Nació en 1921 con el nombre de Philippos zu Schleswig-Holstein-Sonderburg-Glücksburg

La dura infancia de Felipe de Edimburgo que forjó su carácter

El marido de Isabel II vivió desde muy temprana edad el abandono, el exilio y las consecuencias de la enfermedad mental de su madre

Por L.F.S.

Felipe de Edimburgo nació en 1921 en la isla griega de Corfú con el nombre de Philippos zu Schleswig-Holstein-Sonderburg-Glücksburg. Sus apellidos hacían difícil disimular su noble linaje, aunque nunca fue sinónimo de una infancia feliz. Hijo de Andrés de Grecia y Dinamarca y de la princesa Alicia de Battenberg, sus primeros años de vida estuvieron marcados por el convulso principio del siglo XX, que azotó con especial virulencia a la zona de los Balcanes, y por un padre que nunca asumió ese papel mientras su madre luchaba contra la enfermedad. El príncipe conoció muy pronto el exilio, pero sobre todo el abandono familiar y todo ello sería determinante para moldear la controvertida personalidad, trufada de luces y sombras, del que fue el príncipe consorte más longevo del Reino Unido.

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Su padre, el príncipe Andrés, era el cuarto hijo del rey Jorge I de Grecia y de la gran duquesa Olga de Rusia, nieta del zar Nicolás I, y su madre era la hija mayor de Louis de Battenberg, primer marqués de Milford-Haven, que murió poco después del nacimiento de Felipe, y de la princesa Victoria de Hesse-Darmstadt. Corrían malos tiempos para la monarquía en el país heleno y la guerra greco-turca, en la que Andrés de Grecia lideraba una división del éjército, se saldó con una debacle para los helenos que derivó en la abdicación de Constantino I, tío del duque de Edimburgo -y abuelo de la reina Sofía-, y en el destierro definitivo del matrimonio con sus cinco hijos.

Camino a Francia escondido en una caja de frutas

Gracias a un buque de la armada británica, la familia pudo ser evacuada del país con destino a Francia. El príncipe Felipe era tan solo un bebé y realizó el viaje en una cunita improvisada que, por seguridad, hicieron en una caja de frutas. A su llegada a París, se instalaron en la localidad de Saint Cloud, a las afueras de la capital gala, en una casa prestada por Marie Bonaparte, cuñada de Andrés de Grecia y discípula del psicoanalista Sigmund Freud. Los problemas económicos marcaron los primeros años de exilio, teniendo que ser en muchas ocasiones ayudados por familiares. Cuando el futuro duque de Edimburgo tenía siete años, lo enviaron a estudiar al Reino Unido, el país que realmente le vio crecer, y esa mudanza coincidió con el principio del fin de lo que hasta el momento parecía una familia unida en la adversidad. 

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La década de los años 30 sería determinante para el joven príncipe. Felipe se fue a vivir con su abuela materna Victoria de Hesse-Darmstadt, de quien siempre resaltaría su excelente trato humano y con su tío Jorge de Milford-Haven al palacio de Kensington. Entre tanto, su madre, diagnosticada de esquizofrenia, fue ingresada en un hospital psiquiátrico. Andrés de Grecia aprovechó entonces para dejar de esconder sus infidelidades y trasladarse con su amante a Mónaco. Si la figura materna la suplió su abuela, la paterna la ejercieron sus tíos Jorge y Louis Mountbatten. Además en esos años, sus cuatro hermanas mayores se casaron cada una con un príncipe alemán, acrecentando aún más la soledad del pequeño que tras estudiar en Cheam Preparatory School, donde posteriormente se matricularía su hijo Carlos de Inglaterra, se formó en una escuela alemana hasta que a los 12 años ingresó en el estricto internado escocés de Gordonstoun.

El duro internado que puso a prueba al príncipe Carlos años más tarde

El colegio al que asistió previamente en Alemania era propiedad de Bertoldo de Baden, marido de su hermana Teodora, pero había sido fundada por el judío Kurt Hahn, cuyo método pedagógico es el que siguen a día de hoy en el internado galés en el que la princesa Leonor estudiará el bachillerato. Con el auge del nazismo, el educador se refugia en Reino Unido y pone en marcha Gordonstoun School en Escocia. Los años en este centro, que se caracterizaba por una férrea disciplina y una gran exigencia física, contribuyeron a endurecer aún más su caracter. A pesar de la dureza de sus métodos, el duque de Edimburgo consideraba que en el internado recibió la formación adecuada para hacer frente a los retos que le deparaba el futuro, por eso matriculó allí también a su hijo Carlos. Aunque la serie The Crown retrató la época del heredero en Gordonstoun como un infierno para él, el príncipe de Gales siempre ha sostenido que se llevó un gran aprendizaje del centro, que ya había suavizado sus métodos cuando él ingresó. No obstante, reconoce que su carácter, bien distinto al de su padre, encaja mejor con el ambiente de Eton, el prestigioso colegio londinense donde estudiaron sus hijos Guillermo y Harry, que con la exigente disciplina de Gordonstoun. 

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Mientras se formaba en Escocia, ya sin apenas contacto con sus padres desde hacía años, el príncipe Felipe recibió un duro golpe. Su hermana Cecilia fallecía en un accidente aéreo junto a su marido, sus dos hijos pequeños y su suegra cuando iban a hacer escala en la ciudad belga de Ostende de camino a una boda en Reino Unido. Tenían otra hija, que sobrevivió porque se quedó en Alemania. Sin embargo, tras ser adoptada por los novios de aquel enlace, murió tan solo dos años más tarde a causa de una meningitis. Por aquel entonces, el príncipe Felipe tenía 16 años y aún tendría que hacer frente a otra tragedia familiar un año después al perder a su tío y, hasta entonces tutor, Jorge de Milford-Haven por un cáncer de médula ósea. 

Felipe de Edimburgo, ¿cómo resumir una vida de casi 100 años en 10 momentos?

Fue tras la muerte del segundo marqués de Milford-Haven, cuando la figura de su tío lord Louis Mountbatten, se hizo imprescindible en su vida, y después en la de su hijo Carlos, dejando a ambos devastados cuando en 1979 una bomba del IRA acabó con su vida, pero para eso aún quedaban décadas. Al cumplir 18 años, Felipe conoció a uno de sus grandes amores, y no hablamos todavía de Isabel de Inglaterra, sino de la Marina Real Británica. Con el apoyo de su tío, ingresó en este cuerpo militar graduándose como el mejor cadete de su promoción. A las puertas de la II Guerrra Mundial, sirvió en las fuerzas británicas hasta ser ascendido a teniente de navío en 1942. Al margen de la contienda, su noviazgo con Isabel iba avanzando a paso lento, pero firme. La había conocido mientras estaba en la academia naval y parece que fue su tío Lord Mountbatten el que ejerció de 'celestino' ya que quería que se acercara a una joven aristócrata e influyente como ella.

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El plan no le pudo salir mejor y en 1947 se consagraba el matrimonio de la Reina y el príncipe consorte que más tiempo han estado en el trono de Inglaterra. No obstante, la turbulenta infancia de Felipe se dejó notar en la boda, a la que solo asistió su madre de su familia más directa. Tres años antes su padre era hallado muerto en la habitación del hotel Métropole de Montecarlo y en cuanto a sus hermanas, el Gobierno británico decidió no permitir su asistencia por estar casadas con príncipes alemanes, alguno de ellos con vínculos con el nazismo. La boda del Príncipe con la hija de Jorge VI supuso también el regreso de Alicia de Battenberg a Reino Unido después de haber pasado la II Guerra Mundial en Atenas ayudando a los judíos a huir de los nazis. Después, dedicaría a la caridad el resto de su vida, hasta que su hijo  y su nuera la acogieron en el Palacio de Buckingham en 1967 ya con la salud muy deteriorada.