Talina tiene presente que esos encuentros fueron memorables, atesorando algunas anécdotas que quiso compartir en la íntima plática, visiblemente conmovida al recordar cómo asumía el hecho de que El Pirru limitara su convivencia con los niños. “Mal (me sentía), quería ver a mis chiquitos. Al principio sí me dejó verlos, recuerdo irme a Cuernavaca y Paula, de tres años, se me acostó aquí en el jardín y lloramos juntas. Luego de repente ya no me dejó verlos, y luego de repente ahora sí los puedes ver…”. Tiempo después, y tras el matrimonio de El Pirru con Ana Bárbara, Talina solía viajar para encontrarse con Paula y Emilio, algo que resultaba un tanto complicado. “Lolita Ayala me prestaba una casita que tiene en Cancún y yo podía ir e invitar a mis nietos a que se quedaran un fin de semana conmigo a dormir en Cancún. Después ya no me dejó verlos y fue justo cuando me operaron de la cabeza, que me sentía… y con el calor… me iba yo caminando por la playa a la casa de Ana Bárbara…”