Después de haber vivido una estricta cuarentena en el Castillo de Windsor, desde donde tuvo varias apariciones virtuales, la Reina Isabel reapareció con enorme alegría en la boda de la Princesa Beatriz de York. Antes de eso, se le vio brevemente en una pequeña versión del Trooping the Colour, celebrada en Windsor; para después trasladarse a Balmoral para pasar su verano como es costumbre. Ha sido precisamente hasta allá, a donde le ha llegado una dolorosísima noticia. El domingo se dio a conocer que después de la carrera de Newbury, su caballo de cuatro años, Space Walk, tuvo que ser sacrificado. Aunque los veterinarios corrieron a revisarlo cuando el jockey Tom Marquand alertó que algo había pasado, la lesión fue muy seria y tuvo que ser sacrificado tras la carrera.
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El golpe será duro para la monarca, quien desde muy pequeña mostró el enorme cariño que tiene a los equinos. Su primera lección de equitación la recibió cuando tenía solamente tres años de edad, y un año después recibiría como regalo de parte de su abuelo, el Rey George V su primer pony. Se trataba de una yegua Shetland, la cual se convertiría en su querida compañera. Desde entonces, han pasado cuatro décadas y nunca ha dejado de cabalgar. Además de su afición por la equitación, también es una reconocida criadora de caballos y se sabe que nunca es más feliz que cuando ve a sus ejemplares competir, dando -lejos de cualquier protocolo- los más especiales despliegues de alegría y emoción.
En 2014 recibió el Lifetime Achievement Award de la Equestrian Federation por su dedicación al deporte. “Su Majestad, la Reina Isabel, es una amante de toda la vida de los caballos, quien inspira a millones alrededor del mundo”, dijo en su momento la Princesa Haya de Jordania, Presidente de la Federación y amante de los caballos, “Ella es una verdadera amazona, que todavía cabalga cuando su vida profesional se lo permite, y su conocimiento sobre la cría y líneas de sangre es increíble”.
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Los caballos de la Reina
El amor de la Reina por los caballos ha sido una constante a lo largo de su vida y uno de los pocos gustitos que se da cuando tiene la oportunidad. En Horse & Hound se documentaron los cambios que la monarca ha tenido que hacer a lo largo de los años para poder mantenerse galopando. Por ejemplo, cuando Sanction -un regalo de la Real Policía Montada de Canadá- fue el último caballo home-bred de la Reina tras 18 años juntos, para comenzar a montar equinos de menor estatura.
En esa misma publicación, la Reina aceptó compartir un listado de sus caballos favoritos. Betsy, que la acompañó en los años 60s encabezó la lista; seguida por Burmese que recibió en 1969 y que montó hasta 1986, la última ocasión en que llegó a caballo al Trooping the Colour; Doublet, fue un caballo criado personalmente por la Reina y con el que la Princesa Anne ganó el European Eventing Championship en 1971; Columbus, también compañero de carreras de la hija de la Reina; Sanction, del que se dice tuvo el lazo más cercano con la Reina; Balmoral Jingle y Balmoral Curlew, que ganaron varios premios; y Emma, quien todavía acompaña a la Reina en sus paseos.
La Reina se encuentra pasando el verano en Balmoral, como es costumbre en esta época. La monarca y su esposo, el Príncipe Felipe, aterrizaron en Escocia a principios de agosto. La pareja voló en un vuelo privado desde Northolt hasta Aberdeenshire. Se sabe, que tal como sucedió en Windsor, la pareja permanecerá en su propiedad con el equipo más reducido, conocido como la Burbuja de Su Majestad, medida impuesta desde que comenzó la cuarentena, para evitar cualquier exposición innecesaria.