El amor de la Reina por los caballos siempre fue más que conocido, y además de la crianza de equinos, también gustaba de las carreras. La soberana nunca desaprovechó la oportunidad de dar un paseo a caballo, pues era una experta montando. Dado el especial cariño que tuvo a estos animales, no ha sido de extrañar el conmovedor tributo de su yegua favorita en el regreso de la monarca al Castillo de Windsor.