¿Cuáles son los diferentes tipos de ácidos grasos Omega y dónde se pueden encontrar?

Desempeñan funciones muy importantes que repercuten en la salud y la vitalidad de nuestro organismo

Por Pilar Hernán

Seguro que has oído hablar en alguna ocasión de los ácidos grasos Omega, pero tal vez no tienes claro cuáles son, cómo pueden ayudar a tu salud y dónde puedes encontrarlos. “Los Omega son los denominamos ácidos grasos esenciales o AGEs. Son grasas poliinsaturadas que desempeñan funciones muy importantes que repercuten en la salud y la vitalidad de nuestro organismo. Son esenciales o indispensables para mantener la buena salud del organismo, y nuestro cuerpo no los puede sintetizar. Aunque hay bastantes, los más conocidos son los Omega 3, 6, 7 y 9”, nos cuenta la farmacéutica Meritxell Martí, que nos explica que lo adecuado es que haya un equilibrio entre todos los Omegas. Es por ello que hay que balancear todos, teniendo en cuenta por ejemplo que la dieta es habitualmente más rica en Omega 6 y en los países mediterráneos también en Omega 9.

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Omega 3

Los expertos de Juice Plus+ comentan que es esencial para nuestro organismo, ya que no somos capaces de sintetizarlo, por lo que debemos obtenerlos a través de una dieta en la que abunden los ácidos grasos EPA y DHA y el ácido alfa-linolénico (ALA), presentes en pescados, verduras de hoja verde como lechugas y espinacas, semillas y frutos secos. Otro alimento rico en Omega 3 son las algas. Tal y como confirma la farmacéutica de Farmacia Meritxell, “la mejor fuente de ácidos grasos Omega 3, EPA y DHA, se encuentra en las especies de pescado de agua fría tales como las sardinas, las anchoas, el salmón y arenque”.

Omega 5

Conocido también como ácido punícico, se encuentra en las semillas de granada y en las de calabaza de serpiente. En cuanto a sus beneficios, destaca por sus propiedades antioxidantes que previenen el envejecimiento prematuro de los órganos. Además, ayudan en el tratamiento de enfermedades cardiovasculares.

Omega 6

Perteneciente al grupo de ácidos poliinsaturados, el Omega 6 se encuentra en alimentos como los aceites vegetales, la quinoa, los cereales integrales y los huevos, por lo que son los más fáciles de obtener en la dieta. De este grupo cabe señalar el ácido graso gamma-linolénico, capaz de reducir la inflamación.

“Los ácidos grasos Omega 6, concretamente el ácido gamalinoleico o GLA (según sus siglas en inglés) se encuentra también en los aceites de borraja y prímula”, añade Meritxell Martí.

Omega 7

En opinión de Meritxell Martí, quizás es menos conocido aunque cada vez más usado. El Omega 7 es un ácido graso monoinsaturado, de hecho, es el ácido palmitoléico. Nos cuenta que el Omega 7 es en cierto modo una forma sana de grasa-trans. Las grasas trans son negativas para el organismo ya que provoca un aumento de la inflamación celular e involucrar la resistencia arterial. Sin embargo, al contrario de este tipo de grasas, el Omega 7 tiene efecto beneficioso. Su función más importante es que ayuda a mejorar la comunicación entre la grasa y el tejido muscular del organismo.

El consumo de este tipo de Omega puede ayudar a nuestra salud mediante la hidratación de las mucosas, y también puede regenerar la piel y favorecer el aumento de los niveles colesterol bueno. Los aguacates, los huevos (sobre todo la yema), los lácteos, las nueces de macadamia y pescados como las anchoas, son alimentos donde podemos encontrarlo, así como en el espino amarillo.

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Omega 9

El aceite de oliva, los frutos secos y el aguacate son los alimentos ricos en este ácido graso monoinsaturado. Este Omega ayuda a reducir los niveles de colesterol malo, a combatir el estreñimiento y las enfermedades neurodegenerativas, a la vez que calma los niveles de estrés y ansiedad. Este tipo de Omega funciona también como antiinflamatorio al combinarse equilibradamente con los Omega 3 y 6.

“Los ácidos grasos Omega 9 o ácidos grasos monoinsaturados pueden contribuir a disminuir el riesgo de enfermedades cardiovasculares y accidentes cerebrovasculares. Se ha comprobado que aumentan el nivel de colesterol HDL ("bueno") y disminuyen el nivel de colesterol LDL ("malo"). Por lo tanto, facilitan la eliminación de la acumulación de placas en las paredes arteriales, que pueden ser la causa de un ataque cardíaco o accidente cardiovascular”, concluye Meritxell Martí.