Cuando le preguntamos a Ana cómo fue organizar una boda con la crisis sanitaria que estamos viviendo asegura que, en algunos momentos, no fue nada fácil. "Estaría mintiendo si dijese que no he tenido momentos de inestabilidad, pero gracias a la seguridad que nos transmitían nuestras familias y amigos, y en especial la positividad de César y de mi madre, nunca tiramos la toalla. Hubo momentos en los que no sabíamos si las Iglesias estarían abiertas, ni los restaurantes. Tampoco los horarios disponibles, ni si podríamos tener invitados o en caso de que sí, cuantos podrían acompañarnos… era todo muy cambiante y algo caótico, pero sin duda, mereció la pena, nos hizo más fuertes, y aunque suene a tópico, de verdad, fue el día más emocionante de nuestras vidas. Es difícil de describir lo que sentimos, además del calor recibido por nuestra gente aquel día. Nos sentimos muy afortunados".