Ubicándonos en tiempo y espacio, para que reconozcas esta joya cuando estés observando la colección, se trata de un diseño en forma de flamingo. Con un tamaño notoriamente más grande de lo acostumbrado en los broches de día de la realeza -pero muy en línea con la extravagancia que prefería Wallis en sus accesorios-, esta pieza cuenta con un arcoíris de tonalidades a través de joyas preciosas como las esmeraldas, rubíes, zafiros y diamantes, todas ellas empotradas en platino, y es reconocido en varios de los retratos de Wallis.