Claves para superar una entrevista de trabajo por teléfono

Cada vez son más habituales la entrevistas laborales por teléfono, como método de criba. Sin embargo, son situaciones complejas que requieren buena escucha, calma y mantener las ideas muy claras.

Por Cristina Soria

Uno de los retos con más intensidad cuando somos adultos consiste en afrontar las entrevistas de trabajo, porque son situaciones en las que se decide nuestro futuro más inmediato y sabemos que al finalizar vamos a recordar cada error que cometamos, y a lamentar no haber sabido reaccionar de otra forma.

Además, cada vez están más de moda las entrevistas telefónicas. Rara vez se trata de la reunión definitiva, sino de un primer acercamiento a tu candidatura para poder acceder a la siguiente fase. Aun así, son de entrevistas igual de formales que una presencial, y donde la conversación avanza de forma similar a si estuvieras realizándola en un despacho.

El teléfono es un arma de doble filo

Lo más positivo de la entrevista telefónica es que no debes preocuparte por tu imagen: no tienes que pensar qué ropa llevar, ni tener el pelo a punto, ni preocuparte por ese grano que te salió hoy y que todo el mundo te recuerda. 

Sin embargo, hay a quien le pone aún más nervioso que la cita se mantenga telefónicamente en vez de presencial, pues en una situación así carecemos de los recursos del lenguaje no verbal, y todo se centra en la palabra. No podemos asentir y mostrar nuestra mirada, ni sonreir y que se nos aprecie atentos ante las explicaciones. Y de la misma manera, este es un camino de comunicación de ida y vuelta... y telefónicamente las señales visuales desaparecen.

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Aprovecha todo lo positivo del teléfono

Aunque el teléfono nos deja ciegos a nuestro interlocutor, esta forma de comunicación nos da vía libre para utilizar muchas herramientas que nos ayudarán a salir de manera victoriosa de esta entrevista.

Busca un lugar adecuado, pues es indispensable que cuentes con la concentración y el silencio suficientes para que la reunión no se vea interferida y tú puedas centrarte en la conversación. Piensa en un lugar donde sientas una especial serenidad. Seguro que logras identificar entornos segurizantes que te aportan un plus de fortaleza; aprovecha que puedes elegir cualquier sitio que desees y ponlo de tu parte.

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Ten en cuenta la cobertura del lugar donde estarás, porque no hay nada más incómodo que estar escuchando información relevante sobre tu trabajo y que la señal no sea nítida. En ese caso, podrías estar dando palos de ciego e incluso acabar respondiendo a una pregunta que no te han formulado.

Como nadie te ve, puedes utilizar papel y bolígrafo para apuntar todo lo que te dicen. Aprovéchalo y ve tomando notas según te explican cuestiones importantes, así antes de responder a las preguntas tendrás una batería de ideas útiles relacionadas con lo que se te está preguntando. 

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Sonríe, porque puede que creas que no es necesario, pero la sonrisa sí se transmite por el teléfono. Lo cierto es que cuando sonreímos vocalizamos de un forma diferente, y eso hace que quien nos escucha tenga la percepción de nuestro estado de ánimo. Digamos que, de alguna forma, la sonrisa impregna la conversación y genera una percepción amistosa y positiva. Justo lo que necesitas para generar buen tono en tu entrevista. No lo olvides, en algunas cuestiones que no se te vea no significa que no se te perciba.

Trata de ser concreta en tus explicaciones y no te vayas por las ramas. Eso alargaría la reunión innecesariamente y podría incluso convertirse en una trampa que te pones a ti misma, diciendo cosas que tal vez no son exactas, que no interesan o que exponen algo que no te beneficia aunque tú creas que sí. Responde ciñéndote a las preguntas, pero no sobrepases el tema que se trata; no te arriesgues en esta entrevista, tal vez en la presencial puedas hacerlo porque en ese caso podrás apreciar en la mirada de tu interlocutor si lo que dices es válido o no interesa, y así podrás decidir si cortar o seguir tu explicación.

De la misma forma, es importante no hablar en exceso y saber guardar silencio cuando nos están explicando cualquier cuestión. Las personas que saben escuchar generan un ritmo adecuado de conversación y eso hace que las charlas, y más si son telefónicas, sean más agradables y coherentes. Escucha, empápate de lo que te explican, y habla cuando se te pregunte. Es fácil, pero contravenir esta regla es más común de lo que creemos, y los auto-reproches posteriores suelen venir de esta situación.

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