Date un (delicioso) gustazo: saborea Costa Daurada desde el plato

¿Quieres saborear un pedazo de paisaje, de tradición y de biorritmos mediterráneos en un solo bocado? Te hemos preparado un viaje en el que el olfato y el paladar serán tus mejores guías. Una generación de cocineros románticos, apasionados de su territorio y de los productos de calidad serán los cicerones de esta escapada gastro para no olvidar. ¡Buen provecho!

by DAVID REVELLES

Pero, ¿por dónde empezar este viaje? La comarca del Alt Camp, cuna de una de las manifestaciones culturales catalanas más populares en el mundo como son los castells, torres humanas de gran belleza que se elevan al cielo, es un punto de partida inmejorable. La razón es que aquí podrás hacer tu primera inmersión en el paisaje y el patrimonio gastronómico más genuino de Costa Daurada de la mano de los chefs Xavi Fabra y Mercè Cabestany, los artífices del icono slow food en la región: el restaurante Quinta Forca (quintaforca.cat).

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Situado a un paso de una de las ‘catedrales del vino’ más bellas de la comarca, la bodega modernista de Nulles y rodeado de un mar de viñas, atravesar el camino de tierra que lleva al llogarret de Casafort donde se encuentra el restaurante es toda una declaración de intenciones. Cocina enraizada al paisaje, sabores con personalidad. En el portal, bajo una cascada de jazmín y el eco de las golondrinas resonando en la plaza empedrada de la pedanía, Xavi y Mercè decodifican su cocina y su forma de entender la gastronomía. “No tenemos carta, son la Naturaleza y la temporalidad las que definen nuestros dos menús, el Tast Forca para el mediodía (15 platos) y el Tast ForcaNit (10 platos)”, explica Xavi, quien eleva a los altares los proveedores del terruño que le brindan los mimbres para su cocina.

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Porque detrás de cada delicioso bocado servido en sus manteles hay una historia, un retazo de tierra y un nombre propio: las verduras ecológicas del Dedi, de Mas Cortadas, el pan recién hecho en el horno de Nulles, los huevos del centenar de gallinas de la Iolanda, que corretean y comen libres en la masía de la Cabrera… Sin olvidar los rituales que se disfrutan en el restaurante y que forman parte de los biorritmos sosegados que aún reinan en estos contornos. “Una comida entre amigos, en pareja o en familia puede durar perfectamente cuatro horas”, explica Mercè, quien justifica la calma de los comensales. “Lo que queremos es que, durante un rato, el tiempo se pare, que el que llegue a nuestra casa disfrute de la comida, sí, pero también del ambiente 100% mediterráneo que transmiten los platos y sus productos”, apostilla.

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Tras esta primera experiencia gastronómica en el interior, pon ahora rumbo al litoral. Te toparás entonces con dos destinos en los que no solo descubrirás todo tipo de propuestas para una jornada de lujo –una mañana de shopping entre ruinas romanas, un vermut frente al arenal…-, sino también la esencia de los productos de calidad de Costa Daurada: Tarragona y Cambrils. En la primera, la que fuera capital de la Hispania Citerior, late su entidad imperial en los restos del circo, el anfiteatro, las murallas… pero también en sus platos y en sus productos. Un broche de oro a una mañana puede ser, por ejemplo, acercarte a primera hora de la tarde al puerto para ver llegar las barcas tras faenar en alta mar y luego vivir en primera persona la subasta de pescado en la lonja. Claro está, luego decide en qué taberna saborearás, por ejemplo, platos típicos como el arròs rossejat o, sencillamente, unas sublimes gambas de Tarragona en uno de los clásicos gourmet, Balandra (balandra.cat), bajo la batuta del chef Xavier Veciana.

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No dejes de recalar en Cambrils, localidad marinera que brinda una de las fachadas marítimas más bellas del Mediterráneo. Y, por supuesto, un delicioso abanico de propuestas gastronómicas. Normal que sea todo un referente culinario en la Costa Daurada por su fusión de tradición y modernidad. Ahí están para demostrarlo, por ejemplo, los excelentes arroces marineros del Restaurant Miquel (restaurantmiquel.com). O el Bresca (brescarestaurant.com), otro referente de un viaje por los sabores ligados al territorio en Costa Daurada gracias al trabajo de su chef Xavier Ferraté, en cuyos platos brillan, por ejemplo, las verduras que él y su familia cultivan desde hace tres generaciones en su huerto ecológico en el cercano pueblo de Botarell.

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Aunque si hay un ineludible en Cambrils que no hay que perderse ese es, sin duda, El Rincón de Diego (rincondediego.com), un hito gastronómico en la ciudad desde hace 38 años. Reconocido con una estrella Michelin, comer aquí es mucho más que saciar el apetito o acunar el paladar con sabores especiales. La razón es que tanto Diego Campos como su hijo Rubén, son ‘catedráticos’ de los productos locales –“mimamos con exquisitez el excelente producto de proximidad”, apunta el patriarca– a la par que exploradores de otros horizontes y paisajes gastronómicos.

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Y es que disfrutar, por ejemplo, durante las próximas semanas del nuevo menú degustación del restaurante enrola en un viaje desde la esencia mediterránea de Cambrils y de la Costa Daurada hasta China, Perú, Tailandia… Fusión, curiosidad, hermanamiento de sabores y de técnicas de lugares lejanos, pero siempre con el ancla cercana y reconocible del terruño y del Mediterráneo. “La clave es trabajar desde el prisma local para hacerlo universal, pero primando siempre lo más cercano”, apunta Rubén. Ejemplos de esa amistad que trasciende fronteras son platos como el tiradito nikkei de vieiras y gamba blanca o las cigalas de Cambrils con salteado de habitas y guisantes lágrima y su pil-pil.

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En ese encadenamiento de sorpresas llegan después los postres oníricos que Rubén, heredero de la tradición y el saber de su padre, crea desde su joven visión gastronómica. El Huevo de dragón –una esfera deliciosa de merengue seco y sorbete de mojito– o algunos de sus petits fours, como la crema catalana con carquinyoli o el chupa-chups relleno de fruta de la pasión, son un ejemplo.

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Y si quieres darte una vuelta por Cambrils pincha en este vídeo:

Hablando de postres, aprovechando que el sol ya luce con brío en los arenales de la Costa Daurada, toca refrescarse con un último capricho: los helados de Cal Sisquet (calsisquet.com), en Roda de Berà. Y es que este clásico desde hace más de medio siglo en el bello Roc de Sant Gaietà, famoso por sus pescados y platos marineros –como su suquet de pescadores o su caldereta de bogavante y gambas de Vilanova– cuenta desde principios de 2016 con un reconocimiento único en la cocina española: el chef heladero del restaurante, Marc Piqué, y su equipo acaban de ser coronados en la ciudad italiana de Rimini como subcampeones del Mundo de Heladería tras un año de intenso trabajo de creatividad, arquitectura de sabores, investigación y vanguardia… pero siempre con las raíces de la tierra y el mar de Costa Daurada en la memoria.

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