Tratamientos para el vértigo
En el caso de vértigo de origen periférico, se administrarían fármacos destinados a modificar la transmisión nerviosa del oído interno, como antihistamínicos H1, anticolinérgicos y antagonistas dopaminérgicos (como sulpirida). También pueden utilizarse diuréticos para disminuir la presión del líquido en oído interno o corticoides para reducir la inflamación.
Los antihistamínicos H1 (cinarizina, dimenhidrinato, flunarizina…) reducen la sintomatología tanto en cuadros de origen central como periférico. También en los casos de origen central se utilizarían vasodilatadores cerebrales, como dihidroergocristina.
En algunos pacientes pueden ser necesarios ansiolíticos (diazepam, lorazepam, alprazolam…) para reducir la ansiedad provocada por el ataque de vértigo. Cuando existen cuadros de migraña asociados, resultarían de utilidad antiinflamatorios no esteroideos o antimigrañosos.
Los fármacos de elección por la mayoría de los pacientes son los antihistamínicos por la rapidez de su efecto y por la menor incidencia de efectos secundarios.
En casos de contractura muscular a la altura cervical, que pudiera afectar al riego sanguíneo, sería eficaz el tratamiento fisioterapéutico. Para el vértigo posicional, suelen resultar útiles ciertas maniobras realizadas por el especialista basadas en movimientos bruscos de cabeza y cuello y cambios bruscos de postura (Maniobra de Epley y Maniobra de Semont).
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