Si vas a esquiar, ¡no te olvides las gafas de sol!

Son un accesorio fundamental para la práctica de los deportes de nieve

Por hola.com

Estamos en plena temporada de esquí y puede que te estés planteando una escapada pra disfrutar del deporte blanco. Hoy queremos que centres tu atención en la vista, pues no debes olvidar que tus ojos sufren en la nieve: refleja cerca de un 80% de la luz solar, mientras que la arena lo hace entre un 10% y un 25%. La protección, no hay duda, se hace indispensable en las jornadas de esquí, tal como apuntan los expertos de Multiópticas.

¿Qué es la oftalmia?
El problema más habitual a corto plazo, unas 6 horas después de un día de deportes en la nieve, es la oftalmia, la llamada ‘ceguera de la nieve’ (aunque no implica pérdida de visión). Se trata de un problema de zonas de altitud que se debe a la exposición a los rayos ultravioletas B; por cada 1.000 metros de altura, los daños provocados por los rayos del sol aumentan un 15%. Se presenta como una queratoconjuntivitis: una inflamación de la conjuntiva (la membrana mucosa que cubre el blanco del ojo y la parte interior de los párpados), y de la córnea, y la sufren aproximadamente un 20% de los que practican actividades en la nieve.

Los síntomas son un fuerte dolor, la sensación de tener arena en los ojos, lagrimeo, fotofobia y espasmo de los párpados al contacto con la luz (que impide abrir los ojos), disminución de la agudeza visual y ojos rojos. Lo ideal para que la oftalmia no dure más de 24 horas es el reposo en la oscuridad, con los ojos cerrados o gafas muy oscuras o vendaje ocular; además de no frotar los ojos, pues pueden agravarse las lesiones de córnea. Del mismo modo, no es aconsejable llevar lentillas al menos durante 4 días.

Ojo con los más jóvenes
Los cuidados deben intensificarse aun más en el caso de los menores de 18 años, pues a esa edad el cristalino no ha acabado de formarse, y los daños pueden ser irreversibles. También hay que tener en cuenta el color de los ojos: unos ojos claros son siempre más sensibles a agresiones externas que los oscuros.
Pero la luz solar no es el único elemento que puede dañar la vista, ya que la acción combinada del frío, la nieve, la niebla y el viento pueden hacer que microcristales de frío y nieve se proyecten contra la cornea y dañen gravemente el ojo. Llevar una correcta protección es la clave para no poner en riesgo la salud visual.

Las gafas, fundamentales
“Si en el día a día contar con unas gafas de sol con la protección correcta es fundamental, en la nieve cobra una importancia mucho mayor, pues los riesgos para la salud visual se multiplican”, incide Anabel Ríos, responsable de desarrollo de producto de Multiópticas.

¿Qué gafas elegir?
Nos da, además, algunas recomendaciones en cuanto a los colores de las lentes de las gafas más apropiadas para cada jornada de nieve: “Según el terreno y el clima, convienen unas gafas u otras. Así, en entornos con poca luz y con niebla, las lentes amarillas, ámbar y doradas permiten ver mejor los desniveles del terreno; las pantallas rosadas son excelentes en condiciones de baja iluminación, para días grises; en situaciones de mucha luz, cuando el sol brilla, los colores oscuros, especialmente verdes y marrones, proporcionan comodidad para la vista; mientras que las lentes con revestimiento de espejo, se suelen elegir por estética, pero además ayudan a bloquear parte del deslumbramiento”.
Lo esencial, independientemente del color, es que los cristales sean de alto poder filtrante, con categoría 3 o 4 (que filtren al menos el 95% de los rayos ultravioleta). Por seguridad, lo mejor es elegir gafas de policarbonato que no dañen en caso de caída y, ocasionalmente, no está de más aplicar colirio protector antes de comenzar a esquiar.