¡Feliz 75º cumpleaños, Majestad!

Un retrato del alma del Rey a través del pincel de su palabra con extractos del libro 'Palabra de Rey' de Fermín J. Urbiola, editado por Espasa

by hola.com

El 75º cumpleaños del rey Juan Carlos era una de esas ocasiones que editoriales, medios de comunicación y periodistas tenían marcadas en rojo y que, en las vísperas a la señalada fecha, no dejarían pasar por alto con la publicación de varios libros, semblanzas y especiales sobre el soberano. Hola.com tampoco quería faltar a la celebración y ha señalado el aniversario de Su Majestad ofreciendo los trazos más significativos del retrato del alma del Rey, que ha realizado con tal motivo el biógrafo y periodista Fermín J. Urbiola, a través del pincel de su palabra. Testimonios del pasado y del presente del monarca que muestran cómo es y cómo piensa el Rey de todos los españoles y que han tomado formato de libro, bajo el título Palabra de Rey, editado por Espasa.

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"PARA LOS MÍOS, LA GUERRA ERA UNA TRAGEDIA DE FINAL INCIERTO": El 5 de enero de 1938 doña María de las Mercedes dio a luz en Roma, en el Hospital Angloamericano, a su primer hijo varón, que sería bautizado días después por el cardenal Pacelli, el futuro papa Pío XII, con el nombre de Juan Carlos Alfonso Víctor María de Borbón y Borbón-Dos Sicilias. La dramática convulsión por la que atravesaba España y el desafecto de los dos bandos enfrentados hacia la Familia Real explican que la noticia del nacimiento de don Juan Carlos pasara prácticamente inadvertida. Más de medio siglo después, el Rey haría una referencia expresa a las circunstancias de su llegada al mundo: "(...) España estaba en plena Guerra Civil y la propia Italia se preparaba para entrar en otra... He oído hablar mucho a mis padres sobre la tensión que se vivía cuando yo nací. Para los míos, la Guerra Civil era una tragedia cuyo resultado aparecía todavía incierto (...) Siempre he tenido presente a España, ¡siempre! (...) Mi exilio no tenía nada en común con el de mi padre. Yo había nacido exiliado. Nunca había conocido mi país. No podía añorar lo que añoran siempre los exiliados..." 
EL SIGUIENTE ESLABÓN DE LA MÓNARQUÍA: Franco cerraba las puertas a la inmediata restauración de la monarquía. Él prefería hablar de 'instauración' de la monarquía. Una vez finalizada la guerra (1939), Alfonso XIII comenzó a pensar que el obstáculo podría ser él mismo. Que sus últimos años de reinado, como su decisión de abandonar España, pesaban demasiado en la memoria de los españoles -también entre los monárquicos- como para que los vencedores de la contienda reclamaran el regreso del monarca. Por eso, muy probablemente, y porque quizó albergaba la ilusión de vivir sus últimos años de vida en Madrid, el 15 de enero de 1941 abdicó a favor de su hijo, a quien sus leales comenzaron a tratar como Juan III. Y su nieto Juanito se convirtió en el siguiente eslabón de la monarquía. 
EL ÚNICO CONSUELO EN FRIBURGO: Don Juan decidió el regreso de su hijo al internado de los marianistas de Friburgo, acompañado de su preceptor, Eugenio Vegas Latapié. No fue un final de año feliz para Juanito. En enero de 1948, diez días después de su décimo cumpleaños, volvía a Ville Saint-Jean y se incorporaba al curso escolar con casi cuatro meses de retraso, por lo que debía realizar un esfuerzo adicional para ponerse al día con las asignaturas. El internado era muy estricto, frío, austero (...) El primer día se negó a ir a clase. El padre Julio de Hoyos se lo llevó a rastras hasta el aula y le soltó una bofetada. El único consuelo que tuvo en esa etapa fueron las visitas casi diarias de su preceptor. Y los fines de semana con su abuela, la reina Victoria Eugenia, que residía en el Hotel Royal de Lausana. 
"UN BORBÓN NO LLORA MÁS QUE EN LA CAMA": Don Juan se ocupó de que el pequeño fuese instruido desde muy pronto como Heredero de la Corona española. Tenía tres años cuando se convirtió en Príncipe de Asturias y, como tal, había recibido el Toisón de Oro de manos de su padre, inmediatamente después de convertirse en el Rey de España sin trono. Cuando apenas había celebrado su cuarto cumpleaños, Juanito se sometió a una sesión fotográfica, ataviado con el uniforme de Caballería. Después de más de una hora de pie, una de las institutrices observó al quitarle las botas que tenía los pies en carne viva, porque le quedaban pequeñas. Había soportado el dolor, aunque en ese momento comenzó a sollozar ligeramente, mientras contaba que su padre le había insistido en que "un Borbón no llora más que en la cama". Don Juan decidió que el príncipe Juanito ingresara en el internado de los marianistas de Ville Saint-Jean, en Friburgo. No viajó con sus hermanos a Portugal. Se quedó solo en Suiza hasta las vacaciones de Navidad de 1946. Voló con la reina Victoria Eugenia a Estoril para quedarse. 
"TENÍA LA IMPRESIÓN DE QUE LOS MÍOS ME HABÍAN ABANDONADO": Recientemente, don Juan Carlos se refirió a sus días en el internado suizo: "Al principio fui bastante desgraciado allí. Tenía la impresión de que los míos me habían abandonado, de que mi padre y mi madre se habían olvidado de mí (...) Todos los días esperaba que mi madre me llamara por teléfono, llamada que no llegaba. Más tarde supe que mi padre le impedía que telefoneara (...) Mi padre sabía, como yo supe más tarde, que los príncipes deben ser educados a las duras si se quiere hacer de ellos hombres responsables, capaces de soportar algún día el peso del Estado. (...) Mi padre veía en mí no solo a un hijo, sino al Heredero de una dinastía (...) En Friburgo, lejos de mi padre y mi madre, aprendí que la soledad es un fardo muy duro de soportar".
 
"ESTOY MUY TRISTE PORQUE NO VIENES A ESPAÑA CONMIGO": Don Juanito supo que iniciaría sus estudios en España en Las Jarillas, pero sin la compañía de su preceptor, Eugenio Vegas. Esta fue la noticia que más le disgustó. En cierto momento, el pequeño le dijo a Vegas: "Estoy muy triste porque no vienes a España conmigo". Don Juan medió en la conversación: "¡No digas tonterías Juanito!". El profesor era tan consciente de lo mucho que significaba para el Príncipe, que no quiso despedirse de él. Le dio un beso al marcharse, como si fuese a verle al día siguiente, y regresó a Suiza sin decirle adiós. En el aeropuerto de Lisboa entregó a Pedro Sainz Rodríguez una carta para el niño: "Mi queridísimo Señor: Perdón por no haberle dicho que me iba. El beso que anoche le di al marcharme era de despedida. Muchas veces le he repetido que los hombres no lloran y para que no me viera llorar he decidido regresar a Suiza... si alguien se atraviera a decir a Vuestra Alteza que le ha abandonado, sepa que no es verdad". El pequeño Heredero, traído y llevado de allá para acá con frías decisiones, cuando no un tanto enérgicas, andaba inquieto durante los primeros días de embalaje, las sentidas despedidas y un horizonte con sabor a aventura en España. De nuevo estaría lejos de sus seres más queridos. A su llegada a Las Jarillas le presentaron a los ocho compañeros con los que compartiría en adelante sus días: su primo y gran amigo Carlos de Borbón-Dos Sicilias, Juan José Macaya Aguinaga, Jaime Carvajal y Urquijo, Fernando Falcó y Fernández de Córdoba, Agustín Carvajal Fernández de Córdoba, Alfredo Gómez Torres, Alfonso Álvarez de Toledo y José Luis Leal Maldonado. A los ocho chicos les habían advertido que d ebían saludar al príncipe como 'Alteza', que le trataran de tú y le llamaran don Juanito 
"NO CREAS QUE NOS TRATABAN A CUERPO DE REY": Acostumbrado ya a vivir lejos de sus padres, el Príncipe se adaptó rápidamente y bien a la vida en Las Jarillas. Era bastante más amable que el internado de Friburgo de sus primeros años de soledad: "He conservado muy buen recuerdo de Las Jarillas. Era una casa bastante hermosa que su propietario, Alfonso Urquijo, un amigo de mi padre, había cedido para que yo hiciera mis estudios (...) Habían reunido en Las Jarillas a ocho chicos de mi edad, pertenecientes todos a familias de la nobleza (...) No creas que nos trataban a cuerpo de rey. De hecho nos hacían estudiar mucho más que en un colegio ordinario, pues 'dado quienes éramos' teníamos que dar ejemplo". El internado de Las Jarillas se trasladó al colegio que se había inaugurado en el palacio de Miramar (con 16 alumnos), una antigua residencia de vacaciones de la Familia Real situada en San Sebastián. Hasta allí se desplazó don Juan Carlos, apenas tres meses antes de cumplir los doce años. Pero, en esta ocasión, acompañado de su hermano pequeño, Alfonso, que tenía nueve años. En Miramar residió cuatro felices cursos. 
"YO, CUANDO SEA REY, A USTED LE HARÉ MINISTRO DE HACIENDA": Don Juanito se ha convertido en un adolescente. ¿Cómo es el Príncipe adolescente? El Conde de Barcelona tenía en su poder dos informes sobre el carácter y la personalidad de su hijo heredero. Uno de ellos destaca, sobre todo, el rasgo "bondadoso" del Príncipe, consciente de quién es y de que es tratado de una manera distinta; modesto, sencillo, aunque con mucho amor propio; tímido, con reacciones vehementes y hasta con una cierta violencia dialéctica... y no sólo con su hermano. En una ocasión en Miramar, tras ser apercibido por no haber observado la estricta disciplina del centro, se volvió hacia su profesor de matemáticas, Carlos Santamaría, y se desahogó a voz en grito contra el otro que le había llamado la atención: "Yo, cuando se a Rey, le voy a hacer no sé qué a este. A usted no; a usted le haré ministro de Hacienda". Lo cierto es que el Príncipe superó el bachillerato con sobresaliente y regresó con el infante Alfonso a Estoril. Para el Príncipe adolescente, satisfecho con sus resultados en España, cansado por las continuas peleas con su hermano Alfonso en píblico y en privado, lo que le ilusionaba era el plan de vacaciones del verano de 1954. La novedad era el crucero organizado por la reina Federica de Grecia (madre de la entonces princesa Sofía), con el objetivo de promocionar las islas del Mediterráneo como destino turístico. El armador griego Eugenides puso a disposición de los Reyes de Grecia un gran barco de lujo, el Agamenón, en el que embarcaron 110 personas de Familas Reales de veinte naciones europeas y, entre los invitados, se encontraban los Condes de Barcelona, acompañados por la infanta Pilar y el príncipe Juan Carlos. Allí se encontró por primera vez con la princesa Sofía, hija de los monarcas griegos. Años después doña Sofía recordaría aquel crucero real: "El chico de Barcelona me pareció revolucionario, muy gracioso, muy gamberro (...) Pero, personalmente, entre Juan Carlos y yo no hubo nada. No me sacó a bailar ni siquiera una vez. Aunque creo que él se lo pasó... en grande. Y yo también" 

"ANTE MI BANDERA HE PROMETIDO A ESPAÑA SER UN PERFECTO SOLDADO": El 15 de diciembre de 1955 juró bandera junto a los cadetes de su promoción, en el patio de armas de la Academia. El Conde de Barcelona no pudo asistir a la jura de bandera del Príncipe por decisión de Franco. Pero le envió una carta en la que le explicaba la trascendencia de esa fecha, en la que "con toda conciencia te consagras para el resto de tu vida en el servicio a España". Y que, como buen católico, no debía jurar a ciegas: "... Se jura mantener una disciplina, una abnegación y un espíritu de sacrificio hasta la muerte, si fuera preciso, en defensa de la patria". Como respuesta, don Juan Carlos envió un telegrama a su padre después de jurar bandera: "Ante mi bandera he prometido a España ser un perfecto soldado, y con emocion tremenda te juro que cumpliré lo dicho". Con el despacho de alférez en su poder, en el mes de septiembre de 1957 se incorporó a la Escuela Naval de Marín. Después de algo más de tres meses de aprendizaje, en enero de 1958 se embarcó con su promoción en el Juan Sebastián Elcano durante casi seis meses. El velero-escuela (rumbo a América desde Cádiz por La Española) acrecentó la pasión del Príncipe por la navegación. En el curso siguiente (1958-1959), don Juan Carlos se incorporó a la Academia General del Aire de San Javier (Murcia), donde obtuvo el título de piloto militar. Don Juan Carlos regresó a Madrid en abril de 1960. Se instaló provisionalmente en el pequeño palacete de El Escorial, conocido como la Casita de Arriba. Mientras, se acondicionaría el palacio de La Zarzuela, que sería su residencia definitiva. Y comenzó a recibir clases particulares, que compatibilizó con otras en la Universidad Complutense de Madrid.

 
"TODO EL MUNDO SABÍA QUIÉN ERA YO, PERO HACÍAN COMO SI NO LO SUPIESEN": Don Juan Carlos viajó a Madrid en enero 1955 para realizar los estudios de ingreso en la Academia Militar de Zaragoza. Volvió a España acompañado, también, de su hermano Alfonso, que comenzaba a estudiar el Bachillerato. Aunque fue tratado, en términos generales, como un cadete más, no pudo sortear alguna de las típicas novatadas a las que eran sometidos los recién llegados. Según ha reconocido posteriormente don Juan Carlos, durante los primeros días tuvo que gritar "¡Viva la República!" y servir la mesa a los veteranos durante una semana: "Tuve que pasar por todo. Hacer el reptil por el suelo del dormitorio, dormir con 'la monja' (el sable), me hicieron los rayos X (dormir en una tabla entre dos mesillas de noche)... de todo". El toque de diana era a las seis y veinte de la mañana, a cargo de la banda de música. Después, acudía a las clases. Se empleó a fondo en las de gimnasia, instrucción, equitación, natación, esgrima y de tiro. El joven Príncipe era plenamente consciente de que se estaba formando para asumir en algún momento la Jefatura del Estado, como Heredero de la Corona a la que Franco daría paso. Y sus compañeros también conocían el carácter extraordinario de su presencia en Zaragoza. "Todo el mundo sabía quién era yo, pero hacían como si no lo supiesen, aunque no siempre con éxito. Para los más íntimos, yo era Juan o Carlos; para otros, yo era Borbón, y para los demás yo era SAR, pero sin poner ningún énfasis en la sigla" 
“¡AH! ¿NO? PUES... NO SÉ CÓMO VOY A ARREGLARLO AHORA”: Después de aquel encuentro de adolescente (agosto de 1954) en el lujoso crucero por las islas griegas a bordo del Agamenón, don Juan Carlos y doña Sofía siguieron caminos muy distintos. (...) Aunque los dos coincidieron en distintas ocasiones, debido a la amistad entre los Condes de Barcelona y los Reyes de Grecia, Pablo y Federica. Algunas crónicas han destacado la presencia de los dos jóvenes en la boda de Isabel de Wurttemberg con Antonios de Borbón Dos-Sicilias, que tuvo lugar en julio de 1958, en el castillo de Althausen (Stuttgart, Alemania). Al parecer, en ese encuentro, don Juan Carlos se fijó en la princesa Sofía y comentó a algunos de sus amigos: “Ah, la princesa Sofía de Grecia. Ella me ha hechizado...”. Sin embargo, la relación se inició realmente en Nápoles, durante la celebración de los Juegos Olímpicos de Roma (finales de agosto y principios de septiembre de 1960). Las dos familias se alojaron en el mismo hotel y los reyes griegos les invitaron un noche a cenar en el barco Polemistis. Esa noche, doña Sofía le dijo abiertamente al Príncipe que no le gustaba nada con bigote (se lo había dejado recientemente). Y don Juan Carlos contestó: “¡Ah! ¿No? Pues... No sé cómo voy a arreglarlo ahora”. “¿No sabes cómo? -dijo doña Sofía-, pues yo sí sé cómo. Ven conmigo”. Le llevó a un cuarto de baño del barco, le hizo sentarse, le puso una toalla por encima, como en las barberías; cogió una maquinilla... “Levanté la nariz. Y se lo afeité. Él... se dejó", recordó tiempo después la Reina.
 
"PIENSO MUCHAS VECES EN TI": El encuentro determinante para el futuro de don Juan Carlos y de doña Sofíase produjo al año siguiente, a primeros de junio de 1961, con motivo de la boda de Eduardo de Kent y Katherine Worsley. El acontecimientoreunió en Londres a numerosas Familia Reales europeas (...) Doña Sofía descubrió a un joven muy distinto al "atolondrado, bromista y un poco gamberro" que había visto en el Agamenón, en 1954: "El que habla en la penumbra del Dorchester es un hombre taciturno, con mechas melancólicas, que pasa de la risa aparatosa, de la jarana exultante, del chiste pícaro, del comer sandía vestido de esmoquin dentro de un taxi londinense, a quedarse engolfado en un silencio umbrío (...) Este que la miraa través del cristal de su copa lleva alojada dentro la extrañeza de ese dolor atroz imaginario (...) Ese dolor ausente, pero terrible, dicem, de las amputaciones. Del hermano amputado". Ese mismo verano de 1961, doña Sofía recibió una postal de don Juan Carlos, enviada desde Estoril: "Querida Sofi: Pienso muchas veces en ti. ¡Qué bien lo pasamos en la boda! ¿Cuándo volveremos a vernos? ¿Qué haces ahora? Te recuerdo mucho. Besos. Abrazos. Y mucho amor. Juan Carlos". Volvieron a verse pocas semanas después en Corfú. Viajaron sin sus padres, aunque acompañados por el príncipe Constantino. Y, al parecer, allí se prometieron en secreto. 
"DOÑA SOFÍA LLEVA LA REALEZA EN LA SANGRE": Don Juan Carlos siempre fue consciente de que unía su futuro a una mujer a la que, con los años, calificaría de "gran profesional": "Lleva la realeza en la sangre. No hay nado extraño en ello. Hija de Rey, hermana de Rey, doña Sofía cuenta en su árbol genealógico con dos emperadores alemanes, ochos reyes de Dinamarcam cinco reyes de Suecia, siete zares de Rusia, un rey y una reina de Noruega, una reina de Inglaterra y cinco reyes de Grecia. Un pedigree que da vértigo. Pero lo mismo que San Francisco de Asís, sabe que no hay mejor ni más deseable figura que la sencillez" 
"NOS CASAMOS, ¿EH?": Don Juan Carlos, fiel a su estilo, ajeno al protocolo, pidió oficialmente la mano de doña Sofía al rey Pablo y a la reina Federica. Selo hizo saber a su abuela, la reina Victoria Eugenia. Pero no comentó nada a su novia... Al día siguiente, durante la comida, lanzó de repente por el aire una cajita pequeña a la princesa y gritó: "¡Cógelo, Sofi, que es para ti!" (... ) La cajita que voló inesperadamente sobre la vajilla y la cubertería y entre las copas contenía un anillo con dos rubíes y una barrita de diamantes (...) Tras el almuerzo se acercó a doña Sofía y le susurró con una amplia sonrisa: "Nos casamos, ¿eh?". Obviamente la respuesta fue un sí. El compromiso se hizo público de inmediato (...) Después de tantas gestiones, tantas dificultades, tantos asuntos de protocolo, al fin llegó el lunes 14 de mayo de 1962. Todo estaba a punto en Atenas. Don Juan Carlos, que se alojaba en un hotel muy próximo a palacio, se ciñó con fuerza el vendaje en su hombro izquierdo (días antes se lesionó practicando judo con su futuro cuñado). Engulló un par de analgésicos, se vistió con el uniforme de gala de teniente del Ejército. Se colocó en lugar visible su Toisón, el collar de la Orden de Carlos III que le otorgó Franco, el distintivo de la Orden de Malta... Cruzó la calle a pie, en busca de la novia. La saludó con cariño, aunque nervioso. Doña Sofía, con un vestido de seda trenzada de plata, lucía un largo velo de encaje y la diadema de diamantes de la familia. Las calles de Atenas estaban engalanadas de rojo y amarillo, azul y blanco, los colores de las enseñas de Grecia y España. Unos 45.000 claveles rojos y amarillos procedentes de Valencia y Cataluña adornaban la iglesia de San Dionisio Areopagita. Y una lluvia de pétalos de rosa cayó sobre los recién casados. Los 21 cañonazos certificaron la unión. 
"LA REINA NO SOLO HA SIDO LA ESPOSA LEAL: ES QUE HA ESTADO SIEMPRE DE MI PARTE": Doña Sofía no encajó demasiado bien que su marido la definiera como "una gran profesional" Ella prefiere considerarse su compañera, tanto personal como institucionalmente, Don Juan Carlos, aunque acepta la enmienda, entiende que es una enmienda parcial. "Yo sigo pensando que es una gran profesional. Pero es que, además, tenemos que serlo... ".  Pero, al margen de terminologías, lo que sí ha destacado don Juan Carlos es que doña Sofía, sobre todo, le ha aportado mucho: "La Reina no solo ha sido siempre la compañera fiel, la esposa leal y la persona que ha permanecido siempre a  mi lado: es que ella siempre ha estado de mi parte. En todas mis luchas. En todas mis dificultades. Y como decimos entre nosostros, cuando no éramos nadie. O en las tensiones muy fuertes que tuve con mi padre: ella ha estado, ¡siempre!, de mi parte (...) Tengo que decir también que ha sido una madre sensacional. Pocos hijos en este mundo han podido tener una atención absolutamente volcada de una madre como han tenido mis hijos. No los desatendía nunca. Y eso que venía conmigo a todos los viajes". 
"LA ZARZUELA ES UN VERDADERO HOGAR": Don Juan Carlos y doña Sofía soñaban con trasladarse a La Zarzuela y formar un hogar. Algunos les aconsejaron que, si se establecían en Madrid, ocuparan el Palacio de Oriente. Ni siquiera lo llegaron a considerar. Ellos tenían otro criterio: "Tenía la ambición de vivir con los míos una vida lo más parecida posible a la de una familia normal, en una casa en la que pudiéramos olvidar de vez en cuando el peso del Estado. Para eso necesitaba un alojamiento de escala humana, y Oriente no lo es. Oriente es un palacio, un enorme palacio. La Zarzuela es un verdadero hogar". Allí se instalaron a finales de 1963. Habían cumplido su objetivo. Ahora lo importante era tener algo que hacer en España... Algo que don Juan Carlos recordaría con cariño décadas después: "Fui a ver a Franco y le dije: 'Mi General, tengo que ocuparme en algo. Soy demasiado joven para estar sin hacer nada". Me miró en silencio durante largo rato (...) Finalmente me dijo: 'Haced que los españoles os conozcan, Alteza'. Y no dijo una palabra más. Yo tenía que comprender y decidir cuál era la mejor forma de que mis compatriotas me conocieran". A las pocas semanas, el 17 de abril de 1963, don Juan Carlos comunicó a las personas de su entorno que esperaba su primer hijo. Fue una niña. Su primera hija, Elena, nació el 20 de diciembre de 1963 en la clínica de Nuestra Señora de Loreto de Madrid. Pesó 4,3 kilos. El 13 de junio de 1965 nació en el mismo centro médico la segunda hija de los Príncipes, Cristina, que pesó 3,8 kilos. Y el 30 de enero de 1968, con la esperanza de que fuese varón, nació su tercer hijo en la misma clínica que las Infantas. Y fue varón. Pesó 4 kilos. El 8 de febrero tuvo lugar el bautizo del príncipe Felipe en La Zarzuela. La reina Victoria eugenia y don Juan fueron los padrinos. Franco, que asistió a la ceremonia acompañado de su esposa, mantuvo un breve encuentro con la reina Victoria Eugenia en una salita del palacio, a solas: "General -dijo la reina viuda-, esta es la última vez que nos veremos en vida. Quiero pedirle una cosa. Usted que tanto ha hecho por España, termine la obra. Designe Rey de España. Ya son tres. Elija. Hágalo en vida: si no, no habrá Rey. Que no quede para cuando estemos muertos. Esta es la única y última petición que le hace su reina" 
"HOY COMIENZA UNA NUEVA ETAPA DE LA HISTORIA DE ESPAÑA QUE HEMOS DE RECORRER JUNTOS": Dos días después de la muerte del general Franco, el sábado 22 de noviembre de 1975, don Juan Carlos era proclamado Rey de España en una solemne ceremonia celebrada en las Cortes. Aquel acto no solo debía ser el del inicio de su reinado. Era el comienzo de una nueva etapa. "Los españoles tenían que ver que algo había cambiado, que las cosas iban a ser diferentes", comentó años después doña Sofía. Entre otras cosas, se tuvo que cambiar a última hora el estrado del hemiciclo de las Cortes. don Juan Carlos había dicho: "No, nada de un solo sillón o dos sillones para el Rey y la Reina: ahí arriba tiene que estar la Familia Real. La institución monárquica, la Corona, no es únicamente el Rey. Por tanto, la Familia Real ha de estar al completo, todos a la misma altura y nunca por debajo de los presentes". Y, con el uniforme de capitán general del Ejército, juró fidelidad a los principios del Movimiento Nacional y las Leyes Fundamentales del Estado. Seguramente, con la mente puesta en las palabras que tanto había escuchado a su profesor Torcuato Fernández-Miranda: una ley puede ser reformada para dar lugar a otra ley. El presidente del Consejo de Regencia, de la Cámara y del Consejo del Reino, Rodríguez Valcárcel, proclamó solemnemente a don Juan Carlos como rey Juan Carlos I de España y él inició su primer discurso: "(...) Hoy comienza una nueva etapa de la historia de España. Esta etapa, que hemos de recorrer juntos, se inicia en la paz, el trabajo y la prosperidad, fruto del esfuerzo común y de la decidida voluntad colectiva. La monarquía será fiel guardián de esa herencia y procurará en todo momento mantener la más estrecha relación con el pueblo. (...) Deseo ser capaz de actuar como moderador, como guardián del sistema constitucional y como promotor de la justicia. Que nadie tema que su causa sea olvidada; que nadie espere una ventaja o un privilegio. Juntos podremos hacerlo todo si a todos damos su justa oportunidad. (...) La Corona entiende también como deber fundamental el reconocimiento de los derechos sociales y económicos, cuyo fin es asegurar a todos los españoles las condiciones de carácter material que les permitan efectivo ejercicio de todas sus libertades. (...) Una sociedad libre y moderna requiere la aparición de todos en los foros de decisión, en los medios de comunicación, en los diversos niveles educativos, en el control de la riqueza nacional. Hacer cada día más cierta y eficaz esa participación debe ser una empresa comunitaria y tarea de gobierno. (...) Os prometo fiermeza y prudencia. Confío en que todos sabremos cumplir la misión en la que estamos comprometidos. Si todos permanecemos unidos habremos ganado el futuro". 
"LA GENTE QUIERE CAMBIO: NO SE LES PUEDE DEFRAUDAR, TENEMOS QUE HACERLO BIEN": don Juan Carlos y doña Sofía culminaron con éxito las gestiones que venían realizando desde hacía semanas ante las cancillerías de las principales potencias del mundo. Deseaban verse arropados en el acto de la coronación por los representantes de toda la realeza europea y por los gobiernos democráticosmás influyentes en el concierto internacional. Querían marcar la diferencia entre una etapa y otra. El mundo entero tendría que empezar a mirar a España con otros ojos. El jueves 27 de noviembre de 1975, los Reyes y sus tres hijos se vistieron de gala para la ocasión. Don Juan Carlos, con el uniforme del Ejército, fajñin rojo y banda azul; doña Sofía, con mantilla negra, el lazo de damas de la Orden Dinástica Española de la reina María Luisa, vestido largo azul celeste y abrigo del mismo color. El príncipe Felipe y las dos Infantas, de negro. Ofició la ceremonia en la iglesia madrileña de los Jerónimos el arzobispo de Madrid y presidente de la Conferencia Episcopal Española, Vicente Enrique y Tarancón, criticado por el régimen franquista por su actitud aperturista. El cardenal no defraudó. Pidió a don Juan Carlos que fuese Rey "de todos los españoles". Terminada la ceremonia, coronado el Rey, don juan Carlos y doña Sofía desfilaron en coche por las calles de Madrid hasta el Palacio Real,donde tuvo lugar la recepción oficial a todos los invitados. Y desde allí saludaronpor primera vez como Reyes de España a todos los españoles. "El ambiente era otra cosa", recuerda doña Sofía: "En las calles había multitudes. Agitaban pañuelos, aplaudían, gritaban: '¡Viva el Rey!'. El Rey me comentó en un momento: 'Es difícil y es fácil: la gente quiere cambio. Hay ilusión... Pero no basta con ponerse en la cresta de la ola y dejarse llevar en la dirección que marca el pueblo. No se les puede defraudar. Tenemos que hacerlo bien" 
"LA REINA ES, SOBRE TODO, UNA MUJER DE FAMILIA": Disciplinada, exigente, con un cierto punto autoritario. Cabello castaño, ojos azules, nariz respingona, boca grande, de sonrisa fácil y cuativadora. Doña Sofía ha conocido la adversidad de la vida y la excelencia del poder. En palabras del Rey es "una mujer con un gran universo de intereses: es una gran defensora de las bellas artes, de la música, de la filosofía, de muchas empresas humanitarias (...) Pero, sobre todo, es una mujer de familia". 
"DEBIÓ DE SER MUY DOLOROSO PARA MI PADRE TENER QUE DECIDIR QUE YO VOLVERÍA PRIMERO": Quizás no fuese suficientemente valorada por los españoles la renuncia de don Juan de Borbón y Battemberg a los derechos dinásticos. Su generoso y patriótico gesto fue también el reconocimiento público de haber perdido definitivamente el pulso sostenido con Franco durante más de 34 años (1941-1975). Don Juan accedió a celebrar el 14 de mayo de 1975 un acto de renuncia, casi íntimo, en La Zarzuela. La voluntad de don Juan Carlos de convertirse en el Rey de todos los españoles, "vencedores y vencidos"era inequívoca e irreversible. Don Juan había visto cumplida la gran aspiración de su vida: la monarquía constitucional y democrática en España. "Para él debió de ser muy doloroso -dijo años después don Juan Carlos- tener que decidir que yo volvería primero. A veces me estremezco pensando en lo que ese hombre debió de sufrir". Don Juan evocó en su discurso de renuncia la figura de su padre, Alfonso XIII. Recordó que en el lecho de muerte , en el exilio, "pidiendo perdón y perdonando a todos", le transmitió un último mandato: "Majestad: sobre todo, España". Y renunció a los derechos en estos términos: "Instaurada y consolidada la monarquía en la persona de mi hijo y heredero don Juan Carlos, que en las primeras singladuras de su reinadoha encontrado la aquiescencia popular claramente manifestada y que en el orden internacional abre nuevos caminos para la patria, creo llegado el momento de entregarle el legado histórico que heredé y en consecuencia ofrezco a mi patria la renuncia de los derechos dinásticos de la monarquía española, sus títulos, privilegios y la jefatura de la Familia y Casa Real de España, que recibí de mi padre, el rey Alfonso XIII, deseando conservar para mí, y usar como hasta ahora, el título de Conde de Barcelona. ¡Majestad, por España, todo por España, viva España, viva el rey!". 
"EN ESTOS MOMENTOS LA CORONA ESTÁ EN EL AIRE Y YO VOY A HACER TODO LO POSIBLE PARA QUE CAIGA DEL LADO BUENO": El lunes, 23 de febrero, durante la sesión de investidura del presidente Calvo Sotelo en el Congreso de los Diputados, Tejero entró en el edificio al mando de un grupo de trescientos guardias civiles. La tribuna estaba repleta de periodistas. La televisión y las cadenas de radio retransmitían la sesión en directo. Muchos españoles fueron testigos del asalto. Don juan Carlos recibió la noticia a los pocos minutos. Inmediatamente fue a su despacho, "cogí el teléfono y llamé al jefe del Estado Mayor de Tierra". No tenían información precisa, pero le ofrecieron hablar con el general Armada. Y este le respondió tranquilamente"Recojo unos documentos y subo a La Zarzuela a informaros personalmente, Señor". El Rey se rodeó esa tarde noche de toda su familia: "Obligué al Príncipe de Asturias a pasar la noche en mi despacho para que me viera ejercer mi oficio de Rey (...) Tenía 13 años. La edad ideal para aprender lo que la vida podía enseñarle cuando quizá fuera demasiado tarde. 'Papá... ¿Qué va a pasar?', me preguntó al comienzo de aquella larga noche. Una vez más recurrí a la imagen del balón de fútbol que está en el aire y que no sabe de qué lado va a caer. 'Pues ya ves, Felipe, con la Corona es lo mismo. En estos momentos está en el aire y yo voy a hacer todo lo posible para que caiga del lado bueno'. Varias veces se durmió en la butaca. Pero cada vez le obligaba a despertarse: '¡Felipe, no te duermas! ¡Mira lo que hay que hacer cuando se es Rey!' (...) cuando le desperté por segunda o tercera vez, don Felipe murmuró: '¡Jo, papá, qué mes!". Con todas las tropas acuarteladas en todas la regiones militares, excepto en Valencia, el objetivo principal era hacer llegar un mensaje a los españoles. Debían saber que don Juan Carlos mantenía el orden constitucional. Vestido con el uniforme de capitán general, el Rey grabó el mensaje con tono firme, rostro de preocupació y sin poder ocultar su cansacio. TVE lo emitió a la una y cuarto de la madrugada: "Al dirigirme a todos los españoles, con brevedad y concisión, en las extraordinarias circunstancias que en estos momentos estamos viviendo, pido a todos la mayor serenidad y confianza (...) La Corona, símbolo de la permanencia y unidad de la Patria, no puede tolerar en forma alguna acciones o actitudes de personas que pretendan interrumpir por la fuerza el proceso democrático que la Constitución votada por el pueblo español determinó en su día a través de referéndum". Un sentimiento de alivio invadió la mayoría de los hogares de España en esa larga noche de inquietud, intriga y preocupación. El Rey no amparaba el golpe de Estado. El Rey defendía la libertad y la democracia. 
"MI PADRE SOÑABA CON ESPAÑA. YO LA VIVÍA": Don Juan, el padre de don Juan Carlos, vivió en el exilio en Estoril. Fue un rey sin trono -depositario de los derechos dinásticos- y fue constantemente ninguneado por Franco. La presencia de don Juan Carlos en España, pactada entre don Juan y Franco, le permitió al Caudillo dar una imagen monárquica al régimen y transmitir a los aliados la impresión de que las cosas estaban cambiando en España. Y, entre tanto, surgieron desavenencias entre padre e hijo. "El exilio cuando dura demasiado, acaba por falsear completamente la idea que uno se hace del paraíso perdido. Mi padre vivía rodeado de hombres que, en su mayor parte, eran exiliados desde la Guerra Civil. Hablaban de una España que no existía más que en los libros. (...) A menudo cuando iba a Estoril y hablábamos de tal o cual problema, mi padre se irritaba: '¡Demonios! ¡Me hablas desde el punto de vista de Franco!' Pero ¿qué otra cosa podía hacer? Yo vivía en la España de Franco. (...) Mi padre soñaba con España. Yo la vivía". Don Juan Carlos pidió a lagunas personas que hablaran con su padre con el fin de recuperar las relaciones. A finales de 1969 llevaba seis meses sin dirigirle la palabra. Y en esas Navidades, se sentaron en una cafetería de la plaza Saint François y hablaron: "Papá, objetivamente yo tengo más probabilidades de reinar que tú- Pero no estoy seguro. Franco puede cambiar de actitud. Lo que sí te puedo decir es que nos necesitamoslos dos. yo desde dentro y tú desde fuera. Porque yo, dentro, estoy completamente vigilado y no puedo tener contactos con la oposición. Y tú, fuera, sí puedes. Y solo de esta manera podré hacer una monarquía democrática, para todos los españoles, piensen de una manera o piensen de otra", le dijo en aquel café como recordaría más recientemente. "Mi padre estaba como ensimismado y no decía nada. Yo tampoco tenía más que decir. En esas, me mira, se pone de pie... 'Venga, prefiero creerte, ¡dame un abrazo!' Y allí echamos nuestras lágrimas los dos (...) A partir de aquel té en el café Romand, mi padre fue mi mejor consejero, mi apoyo más firme... y más leal". 
"SOMETERTE A UNA DISCIPLINA, TE HACE SER LIBRE": Como Heredero a la Corona, don Felipe ha recibido una educación muy distinta a la de sus hermanas. Aunque sí ha conocido el calor del hogar, los monarcas también quisieron que endureciera su caracter. "El ejército, la disciplina fue fundamental. Eso es lo que te hace ser libre: someterte a una disciplina, saber dominarte a ti mismo. Si no, estás perdido. También en Lakefield College de Canadá fue muy duro... Pero volvió hecho un hombre". Porque, según doña Sofía: "A Felipe, de pequeño, entre todos lo habíamos malcriado. Le gustaba dormir mucho y madrugar poco. Tenía tendencia a la comodidad, al capricho, a hacer lo que le daba la gana, a salirse con la suya... Por eso convenía exigirle. Y nos planteamos enviarle a un internado fuera y lejos"  
"ESPERO QUE DON FELIPE SE HAGA QUERER POR LOS ESPAÑOLES": Don Felipe empezó a ejercer desde muy pronto las actividades propias de su condición de Heredero a la Corona. Desde 1995 realiza viajes por toda España, siguiendo el mandato de su padre. "Que siga el consejo que me dio el general Franco: 'Alteza, haced que los españoles os conozcan'. Y espero que don Felipe se haga querer por losespañoles tanto como al parecerme quieren a mí. Es todo lo que pido".  
"YO LE DIGO A MI HIJO FELIPE: 'AQUÍ HAY QUE GANARSE EL SUELDO DÍA A DÍA. SI NOS TUMBAMOS A LA BARTOLA NOS BOTAN": Don Juan Carlos ha repetido en numerosas ocasiones a su hijo que el oficio de Rey es mu duro. "Yo a veces se lo digo: 'Oye no tecreas que esto está ganado pa'siempre. Aquí hay que ganarse el sueldo día a día. Yo no puedo tumbarme a la bartola. si nos tumbamos a la bartola, nos botan"  
"AQUELLOS AÑOS ME AYUDARON A REAFIRMAR LOS IDEALES QUE YA ME HABÍA INCULCADO MI PADRE": En el año 2005, el rey Juan Carlos volvió a la Academia para conmemorar las bodas de oro de la XIV promoción. Esta vez le acompañaba la reina Sofía. Rodeado de muchos de sus compañeros y con traje de capitán general del ejército de Tierra, renovió el juramento a la bandera, "con la misma fimerza e ilusión" -dijo- que cincuenta años atrás. "En mi experiencia personal, aquellos años me ayudaron a reafirmar los ideales que ya me había inculcado mi padre, centrados en el amor a España y el espíritu de servicio a todos los españoles". Sobre estas líneas, la entrañable imagen protagonizada por el Rey y un niño que le 'robó' su gorra el día de sus bodas de oro con el Ejército. 
"TENGO QUE DEMOSTRAR A LOS ESPAÑOLES QUE LA MONARQUÍA PUEDE SER ÚTIL": Los españoles han descubierto a un rey simpático, cercano, campechano, que impulsaba el progreso, la renovación, la modernización de España. Muchos españoles no se convirtieron en devotos monárquicos, sino en 'juancarlistas'. Un fenómeno ante el cual don Juan Carlos admite que se siente halagado y preocupado: "Me preocupa porque un hombre, un rey, puede hacerse querer muy rápidamente. A veces basta poca cosa:bun gesto que impresiona, una palabra pronunciada en el momento justo... ¡qué sé yo! Pero una monarquía no arraiga en el corazón de un país de la noche a la mañana. Se necesita tiempo. Y el tiempo pasa tan rápido... Y yo tengo que demostrar a los españoles que la monarquía puede ser útil al país. Continuaré trabajando para que los españoles acepten que esa persona a la que llaman familiarmente 'Juan Carlos' encarna una institución. Y que es esa institución lo que cuenta" 
"VEMOS SUS CARAS, ESCUCHAMOS SUS PALABRAS Y PODEMOS SABER LO QUE QUIERE EL PAÍS": Don Juan Carlos ha expresado "su inmensa y constante fe en el pueblo español", para el que "trabajaré toda mi vida y juntos trabajaremos por España: juntos resolveremos los problemas del futuro". Y más aún: "Tengo la esperanza de que durante mi reinado España ocupe un lugar de importancia entre las naciones libres del mundo, y el pueblo español goce de libertad y justicia". También España confía en su Rey: "El pueblo español se echa a la calle por miles... Podemos ver sus caras, podemos escuchar sus palabras y así podemos tener una idea acertada de lo que quiere el país, de lo que el pueblo desea que hagamos como Rey y como Reina de España" 
"VUESTRO REY SUFRE CON TODOS VOSOTROS": El rey Juan Carlos, que también ha estado en el punto de mira de ETA, ha condenado públicamente el terrorismo con especial contundencia. Y se ha unido al dolor de las víctimas, que siempre se han visto acompañadas por toda la Familia Real. Con motivo de los atentados de 11M, el Rey se dirigió a los españoles por televisión. Condenó los atentados sin atribuir la autoridad a banda terrorista alguna, dedicó un emocionado recuerdo a las víctimas y se unió al dolor de sus familiares otorgando duros calificativos a los terroristas: "La barbarie terrorista ha sumido hoy a España en el más profundo dolor, repulsa e indignación (...) Vuestro Rey sufre con todos vosotros , comparte vuestra indignación y confía en la fortaleza y eficacia del Estado de derecho para que tan viles y cobardes asesinos caigan en manos de la justicia, y cumplan en prisión todas las penas que los tribunales les impongan. Habrán de dar cuenta de sus crímenes, de forma irremisible"  
"DE NO HABER SIDO REY, SEGURO QUE HUBIERA SIDO MARINO": Don Juan Carlos es un apasionado del mar. Desde 1972, el Rey ha participado y ganado numerosas regatas con el 'Bribón', nombre que han recibido los catorce veleros utilizados por el equipo que capitaneó don Juan Carlos hasta 2011; a finales de ese año decidieron vender el último 'Bribón', un barco de 15,85 metros de eslora y 4,42 de manga. "Toda la familia llevamos el mar en la sangre. Solo nos sentimos verdaderamente libres cuando nos encontramos a bordo del 'Fortuna'. De no haber sido Rey, seguro que hubiera sido marino" 
"LO SIENTO MUCHO ME HE EQUIVOCADO Y NO VOLVERÁ A OCURRIR": El 17 de abril de 2012, don Juan Carlos recibió el alta y abandonó el hospital USP San José de Madrid después de haber sido operado de la cadera. en el pasillo le esperaban los periodistas de TVE y Efe. Y ante ellos dijo: "Estoy deseando retomar mis obligaciones. Lo siento mucho, me he equivocado y no volverá a ocurrir". Con esas palabras, que sonaron llanas y sinceras en todos los rincones del país, don Juan Carlos puso fin a uno de los capítulos de su vida personal más difíciles y controvertidos. Por primera vez en sus más de 36 años de reinado se había puesto en entredicho el comportamiento del Rey. Los medios de comunicación rompieron el tono con el que habitualmente trataban las informaciones del monarcay no ahorraron las críticas. Su ingreso en el hospital reveló que había participado días antes en una cacería , en Botsuana (sur de África), donde se fracturó la cadera. Sorprendió que en un contexto de severa crisis económica, el monarca dedicara parte de su tiempoa un deporte que exige un desembolso elevado, aunque se informó de que había sido invitado. 
¡POR QUÉ NO TE CALLAS!: Don Juan Carlos, desde aquel martes 9 de noviembre de 1948, cuando llegó por primera vez a España en el Lusitania Express, ha desarrollado una gran capacidad relacional. Todos los observadores coinciden en afirmar su buen tino y visión en los asuntos internacionales. Durante los 37 años de su reinado, ha realizado más de 230 viajes oficiales al extranjero; ha visitado más de 100 países de todo el mundo; ha sido anfitrión en centenares de recepciones a Jefes de Estado y de Gobierno; ha entregado las credenciales a miles de diplomáticos de terceros países... Y también ha vivido momentos de especial tensión en sus relaciones internacionales. En la cumbre iberoamericana que se celebró en noviembre de 2007 en Santiago de Chile tuvo lugar uno de ellos. El Presidente de Venezuela, Hugo Chávez, acusó a José María Aznar, que había dejado la presidencia del Gobierno de España en 2004, de haber amparado un golpe de Estado contra él en 2002, por lo que le calificó de fascista. Y el presidente Rodríguez Zapatero, que sucedió a Aznar en 2004, reclamó respeto a un Gobierno democrático. Chávez reiteró la acusación e interrumpió constantemente a Rodríguez Zapatero. Entonces, don Juan Carlos medió en la discusión repentinamente, visiblemente enfadado, con cinco palabras: "¡Por qué no te callas!". La frase fue titular destacado de todos los medios de comunicación. Los analistas valoraron muy positivamente la intervención del Rey, que hizo valer su prestigio ante las insidias del Presidente venezolano contra un régimen democrático. Don Juan Carlos y Hugo Chávez normalizaron sus relaciones poco después. Cuando Chávez visitó un año después en Marivent a los Reyes de España, el monarca le regaló una camiseta con la ya popular leyenda. 
"SE HA DEMOSTRADO QUE LA MONARQUÍA SE ENCUENTRA POR ENCIMA DE CUALQUIER IDEOLOGÍA": Aunque en 1975 don Juan Carlos heredó todos los poderes del Estado que poseía Franco, desde su juventud hizo suya la idea de su padre, don juan. convirtió su reinado en una monarquía constitucional y democrática. Implicaba la renuncia a la mayor parte de los poderes que recibía de Franco. Así como su no participación en el debate político ni en la toma de decisiones ordinarias. Esas tareas desde entonces corresponderían a los partidos democráticos y al Gobierno elegido por los españoles mediante sufragio universal. "Se ha demostrado en todo caso que la monarquía se encuentra por encima de cualquier ideología", ha dicho al respecto don Juan Carlos 
"OS PIDO QUE ARRIMÉIS EL HOMBRO PARA CREAR EMPLEO, PORQUE LA SITUACIÓN ES MUY SERIA": Al igual que años atrás el rey Juan Carlos se implicó personalmente en el seguimiento de aquellos acontecimientos que amenazaban la estabilidad de las instituciones y la convivencia de los españoles, desde 2008 ha expresado su preocupación por el alcance y las consecuencias de la crisis económica internacional. Una crisis que en España adquirió una singular virulencia, debido al desplome del mercado inmobiliario y a sus graves repercusiones en el sector financiero. 
"PALABRA DE REY": Dice Fermín J. Urbiola de su libro que es un "retrato del alma del Rey a través del pincel de su palabra". A través de sus testimonios que ilustran la faceta más íntima de don Juan Carlos, desde su niñez hasta hoy, y especialmente en los años de la transición que él pilotó. "Creo que hoy es bueno recordar, ante el ruido de tantos árboles que caen, también los que crecen. Y esos valores de la transición me parecen más actuales que nunca: concordia, unión, diálogo, perdón…"