El féretro de Isabel II ha sido adornado con la Corona Imperial de Estado, la pieza más importante de la colección de joyas reales y una de las joyas con más historia de la Familia Real británica. Realizada en oro, y engastada con 2.868 diamantes, 17 zafiros, 11 esmeraldas, 269 perlas y cuatro rubíes, fue la pieza que lució la Reina cuando salió de la Abadía de Westminster después de su coronación. Contiene algunas de las piezas más valiosas de las joyas de la Corona, incluido el rubí del Príncipe Negro, el zafiro Stuart y el diamante Cullinan de 317, 4 quilates.