1. Adapta la frecuencia a tu condición física
Todos empezamos con mucha energía, con muchas ganas, e incluso intentamos hacer ejercicio a diario sin pararnos a pensar que esta decisión puede suponer un sobreesfuerzo que nos causa, como no podía ser de otra forma, molestias. Y, lo que es peor, podemos llegar a sentirnos frustrados y, al final, incluso abandonar por completo la actividad. Por eso, lo recomendable es adaptar la práctica deportiva teniendo en cuenta factores como la condición física previa, estado de salud actual, edad y objetivos a cumplir.
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