¿Te ha sentado fatal el turrón? Ve al médico porque podría ser una alergia

En Navidad, muchas personas conocen su alergia o intolerancia a algunos alimentos. Es debido a que se come más fuera de casa y a la ingesta de alimentos como los frutos secos, pescado o marisco, alimentos más susceptibles de dar problemas.

Por hola.com

Llevas varias cenas de Navidad. Nochebuena, fin de año, el encuentro con los amigos o la cena de empresa. Y en todas ellas se ha servido algo de turrón (o pescado, marisco). Al poco rato de tomarlo, te has sentido mal. "El dolor de estómago puede ser por una mala digestión", habrás pensado. Y, ciertamente, es lo más probable. Es decir, que te hayas pegado el atracón y estés pagando las consecuencias. Sin embargo, en algunos casos hay algo más. Puede deberse a una intolerancia alimentaria o a un problema más serio que requiere una atención médica rápida: una alergia a alguno de los ingredientes de los alimentos que has consumido. 

Muchas personas alérgicas debutan en Navidad

Así lo indicó la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEIAC). Esto es debido a que en estas fechas se aumenta el consumo de alimentos susceptibles de provocar alergia como pueden ser los frutos secos (presentes en algunos turrones), el pescado o el marisco. También se debe a que el proceso de sensibilización a un alimento puede ser largo y no manifestarse hasta que, repentinamente, causa una reacción alérgica. Y esta se puede producir en Navidad. De hecho, en estas fiestas se experimenta un aumento en el número de casos que llegan a los servicios de Urgencias, señala la SEIAC. Y es que sufrir una intolerancia puede dañarte poco a poco, pero tener alergia a un alimento puede llevarte al hospital. 

¿Cuál es la diferencia entre ambas? En general, la persona intolerante carece de la enzima que metaboliza el alimento o ésta no puede con tanta cantidad. Tras la ingestión, se pueden presentar síntomas digestivos que pueden ir desde el malestar hasta la diarrea, náuseas o vómitos. Es muy frecuente la intolerancia a la lactosa, que hace que muchas personas no puedan tomar leche sin sufrir estas consecuencias. Sin embargo, sí toleran mejor el queso o el yogur. O la sensibilidad al gluten. 

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Por el contrario, una alergia es un problema más grave en el que interviene el sistema inmunológico que reconoce la sustancia como un invasor y responde exageradamente ante el alérgeno. Los síntomas de una alergia pueden ser leves (urticaria, erupción, prurito o picor, tos, lagrimeo, dolor abdominal, vómitos o diarrea) o graves (dificultad respiratoria, hipotensión, asma, taquicardias, mareo, anafilaxia o choque anafiláctico). Una reacción anafiláctica puede causar problemas respiratorios, hinchazón de la garganta, la lengua y dificultad para tragar, pérdida de conocimiento o producir un choque en el que se ve afectado el corazón y puede producir incluso la muerte si no se trata rápidamente. Los síntomas leves pueden tratarse con antihistamínicos y corticoides. Ante una reacción anafiláctica hay que inyectar rápidamente adrenalina y acudir posteriormente a un centro médico. 

Los niños son los más vulnerables a las alergias 

Entre un 4 y un 8% de la población infantil padece alergia alimentaria y los alimentos que la causan con más frecuencia son el huevo, la leche, los frutos secos, el pescado, el marisco, las legumbres y las frutas, por ese orden, según la sociedad Española de Inmunología Clínica, Alergología y Asma Pediátrica (SEICAP). Las causadas por huevo y leche de vaca son las más frecuentes en los primeros años de vida y también las que originan más problemas por su presencia habitual en nuestros hábitos nutricionales.

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La dieta de eliminación es el único tratamiento aceptado hasta el momento. Sin embargo, “puede plantear serios problemas para la calidad de vida de estos niños y de sus familias, pues no resulta tan fácil de seguir dada la presencia de estos alimentos en gran cantidad de productos elaborados”, advierte el doctor Antonio Martorell, coordinador de la primera guía sobre Inmunoterapia Oral (ITO). Esta consiste en la administración controlada de dosis progresivamente crecientes de los alimentos que causan la reacción alérgica, con el objetivo de evitar los síntomas resultantes de la exposición al alimento. Se trata de alcanzar su consumo sin síntomas a través de una desensibilización. Este tratamiento debe realizarse siempre bajo supervisión médica.  

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    ¿Qué hacer para evitar problemas? 

    Si se ha sufrido una reacción alérgica o si sientes que algún alimento te sienta peor que antes, es recomendable que no lo dejes y que pidas cita al alergólogo o a un especialista en patología digestiva para que pueda realizar un diagnóstico preciso y pueda establecer un tratamiento. Si sabes que sufres una intolerancia o una alergia, sigue los sientes consejos: 

    Cuando salgas a comer fuera, ¡pregunta! Interroga siempre a los camareros o al chef ya que en muchas ocasiones se mezclan alimentos o se puede producir una contaminación cruzada con los utensilios de cocina. Coméntales el problema y, ante la duda, pide algo que sepas que no puede estar contaminado. 

    La ley te ampara. Desde que entró en vigor el reglamento nº 1169/2011 de información al consumidor, todo el sector de la restauración tiene la obligación de informar a los clientes de las sustancias alergénicas presentes en los platos elaborados y en productos envasados. 

    Mira siempre el etiquetado. Sobre todo de dulces, carnes, embutidos, salsas y otros alimentos precocinados. Si es un menor el que sufre la alergia, siempre debe haber un adulto que revise lo que va a comer, sobre todo, si es fuera de casa. 

    Intenta mantener un horario. Las navidades o periodos vacacionales en los que se altera el horario y la rutina, se trastoca el seguimiento de la medicación favoreciendo las crisis de alergias respiratorias como la rinitis o el asma bronquial. Intenta evitarlo.

    Lleva siempre tu medicación. Y no olvides llevar tu kit de urgencia para actuar de manera rápida en caso de una reacción anafiláctica. Debe contener la medicación que te ha recetado el alergólogo y un autoinyector intramuscular de adrenalina. Verifica su fecha de caducidad. Si el alérgico es un niño, también debe llevarlo él, además del adulto. 

    Considera llevar una pulsera. En caso de sufrir una alergia alimentaria y, sobre todo, si se trata de niños, es importante llevar una pulsera con código QR que permita identificar los alérgenos. 

    Acude a las asociaciones. Pueden darte pautas para sobrellevar mejor una alergia alimentaria y sugerirte recetas alternativas para poder disfrutar de cualquier postre evitando los ingredientes que pueden producir alergia. 

    Protégete del frío. La exposición al frío o a los contaminantes pueden aumentar los síntomas de las alergias respiratorias.