, a mano izquierda según se entra, y deseaba poder girar holgadamente con sus carruajes al pasar por ella. Si hay un selfie obligado en Cáceres, es con este famoso arco detrás.

CONCATEDRAL DE SANTA MARÍA

También aparece en Juego de tronos la plaza de Santa María, que es el centro del centro histórico, donde los romanos tenían su foro. Aquí, entre otros edificios de los siglos XV y XVI, se alza la concatedral de Santa María, la iglesia principal de la ciudad. En el poyo de piedra de la portada se reunía antiguamente el concejo. Eran tiempos más simples, pero seguramente más juiciosos, en que todos los concejales de una ciudad cabían en un banquito. Muchos de los que pasan por la plaza se acercan a tocarle los pies a la escultura de bronce de San Pedro de Alcántara que hay en la esquina del templo. Dicen que trae suerte. Por eso el santo tiene los ‘pinreles’ tan brillantes, como de oro. Vale la pena subir a la torre para ver la ciudad vieja como la ven las cigüeñas.

DULCES CONVENTUALES

Comer dulces industriales en Cáceres es, además de insano, un pecado, habiendo varios conventos que los hacen como Dios manda y sobreviven gracias a ello. Alfajores, tocino de cielo, trufas, milanesas, nevaditos… son algunas de las especialidades que elaboran amorosamente las monjas de clausura de los conventos de las Jerónimas (Olmos, 6) y Santa Clara (plaza de Santa Clara, 1). Pero el torno que más vueltas da, con diferencia, es el de San Pablo (plaza de San Mateo, 2), un convento famoso entre los dulceros por sus yemas, sus palmeras de hojaldre y sus típicas perrunillas extremeñas.

LOS BARRUECOS: ROCAS, CIGÜEÑAS Y ARTE

En Malpartida de Cáceres, a solo 14 kilómetros de la capital, se encuentran Los Barruecos, un paraje alucinante declarado monumento natural, con grandes masas de granito redondeadas por la erosión, charcas que duplican el paisaje y cigüeñas que anidan sobre las peñas formando una de las mayores colonias de Europa. En la orilla de una de las charcas, un antiguo lavadero de lanas aloja el extraordinario Museo Vostell (museovostell.org), creado en 1976 por Wolf Vostell, pintor, escultor, pionero de la instalación y el videoarte y una de las figuras destacadas del movimiento Fluxus.

SEMANA SANTA REAL O VIRTUAL

Si se puede visitar Cáceres en Semana Santa, genial, porque las fiestas que aquí se celebran, con nueve días de procesiones por el casco antiguo, están declaradas de interés turístico internacional. Pero si no se puede, tampoco pasa nada, porque en la cripta de la iglesia de San Francisco Javier se encuentra el Centro de Divulgación de la Semana Santa Cacereña (tel. 927 25 57 65), un museo interactivo donde podemos oír cómo suenan las procesiones, saber a qué huele la fiesta, probarnos un capirote y sentirnos como hermanos de carga, participando en la experiencia de levantar un paso a hombros.

WOMAD PARA TODOS LOS PÚBLICOS

Todos los años, desde 1992, Cáceres celebra el WOMAD (granteatrocc.com/womad), que es un festival de músicas y danzas del mundo que gusta mucho a los papás, sí, pero también un no parar de talleres infantiles, desfiles, mercados de artesanos y puestos de comidas exóticas que vuelven locos a los chavales. Todo ello, en las calles, plazas y escenarios al aire libre de la ciudad vieja, del 10 al 13 de mayo. Si lo que apetece es pasear tranquilamente por el casco monumental, estas no son buenas fechas, porque el Womad atrajo en 2017 a más de 150.000 espectadores y este año se esperan aún más. 

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