“Estoy seguro de que no merezco todas las cosas buenas que me han sucedido, haber sido salvado en la guerra y llegar a ver la victoria y haberme enamorado, completamente y sin reservas”. Cuando el rey Jorge VI dio su consentimiento para que su hija, la futura reina de Inglaterra, se casara con el príncipe Felipe, el joven escribió estas palabras a su futura suegra. Esta declaración resume el sentimiento de esos días. La relación entre Isabel II y el duque de Edimburgo había nacido como un flechazo juvenil en 1939, cuando ella, con 13 años, había visto al joven cadete de la Royal Navy de 18 años. El contacto se mantuvo por correo postal, incluso durante la Segunda Guerra Mundial, y cuando en 1946 la pareja se comprometió no todos vieron en el militar de sangre azul, pero sin reino, al candidato ideal. Sin embargo, la determinación de Isabel II es de sobra conocida y ella había encontrado al marido perfecto.