La reina Sofía cumple 82 años sin cambiar el rumbo que se ha marcado

El año de la madre de Felipe VI ha estado marcado por acontecimientos inesperados

Por S. Acosta

Hace un año el otoño venía cargado de citas felices: la boda de Rafa Nadal, el debut de Leonor en los Premios Princesa de Asturias o las sencillas comidas con amigos de toda la vida en el centro de Madrid. Momentos que doña Sofía disfrutaba, en muchas ocasiones, en compañía del rey Juan Carlos, ya que coincidía con un tiempo en el que se habían dejado ver juntos en numerosas ocasiones, en comparación con años anteriores. Doce meses después, cuando la reina Sofía cumple 82 años, todo ha cambiado. Este 2 de noviembre la madre de Felipe VI suma un año más, pero también cierra con ello un periodo atípico, marcado por las pérdidas y los giros inesperados. Sin embargo, aún en momentos de máxima incertidumbre, la brújula de la reina Sofía siempre apunta a un rumbo fijo.

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Cuando el pasado agosto se dio a conocer la “meditada decisión” del rey Juan Carlos de trasladarse de forma temporal fuera de España, rápidamente todas las miradas apuntaron a la reina Sofía. Fue entonces, sin pistas del destino elegido y con un verano cargado de incógnitas, cuando fuentes cercanas a doña Sofía confirmaban a ¡HOLA! que ella “se quedaba al lado de su hijo, el Rey, para apoyarlo en lo que él le pida”. Así, cual nexo de unión con la historia y ante un hecho excepcional, la reina Sofía reforzaba su compromiso con el país, con la monarquía y, sobre todo, con su hijo, al que ha estado apoyando desde ese primer viaje oficial que realizó al extranjero, cuando solo tenía 15 años... Ella lo esperó al pie de la escalerilla del avión que le traía de vuelta a casa.  

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Su compromiso con Felipe VI se extiende ahora a la princesa Leonor, así lo ha demostrado con su presencia en los Premios Princesa de Asturias, en los que el presidente de la Fundación, Luis Fernández-Vega Sanz, alabó sus cuatro décadas de apoyo y la describió como el “hilo conductor”  de unos galardones que hasta el momento son el compromiso más importante que ha asumido heredera en su trayectoria institucional. También lo transmite con los gestos (sigue recibiendo cariño a pie de calle) y con una agenda en la que continúan las causas de siempre: la promoción del arte, la protección de la vida salvaje y, sobre todo en los últimos tiempos, el abastecimiento de los bancos de alimentos, a los que está acudiendo a colaborar personalmente, aun estando dentro de los grupos de riesgo al pasar con holgura esos 60 años que indican desde Sanidad.

Por otro lado, de un modo u otro, ha sido un año de pérdidas. El 2020 comenzó con el fallecimiento de la infanta doña Pilar y después llegó la muerte de un buen amigo para la familia, Plácido Arango, para el que Felipe VI tuvo una mención especial durante su discurso en los Premios Princesa de Asturias. También se produjo hace un par de meses el episodio de la vandalización de las tumbas de sus padres, los reyes Pablo y Federica, en Grecia, un momento en el que el declive de su casa natal, el Palacio de Tatoi, se hizo más patente que nunca. A estas pérdidas definitivas, hay que sumar otro tipo de renuncias, algunas temporales como la cancelación de citas que eran importantes para ella -la Misa de Pascua o la recepción de las autoridades en la Almudaina-, y otras que algunos llaman “ley de vida”, como esos veranos en Mallorca que ya nunca volverán a ser lo mismo. Aunque más allá de esto, la reina Sofía sigue fiel el camino marcado, el del apoyo al jefe del Estado, ese hijo al que adora; y el de la ayuda a los más necesitados, en una pandemia que está escribiendo un futuro que le preocupa y mucho.

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