Ejercicio 3: la alimentación
Nuestra dieta y nuestra forma de pensar son un reflejo directo de nuestro estado de ánimo. Si no nos sentimos serenos, equilibrados y satisfechos, nuestra forma de comer revelará nuestro desasosiego interior, como también lo hará nuestra forma de pensar. El alimento nos sustenta. Estimula el crecimiento y nos sostiene a lo largo del tiempo. Si tomamos decisiones imprudentes respecto a nuestra alimentación, porque mostramos un exceso de permisividad, un exceso de disciplina o inconsciencia e irresponsabilidad, todo eso está reflejando nuestro estado interior y nuestra situación espiritual. Por lo tanto, comprender mejor cómo nos sentimos por dentro nos permitirá mejorar nuestra relación con la comida.
Pero la idea va en los dos sentidos, como el huevo y la gallina. Nuestra forma de comer refleja nuestro estado de ánimo, pero nuestro estado de ánimo también refleja nuestra forma de comer. Ambos son causa y consecuencia. A veces, el hambre puede provocar sensaciones de agitación e irritabilidad, y a veces comer demasiado, o demasiado de lo que no debemos, puede hacer que tengamos ganas de vomitar, o que nos sintamos descontrolados o disgustados. La comida puede calmarnos o provocarnos ansiedad, según lo que comamos y cómo lo comamos. Es tanto el recurso al que acudir para resolver nuestros desequilibrios emocionales como la causa potencial de nuestro malestar interior.
La autora propone que hagamos un ejercicio de reflexión sobre nuestra relación con la dieta, con las decisiones que tomamos respecto a la alimentación. Para así buscar, poco a poco, ly con información sobre dieta saludable, nuestro propio camino hacia una alimentación más saludable.
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