¿Quieres saber si eres una persona flexible o inflexible? Responde a estas preguntas

Este test de personalidad te ayudará a averiguar cuáles son tus patrones de pensamiento, si sufres intolerancia al cambio y qué puedes hacer para convertirte en una persona más flexible

Por Nuria Safont

La personalidad inflexible es la que presentan personas que tienen un patrón de pensamiento rígido y resistente al cambio que les impide tener en cuenta o asumir otros modos de pensar o actuar diferentes al suyo. Se trata de personas que no toleran la ambigüedad y les cuesta abrir su mente a modos de ver la vida, ideas o formas de hacer diferentes a las suyas. Creen que su verdad es la única, o al menos la más valiosa, y se niegan a aceptar otros puntos de vista que discrepen de lo que siempre han dado por sentado. Son personas impermeables a cualquier cambio, sobre todo aquellos cambios que ponen en tela de juicio sus creencias y/o estereotipos. El equipo de Contenido Clínico de TherapyChat, liderado por Isabel Aranda, psicóloga sanitaria y Chief Content Officer de la compañía nos invita a averiguar si somos flexibles o inflexibles, a través de este test de personalidad y nos explican los rasgos y características de una personalidad inflexible así como qué hacer para ser más flexibles

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Test de personalidad flexible o inflexible 

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¿Cuáles son los rasgos comunes de una persona con personalidad inflexible?

Son personas que creen que solamente existe un modo correcto de hacer las cosas, consideran que su perspectiva es la “adecuada” y que el resto del mundo está equivocado. De ahí que, a menudo, tengan problemas para valorar otros puntos de vista y suelan rechazar todo lo que no conocen o no coincide con su manera de ver el mundo. De hecho, se caracterizan por su deseo de tener razón a toda costa y, cuando las pruebas y los argumentos les demuestran lo contrario, se atrincheran detrás de los insultos y menosprecios para no tener que dar su brazo a torcer.

No les gusta la novedad ni los cambios porque les saca de su zona de confort y esto les aterra. De hecho, su máxima favorita es “Más vale malo conocido que bueno por conocer”. De ahí que se acomoden en sus rutinas y modos de hacer, incluso aunque sean incorrectos, disfuncionales o insanos, porque temen deshacerse de sus estándares inflexibles. Por este mismo motivo, suelen aferrarse al pasado y a las cosas que ya conocen, negándose a avanzar y crecer como personas porque esto significaría abandonar sus patrones de pensamientos y comportamientos preconcebidos que les hacen sentir seguros y protegidos.

¿Cómo afecta la personalidad inflexible a la vida diaria de una persona?

Tener una personalidad inflexible no sólo puede limitar la visión del mundo de las personas, sino que puede influir de manera negativa en su vida cotidiana, sus relaciones sociales y su crecimiento personal. Como tienen dificultades para adaptarse a los cambios, suelen tener mayores problemas para acostumbrarse a una nueva rutina, asumir nuevos métodos de trabajo o reajustar sus planes sobre la marcha, una característica que también les impide afrontar y adaptarse a la adversidad y/o los obstáculos de la vida cotidiana.

También es habitual que tengan problemas con las relaciones interpersonales ya que, como les cuesta aceptar otros puntos de vista, les resulta muy difícil llegar a acuerdos comunes o asumir las ideas de otras personas de su entorno. Sin embargo, quizá una de las mayores consecuencias negativas de tener una personalidad inflexible esté relacionada con las limitaciones que la intolerancia al cambio y a otros puntos de vista puede tener en el desarrollo personal. Tener una mentalidad rígida no sólo limita la imaginación y la creatividad, sino que priva a las personas del aprendizaje, el crecimiento y la riqueza intelectual que encierran los cambios y los retos cotidianos.

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¿Cuáles son las posibles causas de la personalidad inflexible?

No existe una única causa que pueda explicar la personalidad inflexible. Por lo general, se trata de un fenómeno multifactorial que va tomando forma desde el nacimiento y que cobra fuerza con las experiencias que vive cada persona. En este sentido, la educación y la sociedad desempeñan un rol esencial, ya que se conoce que crecer en una familia o entorno muy estricto y estructurado, en el que existen creencias y estereotipos muy afianzados, puede aumentar el riesgo de que una persona se vuelva inflexible.

El hecho de no haber tenido oportunidades para desarrollar la creatividad, la imaginación o poner a prueba las habilidades durante la infancia y/o adolescencia también puede influir en el desarrollo de una mentalidad inflexible. De la misma manera, es un fenómeno habitual entre las personas inseguras y que tienen una baja autoestima. En estos casos, la rigidez mental se convierte en una especie de mecanismo de defensa con el que mantienen a raya el miedo y se protegen a sí mismas de la incertidumbre, las críticas y el miedo a lo desconocido.

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¿Cuáles son los trastornos de personalidad que pueden estar relacionados con la personalidad inflexible?

La rigidez mental puede presentarse como un rasgo psicológico único o relacionado con otros trastornos psicológicos. Por ejemplo, se conoce que es una característica habitual entre las personas que presentan un Trastorno de personalidad Obsesivo Compulsivo, quienes desarrollan una preocupación excesiva por el orden, el control y el perfeccionismo. También puede ser un rasgo común entre quienes padecen un Trastorno del Espectro Autista, como el Síndrome de Asperger.

¿Es posible tratar la personalidad inflexible?

Tratar la rigidez mental y aprender a ser más flexible es posible. Así lo reveló un estudio realizado en la Universidad de Binghamton en el que se encontró que, con el tratamiento psicoterapéutico adecuado, se pueden modificar los rasgos de personalidad inflexible y enseñar a la persona a adaptarse a los cambios y a abrirse a nuevas perspectivas y modos de ver la vida. Por supuesto, conlleva tiempo, esfuerzo y dedicación, a la vez que requiere que la persona se comprometa con el tratamiento y asuma una actitud más receptiva.

En estos casos, además de la psicoterapia, contar con el apoyo de la familia y/o personas cercanas es fundamental, ya que no sólo podrán apoyarla emocionalmente, sino que podrán formar parte del tratamiento, ayudando a la persona a percatarse de sus comportamientos o actitudes inflexibles y animándola a tomar cartas en el asunto.

¿Cuáles son las terapias más comunes para tratar la personalidad inflexible?

Al igual que con cualquier otro problema psicológico, no existe un único tratamiento correcto para tratar la personalidad inflexible. La elección de una u otra terapia dependerá de las características y circunstancias de cada paciente y las habilidades del terapeuta. Sin embargo, terapias como la cognitivo-conductual han demostrado ser muy efectivas en el tratamiento de la rigidez mental, ya que brindan a la persona recursos prácticos para modificar su comportamiento y cambiar sus actitudes inflexibles, así como herramientas para reestructurar su visión del mundo.

Otra alternativa que también suele ser muy efectiva es la terapia de aceptación y compromiso, la cual contribuye a que el paciente sea capaz de reconocer su inflexibilidad y se comprometa consigo mismo a asumir nuevos patrones de pensamiento que le ayuden a salir de su zona de confort y su rígida estructura mental. 

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Asimismo, algunos estudios han encontrado que la práctica del Mindfulness como parte de la psicoterapia puede contribuir a asumir una mentalidad más flexible y abierta.

¿Qué papel juega la terapia cognitivo-conductual en el tratamiento de la personalidad inflexible?

La terapia cognitivo-conductual suele ser uno de los tratamientos más efectivos para tratar la personalidad inflexible. A través de un análisis funcional, en la terapia cognitivo-conductual se identifican las actitudes, patrones de pensamiento y comportamientos inflexibles, así como sus consecuencias en la vida cotidiana para que la persona pueda comprender su impacto. Asimismo, ayuda a reconocer las situaciones o factores de riesgo que detonan sus conductas y actitudes rígidas, el primer paso para que, más adelante, sea capaz de afrontarlas.

De manera similar, el uso de esta terapia en el tratamiento de la rigidez mental le facilita a la persona estrategias más adaptativas dirigidas a facilitar su comprensión de puntos de vista diversos, su adaptación a los cambios del entorno y la reducción del miedo que le impide afrontar nuevos retos y experiencias. Además, entrena y potencia sus habilidades para adoptar una actitud más abierta ante la vida y evitar reincidencias.

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¿Cuáles son las técnicas de terapia cognitivo-conductual que se utilizan para tratar la personalidad inflexible?

La elección de las técnicas cognitivo-conductuales para tratar la rigidez mental dependerá de las características de cada caso y de la experiencia y valoración del terapeuta. Una de las más utilizadas es la reestructuración cognitiva, una técnica con la que se pretende modificar los patrones rígidos de pensamiento por un esquema más abierto y flexible que le permita a la persona desprenderse de sus ideas rígidas y limitantes para adoptar otras más adaptativas.

En este marco, otro recurso muy efectivo es la técnica de la flecha ascendente, que se utiliza para identificar los patrones de pensamiento inflexibles y su influencia en la vida de la persona con el objetivo de, más adelante, encontrar alternativas cognitivas más adaptativas y funcionales que le permitan aceptar y asumir los cambios y los puntos de vista diversos desde una perspectiva de crecimiento. Asimismo, en algunos casos pueden ser útiles técnicas puntuales como las técnicas de modelado o las técnicas de autocontrol.

 

¿Cómo puede una persona con personalidad inflexible aprender a ser más flexible?

El primer paso para comenzar a desarrollar una mentalidad más abierta y flexible consiste en reconocer el patrón rígido de pensamiento y sus consecuencias para la vida cotidiana y el crecimiento personal. Sin embargo, también es importante hacer un análisis para reflexionar y comprender por qué se tiene ese esquema mental, cuáles son los miedos que se encuentran en la base y/o los comportamientos aprendidos que han propiciado esa mentalidad inflexible.

A partir de ese momento, la persona estará preparada para comenzar a cuestionarse todas las cosas que da por sentadas y poner en tela de juicio sus “verdades”. Para que esto funcione, es importante desprenderse de la idea de que existe una verdad absoluta y, en su lugar, comprender que la verdad está mediatizada por la visión que se tenga de la vida. Esto no solamente le hará replantearse muchas de sus creencias y estereotipos, sino que le permitirá mantener una actitud más abierta ante las ideas y modos de ver el mundo de las otras personas. 

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¿Qué papel juega la autocrítica en el tratamiento de la personalidad inflexible?

A menudo solemos relacionar la autocrítica con los juicios negativos sobre nosotros mismos, pero lo cierto es que también existe una autocrítica constructiva que nos permite reconocer nuestros errores, reflexionar sobre las cosas que no estamos haciendo bien o podríamos hacer mejor y ayudarnos a crecer como personas. Y esa autocrítica es fundamental en el tratamiento de la rigidez mental, ya que no sólo permitirá poner en tela de juicio las creencias y estereotipos, así como muchas de las verdades que se dan por sentadas, sino que contribuirá a valorar los patrones de pensamiento y la manera de comprender el mundo.

En este sentido, la autocrítica constructiva puede convertirse en una herramienta muy útil no sólo para identificar el problema, desde los patrones de pensamiento rígidos hasta el miedo a la incertidumbre o a los cambios, sino que además fomentará el análisis de muchos de los pensamientos arraigados, y a menudo equivocados, que impiden aceptar otros puntos de vista como parte del crecimiento personal.

¿Qué estrategias puede utilizar una persona con personalidad inflexible para mejorar su flexibilidad y adaptabilidad?

  1. Céntrate en las emociones que te generan las ideas o modos de pensar diferentes. De esta manera, podrás percatarte de si las ideas diferentes te hacen sentir incómodo, te molestan o enfadan. Si es el caso, pregúntate por qué te generan esa reacción, por qué te sientes atacado y a qué tienes miedo en realidad. Así descubrirás las causas de tu inflexibilidad, el primer paso para tomar cartas en el asunto.
  2. Desarrolla la empatía con las personas de tu entorno. Es probable que, a veces, no estés de acuerdo con las formas de pensar o comportarse de otras personas. Sin embargo, en lugar de mostrarte inflexible con ellas y cerrarte a encontrar un punto en común, intenta ponerte en su lugar para comprender por qué piensan o actúan así. De esta manera, te estarás abriendo a valorar otros puntos de vista.
  3. Valora diferentes opciones. Cuando estés ante un problema o un conflicto, evita quedarte con la primera solución que te venga a la mente o recurrir a tu estrategia resolutiva por defecto. En su lugar, valora otras opciones, analiza sus pros y contras y analiza si alguna de ellas puede ser más efectiva que la que estás acostumbrado a utilizar.
  4. Motívate a salir de tu zona de confort. Si siempre haces lo mismo, siempre obtendrás los mismos resultados. Por tanto, si quieres convertirte en una persona más flexible y adaptable, empieza por salir de tu zona de confort, atreviéndote a cambiar una rutina, implementando algún cambio en tu día a día o aceptando un nuevo reto.  
  5. Acepta los errores como experiencias de aprendizaje. Para desarrollar la flexibilidad mental es importante aprender a perderle el miedo a los errores y comenzar a verlos como nuevas oportunidades de crecimiento y aprendizaje. De esta manera, comenzarás a deshacerte de tus viejos modelos mentales, abriendo la puerta a nuevas formas de ver y comprender el mundo.