Cómo empezar a aplicar la pedagogía Waldorf con los más pequeños de la casa

Puede que sea una pedagogía centenaria, pero todavía, a día de hoy, muchas de sus ideas siguen resultando ‘revolucionarias’. El método educativo Waldorf, uno de los más reconocidos en lo que a sistemas alternativos se refiere, nos habla de niños que tienen que desarrollarse de forma autónoma, crecer en un entorno libre, y aprender de todo lo que les rodea. Un proceso en el que tanto los profesores como los padres les acompañan, y que nos invita a reflexionar sobre la utilidad de exámenes y otros conocimientos teóricos que nos imparten (y evalúan) desde bien pequeños.

Si en alguna ocasión has sentido curiosidad por este sistema educativo, te explicamos, de la mano de Lourdes Tormes, maestra de pedagogía Waldorf, cómo aplicarlo en casa, pensando en los niños de 1 a 3 años.

Lee también: Ocho libros imprescindibles para adentrarte en la Disciplina Positiva

¿Qué es Waldorf?

El responsable del sistema educativo Waldorf es Rudolph Steiner. Un austríaco Doctor en Filosofía y Letras que ejerció como profesor en la Universidad de Berlín (aunque estudió también otros campos como las matemáticas, la física o las artes).

Sin embargo, su pedagogía no comienza en la esfera universitaria, sino en la industrial, cuando recibe un encargo del empresario Emil Molt: el de organizar y dirigir una escuela para los hijos de los trabajadores de su fábrica de cigarrillos en Stuttgart (Alemania). La tarea llegaba en un mundo convulso, marcado todavía por la Primera Guerra Mundial, y todos los cambios políticos y culturales que se sucedían a raíz de la misma.

En más de un siglo de historia, nos explica Lourdes Tormes, su pedagogía ha evolucionado, pero su esencia continúa intacta: lo que se busca es comprender qué es lo que necesita el niño y proporcionárselo según su edad. Respetando su desarrollo individual, y promoviendo una colaboración permanente entre la escuela y la familia.

Cada niño evoluciona a su propio ritmo, desarrollando su individualidad.

Lee también: Estos son los efectos (no deseados) que conlleva la sobreprotección de los hijos

Comprender cuáles son las capacidades y necesidades del niño

“Gastamos mucha energía en querer enseñarles cuando tienen esa fuerza de aprendizaje innata”, comenta Lourdes Tormes. “Llegan con muchísima curiosidad por la vida (porque no la conocen), tienen todos sus sentidos preparados para empezar a ver, a oír… y al mismo tiempo tienen esa capacidad de hacer las cosas con absoluta entrega hacia nosotros”, detalla. Con ello alude a su capacidad de imitación, dado que los niños imitan lo que hacen los adultos.

Para ella, cuando son tan pequeños, ponerles fichas y otros recursos de este estilo “son cosas ajenas a ellos, que se ‘han inventado’ sin saber si esto les viene bien o no”. Así que no hay que poner tanto esfuerzo en lo teórico, sino en lo práctico (su entorno).

Lee también: Así puedes preparar una sesión de juego heurístico en casa

Preparar un entorno rico

A estas edades, “no hace falta enseñarles cómo son los elefantes, lo primero que tienen que conocer es su entorno familiar y natural”, revela la maestra.

Preparar este entorno no es complicado. Más bien todo lo contrario. Todo lo que hay en casa (una fregona, un lavabo…) es algo que llamará la atención del niño, que lo descubrirá de primera mano. Lo importante es que él se sienta acogido en este ambiente, y tenga una experiencia activa.

Porque, recalca, lo que solemos hacer es “quitarles esa oportunidad de descubrir. Se lo masticamos todo antes, y el descubrimiento es el paso previo al conocimiento”. Ellos mismos tienen que entender (y vivir en primera persona) cómo ocurren las cosas para poder aprenderlo.

Crear un pequeño jardín en casa

“Todas las actividades que impliquen un cuidado (como, por ejemplo, el de la familia) suponen un modelo que va a sacar en su juego”, afirma Lourdes Tormes.

La capacidad de asombrarse despierta en ellos su interés por conocer. Así que crear vuestro propio jardín en casa puede resultar “fabuloso”. Sobre todo, hoy en día, puesto que “los niños, en general, no comprenden lo que es un proceso porque todo lo conseguimos de forma espontánea. Para obtener comida basta con ir al supermercado”.

Plantando algunas verduras y plantas, podrán comprobar ellos mismos cómo de unas pequeñas semillas van creciendo alimentos, frutas, flores, hojas… Así se darán cuenta de las cosas no surgen en un momento, “dándole a un botón”, hay un camino y un desarrollo.

Una muñeca muy sencilla

Tanto para los niños como para las niñas. En Waldorf, se recomiendan unas muy sencillas, que no lloran ni emiten sonidos… Están más cercanas a las tradicionales que eran de trapo. Éstas han sido creadas con un material blando, y no tienen gestos ni funciones.

De este modo, el niño, con su imaginación, podrá situar a la muñeca en todo tipo de situaciones. Recordemos que el pequeño va a imitar lo que ve, y lo hará a través del juego.

Lee también: Todo lo que los niños pueden aprender jugando

Un rincón con ‘cacharritos’

A los pequeños les encanta tener sus propios ‘cacharritos’, escobas… porque es lo que ven que se está haciendo en casa, y son oficios básicos.

Por este motivo, Lourdes Tormes nos invita a reservar un rincón del hogar en el que ellos tengan sus propios platos, cocinita, escoba... y también trapos que ellos mismos pueden lavar. “Será una fuente de inspiración constante para jugar”, recalca.

Lee también: Tareas en casa que pueden hacer los niños

Objetos que ellos puedan mover

El movimiento les atrae, por lo que es aconsejable incluir diferentes objetos que ellos mismos puedan desplazar, comprobar cómo se mueven, se caen… “Todo lo que sea poner en marcha su conocimiento a través de la experiencia, no de lo intelectual, desde la voluntad”, resume Lourdes Tormes.

Lee también: ¿Cómo debe ser el juguete ideal de un niño?

Dejar que se conviertan en pequeños pinches

Lejos de lo que solemos imaginar, los pequeños también pueden aportar mucho en la cocina. “Hay muchas cosas que pueden hacer, y además, lo hacen fenomenal”, destaca Lourdes. Entre estas pequeñas tareas que podemos encomendarles (siempre teniendo en cuenta su edad) está lavar la verdura, y cuando ya se manejen con cubiertos, utilizar un cuchillo suave para pelar algo.

Ya no sólo se trata de que cocinar en sí, sino que, en esta actividad, pondrán todos sus sentidos, que se irán despertando.

Esconder objetos (que no sean peligrosos para ellos) en cajas

Dado que tienen esa fuerza de aprendizaje y esa curiosidad innata, una actividad que les resulta muy entretenida es la de explorar qué se esconde dentro de las cajas.

Si preparamos una con objetos no muy pequeños (para evitar sustos innecesarios), pueden abrirlas e investigar con ellas.

Lee también: Actividades fáciles para que los niños se diviertan en casa

Todo sirve para jugar

“En realidad, no hay un material Waldorf para los niños”, advierte Lourdes en referencia a todos los juegos que, en muchas ocasiones, se publicitan como tal cuando no lo son.

“A los niños les da igual qué material sea porque una piedra puede convertirse en un perrito”, ejemplifica. A diferencia de los adultos, para ellos no hay distancia entre la realidad y la imaginación, y en un detalle que veríamos simple, en apariencia, ellos ven miles de posibilidades.

Lee también: Si tu hijo vive 'pegado a la pantalla', podría estar perdiendo creatividad

Al niño le toca explorar su mundo

En la actualidad, todo lo que recibe el niño es muy intelectual, según detalla la maestra. “Queremos que esté sentadito en una silla, mirando pantallas… y no es lo que le corresponde ni lo que se requiere a su edad, por lo que el niño, al tener esa educación tan intelectual, pierde el desarrollo de facultades como el razonamiento”, destaca. Unas capacidades en las que Waldorf pone énfasis.

Una pedagogía que tiene una base de voluntad, de interés en descubrir la vida, cuidar a los demás, el entorno… Sin habérselo enseñado como tal, y, como padres, acompañándoles para que lo descubran.

Lee también: ¿Qué significa la 'escucha activa' al hablar con los niños?