La jefa de protocolo de la Casa Blanca

‘La bolsa de la Reina no se toca’, la valiosa lección que aprendió el equipo de los Obama

En su visita al Palacio de Buckingham, ésta fue una de las lecciones que quedaron claras

Por Carolina Soto

Los varios encuentros de Barack y Michelle Obama con la Reina Isabel, siempre dieron mucho de qué hablar. La exprimera dama, incluso, quiso compartir un poco sobre su visita al Palacio de Buckingham en su libro, Becoming. Pero cuando se creía que se sabía todo sobre esta cálida relación, la Jefa de Protocolo durante la presidencia de Barack Obama, Capricia Penavic Marshall, ha revelado una curiosa anécdota que deja al descubierto uno de los misterios más grandes alrededor de la monarca. Y es que desde hace décadas usa el mismo modelo de bolsa, y nunca se separa de ella. De hecho, se ha dicho que la Reina se comunica a través de su bolsa con su equipo, pero lo que aprendieron en la Casa Blanca es que bajo ninguna circunstancia se debe tocar el bolso de Isabel II.

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“La bolsa no se toca”, fue la indicación que uno de los oficiales del Palacio de Buckingham le dio a Capricia cuando se acercó a ayudarle a la Reina mientras se encontraba con los Obama en el 2011, según ha contado a People. Por supuesto, después de disculparse por la ‘impertinencia’ Capricia no pudo sino preguntarse, ¿qué hay adentro de la bolsa que es tan importante no tocarla?

Capricia conoce muy bien de protocolo, habiendo trabajado antes también en la administración de los Clinton, por lo que estaba acostumbrada a ayudar a las mujeres con su bolsa mientras tomaban fotografías oficiales o saludaban a mandatarios. Es por eso que cuando en el encuentro de la Reina con los Obama en el 2011 se dio una situación similar, no dudó en actuar: “Cuando Su Majestad salía, le hice el comentario a mi contraparte. Dije, ‘Oh por Dios, Su Majestad tiene su bolsa’. Hice un mínimo movimiento con mi pie izquierdo. Él, con sus dos manos, me empujó hacia la pared y me dijo: ‘No toques la bolsa’, le dije, ‘Oh por Dios, lo siento tanto’. Él me dijo, ‘La bolsa no se toca’. Y le dije, ‘Okay, una disculpa. Nunca lo haría. Pero, ¿sabemos qué hay en la bolsa?’. Y me dijo, ‘No sabemos lo que hay en la bolsa, pero nunca tocamos la bolsa’”, se lee en el libro Protocol: The Power of Diplomacy and How to Make It Work for You, que Capricia estrenó este martes.

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Tal como se ha dicho antes, parece que la razón radica en la comunicación que la Reina tiene a través de la bolsa con su equipo, según narra Capricia en el extracto del libro que compartió con la publicación estadounidense. “Después supe que, tal vez, ella usa la bolsa como una señal. Si está en una parte del brazo, significa que la reunión va bien, ‘déjenme en paz’. Pero si la baja, significa, ‘Acaben con esto. Me quiero ir’. La gente ha especulado que en la bolsa lleva su celular para poder hablar a sus nietos, lo que encuentro completamente adorable”, escribió.

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El mito de la bolsa

Capricia no es la primera en hacer referencia a este lenguaje no escrito que con los años la monarca ha instaurado con su equipo a través de su inseparable bolsa. Aunque también ha de decirse que como cualquier mujer, la Reina lleva cosas mundanas en su bolso. Cómo olvidar las veces que se le ha captado retocando su lipstick en público, cuidando el siempre verse perfecta. A lo largo de los años también se han ido desvelando algunos de los misterios del bolso, por ejemplo, que solo lleva dinero los domingos, cuando la monarca lleva un billete perfectamente planchado para darlo como limosna en misa.

La mítica de la bolsa es tal que hasta en el retrato por el cumpleaños 90 de la Reina con todos sus bisnietos, se volvió en protagonista, al convertirse en el objeto perfecto para mantener a la traviesa Mia Tindall ocupada. Desde 1981, la bolsa de la Reina ha sido fabricada por la firma británica Launer London: “Todos los bolsos de la Reina son hechos a mano con la más suave piel de borrego. El estilo que más ha usado en los últimos años es el Traviata, de forma simple con asas cortas y el famoso logo de cuerda torcida de Launer como broche al frente”, ha explicado el dueño de la firma Gerard Bodmer a HELLO!.

Con un precio de $2,348 dólares, en definitiva, entendemos por qué no se toca.

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