El vestido que convirtió a Ana en la novia más elegante está inspirado en un 'saree'

Pudieron celebrar su boda en la fecha que tenían prevista y ella llevó el vestido de sus sueños; esta es su historia

Por Regina Navarro

Ana es una de esas novias que ha vivido con incertidumbre como avanzaba la situación sanitaria en España. Ella y César tenían previsto casarse a principios de septiembre en la Basílica de Nuestra Señora del Lledó, en Castellón de la Plana. "Teníamos claro que si podían celebrarse bodas para entonces, de la forma que fuese, manteníamos el 4 de septiembre. Nada pudo con la ilusión de iniciar una vida en común. Dentro de que no ha sido un camino nada fácil, hay un gran aprendizaje detrás de todo esto. Entre tanta incertidumbre, lo realmente importante mantiene su lugar y todo lo demás, tiene solución", explica. Fueron afortunados y pudieron darse el 'sí, quiero' el día que tenían previsto y, aunque tuvieron que hacer algún que otro cambio en sus planes iniciales, nada enturbió su gran día. Además, explica Ana, llevó el vestido de sus sueños, una prenda creada a medida por Diego Estrada y muy elegante.

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No todas las novias tienen claro qué diseñador o firma será la responsable de su vestido de novia. Pero Ana no lo dudó ni un instante. "Diego y yo ya nos conocíamos y siempre me ha encantado la sobriedad y elegancia que le caracteriza, además de la tranquilidad que transmite. Quería que fuese muy yo y sabía que él lo clavaría. Algo de corte sencillo pero con un toque muy especial. Lo hicimos en tiempo récord y sin ninguna duda", apunta la novia. Su vestido, de corte recto y elegante, tenía un detalle que lo hacía único y totalmente especial. Basta prestar un poco de atención a la prenda para descubrir una pieza bordada que recorre el escote, la espalda y uno de los laterales del diseño. "La trajimos mi madre y yo de un viaje a La India y pertenecía a un saree antiguo que encontramos en un puestecito callejero de Udaipur. Eso junto a la capa-cola y drapeado de tul de seda que incorporaron, para mi gusto, no pudo hacer el vestido más especial".

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Ana nos explica que se trata de la misma prenda que habría llevado aunque su boda no hubiera coincidido con la alerta sanitaria. "Solo nos vestimos de novias una vez en la vida y al margen de las circunstancias, nada ni nadie puede arrebatarnos la ilusión de sentirnos especiales ese día, por lo que independientemente del tipo de boda escogida, ¡animaría a todas las novias a vestirse según siempre han soñado!", asegura.

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Para completar su estilismo optó por un moño tipo bailarina que decoró con dos peinetas doradas. El mismo tono que predominaba el resto de accesorios. "Confié en Isabel, una floristería de Benicàssim en la que lo hacen todo con mucho gusto. Ella me captó enseguida y me propuso una planta diferente que no había visto nunca y que sin duda acepté. Era astilbe rosa, que combinado con eucalipto, quedó muy especial. El tallo estaba adornado con una Virgencita. Un regalo sorpresa de mi amiga Paloma, amiga desde los tres años. Era la Virgen de Lidón", relata la novia.

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Organizar una boda en tiempos difíciles

¿Cómo ha sido preparar una boda en tiempos como los que hemos vivido?  
La verdad es que ha sido complicado y con momentos emocionales muy difíciles. Seguir siempre con la idea de ir hacia adelante tropezaba con muchas piedras que la situación nos iba poniendo en el camino. Yo soy de Castellón de la Plana donde vive mi familia y tenía la ilusión de casarme en la Basílica de Nuestra Señora del Lledó donde está la Virgen de Lidón, Patrona de nuestra ciudad. Viviendo los dos fuera, necesitábamos planificar con tiempo, y en estas circunstancias resultaba complicado.
Estaría mintiendo si dijese que no he tenido momentos de inestabilidad, pero gracias a la seguridad que nos transmitían nuestras familias y amigos, y en especial la positividad de César y de mi madre, nunca tiramos la toalla. Hubo momentos en los que no sabíamos si las Iglesias estarían abiertas, ni los restaurantes. Tampoco los horarios disponibles, ni si podríamos tener invitados o en caso de que sí, cuantos podrían acompañarnos… era todo muy cambiante y algo caótico, pero sin duda, mereció la pena, nos hizo más fuertes, y aunque suene a tópico, de verdad, fue el día más emocionante de nuestras vidas. Es difícil de describir lo que sentimos, además del calor recibido por nuestra gente aquel día. Nos sentimos muy afortunados.

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¿Qué cosas tuvisteis que modificar respecto a vuestra idea de boda original?
Repartimos las invitaciones bastante tarde por las circunstancias, y una vez ya nos habíamos animado a hacerlo es cuando en la Comunidad Valenciana, y a quince días de la fecha, cambiaron los horarios de apertura de hostelería. Nuestra boda que iba a ser de noche (nos casábamos a las 18h) tuvo que pasar a ser de mediodía.
Comunicamos por WhatsApp los nuevos horarios y advertimos a los invitados que, por supuesto, no queríamos que ese cambio supusiera ningún problema en el vestuario que tuvieran planificado para una boda de noche. La verdad es que todo el mundo entendió la situación e hicieron todo lo posible por poder estar a pesar del cambio de hora.

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A muchos novios les preocupan ciertos temas como tener que llevar mascarillas, la reducción de aforos o la limitación en el baile. ¿Fueron factores determinantes para elegir el tipo de boda que celebrasteis?
Lo que nos asustaba y apenaba, era el no poder estar rodeados de nuestra gente. En ese caso, nuestra idea era hacer una celebración en cuanto se pudiese. Dentro de la suerte que tuvimos (fuimos muy afortunados), hubo gente importante que por diversas circunstancias no pudo acompañarnos, y con quienes sin duda, celebraremos cuando la ocasión lo permita.
Nuestra boda fue de las pocas que se celebraron en la Basílica del Lledó por motivo de cancelaciones. Así mismo ocurrió con el Mas del Pi donde hacíamos la celebración. Todo era un absoluto desconcierto también para ellos y solo tenemos palabras de agradecimiento por la gran implicación en que todo saliese bien. Ellos y las chicas de Fit for Weddings, con quienes tuvimos la suerte de contar en nuestro gran día, pusieron todo de su parte para garantizar la seguridad de todos nosotros y el cumplimiento de las medidas establecidas. Vivieron nuestro día como si fuese el suyo y por eso les estamos tan agradecidos.
El tema de las mascarillas no nos preocupaba. Si decidíamos casarnos en tiempos de Covid, había que adaptarse a las circunstancias, así que le dimos la vuelta y repartimos mascarillas que hicimos para la ocasión en diferentes colores, quedó divertido. Por lo demás todo fue "parecido" a lo que teníamos pensado pero adaptado a la situación y a la normativa. Por ejemplo, como estaban prohibidas las corales, sustituimos la que teníamos contratada por la actuación del tenor D. Vicente Ombuena. En vez de pista de baile, montamos unos reservados con capacidad máxima de 10 personas. Las mismas que habían tomado el aperitivo juntas, y la comida de después. Fue una gran solución con la que disfrutamos como enanos.

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¿Qué consejo le darías a todos esos novios que no saben si posponer su boda?
¿Quién sabe nada de lo que va a ocurrir? ¿Quién nos asegura cómo estaremos mañana? Hoy en día todo es incertidumbre y no podemos permitir que esto acabe con la ilusión de celebrar algo tan bonito. Tenemos que intentar adaptarnos a los tiempos y si se permite, seguir adelante, aunque eso suponga hacer los cambios que sean necesarios. Que tenga que ser diferente no significa que deje de ser especial. Sino todo lo contrario. Por supuesto esta opinión se esclarece pasado el gran día, donde todo se ve con perspectiva y todo recuerdo es positivo. Sentimos muy de cerca el calor de nuestra gente, y las emociones afloraban. El camino había sido difícil pero el día culminó con éxito y nada podía hacernos más felices. Se respiraba una energía y tranquilidad especial que hizo que el día fuese mejor de lo que jamás hubiésemos imaginado (con y sin covid).

¿Qué fue lo más especial de aquel día?
No podría quedarme con una única cosa. Desde que me levanté sentí lo afortunados que éramos. Por fin había llegado el día, lo habíamos conseguido… Los preparativos con mi madre donde afloraban los nervios. El trayecto con mi padre a la Iglesia, cogidos de la mano. La entrada, donde sentí la cercanía de todos los que nos acompañaron, desde el primer paso. La mirada de César, desbordante de emoción. El momento del consentimiento, las palabras más firmes y sinceras de toda mi vida.