La petición podría parecer extravagante si se tratara de cualquier persona, pero en este caso era María quien lo pedía, por lo que la cosa no era tan extraña. Fue así que se concibió la creación de no uno, sino dos cocodrilos en oro amarillo con incrustaciones de diamantes y esmeraldas -respectivamente- y los brillantes ojos en rubíes. Con una ingeniería tan interesante como su diseño, estos cocodrilos se pueden utilizar tanto como un collar, al unirlos, como en broche al llevarlos por separado.