“Después de la muerte de mi madre en 1997, cuando tenía 12 años, y su tratamiento a manos de la prensa, siempre he tenido una difícil relación con la prensa. Sin embargo, como miembro de la Institución, la política era de ‘nunca quejarse, nunca explicar’. No había alternativa, estaba condicionado a aceptarlo. Por la mayor parte, acepté el interés de cumplir con mis funciones públicas”, esto explica que cambió tras lo que él califica de ataques a su esposa y posteriormente, ante la preocupación por la llegada de sus hijos.