En la boda real

La verdadera razón por la que la Princesa Beatriz agregó mangas al vestido de la Reina

La Reina llevó este diseño por primera vez en 1961 durante una visita oficial a Roma

Por Carolina Soto

La publicación de los retratos oficiales de la boda de la Princesa Beatriz y Edoardo Mapelli Mozzi dejó al descubierto algunos de los detalles más especiales de esta ceremonia que se llevó a cabo en total secreto el viernes pasado. Si en las imágenes no se podía ver más emocionados y enamorados a los novios, los detalles detrás del ajuar de la novia conmovían por los varios guiños de cariño relacionados con su abuela, la Reina Isabel. No solamente Beatriz llevó la misma tiara que la monarca usara para llegar al altar en 1947, sino que por primera vez en la historia moderna, un vestido del clóset de la monarca fue prestado para convertirse en vestido de novia. Por supuesto, esto se convirtió en tema de conversación entre los seguidores de la moda real, pero surgió una pregunta, ¿por qué Beatriz agregó mangas al diseño original?

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Tal como se dio a conocer por el Palacio de Buckingham, Angela Kelly – quien está encargada del guardarropa de la Reina desde hace décadas- y Stewart Parvin -el costurero real- fueron los encargados de realizar las alteraciones al vestido original para que se convirtiera en un vestido de novia. Y entre estos cambios, tuvieron que agregar unas discretas mangas que no eran parte del diseño original. La verdadera razón detrás de esto es que buscaban apegarse a la norma para los lugares de adoración en Gran Bretaña, que considera que los hombros descubiertos son inapropiados. De esta forma, la novia cumplía con las reglas de la Royal Chapel of All Saints del Royal Lodge en Windsor.

El vestido es una creación de Norman Hartnell, encargado de diseñar los vestidos de la Reina Madre y posteriormente de la Reina Isabel. El diseño fue hecho originalmente para la visita de Estado que la Reina hizo a Roma en 1961, y curiosamente, la monarca también llevó los hombros cubiertos en aquella ocasión con una estola de piel, por las bajas temperaturas que se vivían en aquel momento. El vestido se volvió a ver en 1962, cuando lo llevó en la premier de Lawrence de Arabia en Leicester Square. En aquella ocasión se pudo ver que contaba con dos delgados tirantes que contaban con los mismos bordados que la parte superior del diseño.

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El vestido volvería a ver la luz en la apertura del Parlamento de 1966, que aunque dejó los hombros de la Reina al descubierto, sería discretamente cubierto con la capa ceremonial que año con año la monarca debe usar durante este importante evento en su calendario.

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La tiara

Pero si el vestido ha sido todo un tema de conversación, la tiara elegida para esta ocasión no ha sido diferente. Como es tradición, la novia llevó una de las tiaras de la Reina, pero no se trató de una cualquiera, sino de una con enorme importancia sentimental. Por segunda vez desde su boda, la Reina Isabel prestó la tiara con la que llegó al altar con el Príncipe Felipe en 1947 a una novia. La primera en tomarla prestada fue la Princesa Anne -hija de la Reina- en 1973 para su enlace con el Capitán Mark Phillips.

Se trata de la tiara de la Reina Mary, abuela de la Reina. Hecha por Garrard, se trata de una pieza realizada con el collar de diamantes que la Reina Victoria llevó el día de su boda. Con inspiración de la corte rusa, se trata de una de las piezas más llamativas del baúl. A pesar de ser la tiara de su boda, la Reina Isabel la llevó en contadas ocasiones hasta el 2002, pues pertenecía a su madre, quien se la heredaría después.

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