Entramos a la fábrica donde se hacen los zapatos de doña Letizia y sí, es tan especial como te la imaginas

Alrededor del mundo, la Reina Letizia de España es un ícono de moda y estilismo. Con un toque de modernidad que va de la mano con la elegancia, la esposa del Rey Felipe VI es una impulsora de tendencias y pone el ejemplo sobre lo que se llevará temporada con temporada. Eso sí, siempre se mantiene fiel a algunas marcas, impulsando sobre todo lo Made In Spain, como bien hacen con sus respectivos países todas las royals. Es así que dentro de su guardarropa llegamos a Magrit, la firma de zapatos y bolsos que suele usar en sus eventos oficiales, posicionándose como su favorita en los últimos años. En HOLA.com México hemos tenido la oportunidad de entrar hasta las profundidades de la fábrica de la firma, allá en la localidad de Elda, en la Comunidad Valenciana, donde hemos podido conocer cómo es que se van creando los sueños.

Como aprendíamos en los cuentos de hadas, los zapatos pueden crear magia y eso mismo pasa con los tacones que doña Letizia lleva en cada una de sus apariciones, por lo que ha nadie sorprende que el lugar en el que se crean sea igualmente especial. La comunidad en la que se encuentra es pequeña y el polígono en donde se lleva toda la producción podría pasar por cualquier otro, pocos imaginarían lo que se esconde dentro de aquel edificio, pero al abrirse sus puertas queda claro por qué es que desde 1929 esta firma se ha colocado entre las favoritas del pueblo español. Por supuesto, ellos se guían con la discreción digna de la elegancia de su producto, ni una palabra de la Reina de España ni de ninguna otra de sus clientes, ellos dejan que su calzado hable por sí mismo.

El lujo y la elegancia desbordan en su showroom donde en tres niveles se presentan los modelos de su próxima temporada. No solo lo que vemos expuesto llama nuestra atención, sino también los zapatos que llevan cada una de las chicas del equipo de Magrit, que estilosísimas, nos dan la bienvenida a su casa dejando claro que ‘unas vez que te subes a unos Magrit, no hay más’. Entre las nuevas propuestas, cada una es más llamativa que la anterior, los tacones -como debe ser- altísimos, las siluetas estilizadísimas y la mezcla de materiales forman el juego perfecto. Sería precisamente este el punto que nos guiaría a nuestra siguiente parada.

La bodega de materiales de Magrit es todo lo que te podrías imaginar. Ahí se guardan las pieles, los viniles, las telas y los nuevos productos con los que se crearán los diseños que están por venir. Si durante a esta visita a la Comunidad Valenciana nos queda claro que el próximo año todas tendremos unos zapatos de falso coco verde en nuestro clóset, aquí vemos a detalle esa misma textura en diferentes tonos de ensueño, como un rosa que nos roba el corazón. El emocionante recorrido por la fábrica nos lo da Pepe Amat, cuarta generación de la familia y Director creativo de la marca, quien nos deja dar un vistazo a todo a nuestro paso, incluso a aquellos materiales de antaño que bien podrían escribir la historia del calzado fino.

A pesar de que se trata de una compañía que ha estado trabajando por cuatro generaciones para perfeccionar su arte, la modernidad ha llegado a Magrit. Ahí se nos explica cómo a través de un programa de diseño se logra ver a detalle cómo será el zapato una vez que se vuelva realidad, algo que ha modernizado un proceso que todavía tiene un fuerte sentido artesanal.

De esto somos testigos al entrar a la fábrica, en donde la cadena de producción deja ver que en la creación de zapatos las máquinas nunca reemplazarán el trabajo de las personas. En esta zona, las familias se han dedicado a la fabricación de calzado por generaciones, por lo que hacen de forma casi automática movimientos que son de lo más precisos para poder conseguir el terminado adecuado.

La tecnología tiene su lugar a través de maquinaria que facilita algunas cosas, como el cortado de la piel o la presión de la piel con la suela, la cual se realiza con una maquina de origen español, algo de lo que está muy orgulloso Pepe, que tal como ha hecho toda su familia, busca siempre potenciar el nombre de su país.

Los moños, las cintas, las piedras, los detalles, los hacen personas que cuidadosamente trabajan con los patrones que se han creado para cada uno de los calzados. Pero también ciertos recortes, los armados, los acomodos, la creación de zapatos y sobre todo de unos de tan alta calidad como estos, se realizan casi en su totalidad a mano. Y por supuesto, lo más importante es que al final de una cadena que parece interminable, una persona los revisa a detalle, pues aquí los errores no son aceptables.

Lo que se ve en esta fábrica no es una casualidad, a solo unos años de cumplir cien años de su fundación, aquí se sabe lo que se hace. De aquel sueño que comenzó con apenas veinte empleados bajo el nombre Margarita, hoy tiene ya más de cien empleados y un reconocimiento global. La familia Amat no solo se ha dedicado por cuatro generaciones a la producción de calzado de alta calidad, sino que también la empresa tiene sus raíces en una tierra en la que la industria zapatera es un estilo de vida. A pesar de tener más de nueve décadas dedicados a hacer calzado, fue apenas en 2016 cuando abrieron su primera tienda como Magrit en Madrid -justamente en el corazón del estilo de la ciudad- y desde entonces si crecimiento ha sido como la espuma.

No es extraño que hoy por hoy las famosas quieran seguir los pasos de doña Letizia, llevando unos tacones de esta firma que ha logrado combinar la tradición con la seducción en sus diseños. Después de conocer el proceso de producción nos queda claro por qué estos son los zapatos que se han vuelto ‘dignos de una reina’ y solo podemos imaginar lo que viene para la firma que ya tiene presencia en los cinco continentes. Y tú, ¿ya probaste tus primeros Magrit?