En el calendario de la Reina más longeva del mundo se agolpan los grandes aniversarios. Si en febrero de este año la reina Isabel hizo historia al cumplir los 65 años en el trono y en abril celebró por todo lo alto sus 91 años, el próximo mes de noviembre cumple sus 70 años de matrimonio con el Duque de Edimburgo. Una Boda de Titanio para las que se ha acuñado una nueva moneda con un romántico mensaje.
“El matrimonio les ha unido felizmente 1947-2017”. Con esta frase y la imagen de ambos montando a caballo –una de las grandes pasiones que comparte la pareja- la Real Casa de la Moneda rinde homenaje a esta historia de amor con una moneda de 5 libras esterlinas en cuyo reverso se puede ver un retrato de perfil de ambos.
En vídeo: Así fue la boda de la reina Isabel II y el Duque de Edimburgo
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Dos artistas -el escultor Etienne Milner y el experto en acuñación John Bergdahl- han trabajado en un diseño que estará disponible para todos los ciudadanos del Reino Unido y que busca celebrar este momento único en la historia. Hay que recordar que la Reina, de 91 años, y el príncipe Felipe, de 96 años, son la primera pareja de la realeza británica en celebrar las Bodas de Titanio, todo un símbolo para el Reino Unido.
Fue el 20 de noviembre de 1947 y en la Abadía de Westminster cuando se dieron el “sí, quiero” ante 2.000 invitados. Así terminaba un romántico noviazgo y comenzaba el que ha resultado ser el matrimonio más longevo en el trono del Reino Unido. Setenta años después, cuatro hijos, ocho nietos y cinco bisnietos la Reina de Inglaterra y el Duque de Edimburgo –retirado de la vida pública desde la pasada primavera- suman un nuevo hito.
Su historia, muchas veces contada y recreada por el cine y la televisión, dicen que comenzó como un amor a primera vista y que la Heredera al trono británico se quedó prendada del atlético y apuesto militar de marina. En 1946 la pareja se comprometió en secreto y fue una decisión que no agradó a la Familia Real en un primer momento, ya que se oponían a que la Princesa contrajera matrimonio con tan sólo 20 años de edad. A pesar de todo, su padre, el rey Jorge VI, pudo comprobar que su amor era verdadero y que Felipe estaba dispuesto a renunciar a sus orígenes griegos y a sus títulos para poder casarse con la mujer de su vida.
