Durante los últimos años de Isabel II, la Reina fue delegando algunas funciones en su heredero. Cuando la soberana falleció su primogénito realizó un discurso en el que dijo: 'Su Majestad la Reina, mi amada madre, fue una inspiración y un ejemplo para mí y para toda mi familia, y tenemos con ella la deuda más sentida que una familia puede tener con su madre: por su amor, cariño, guía, comprensión y ejemplo'