¿Suponen un riesgo para la salud los 'tickets' de compra?

Contienen bisfenol A, una sustancia que puede ser tóxica y aumentar el riesgo de infertilidad, diabetes tipo 2 o, incluso, cáncer. Pero, ¿debemos alarmarnos? Lo preguntamos a los expertos

Por Nuria Safont

Entre los diversos productos que pueden suponer un riesgo para la salud seguro que nunca pensaríamos en este: los 'tickets' de compra. Para la mayoría de nosotros, son inofensivos. Sin embargo, una nueva investigación advierte de su peligro y ofrece consejos para una correcta manipulación para evitar daños. Sin embargo, los expertos también aconsejan no alarmarnos, pero sí reducir la exposición a sustancias que puedan suponer un problema. Te lo contamos.

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Disruptores endocrinos

Mucho se está hablando, en los últimos años, de los disruptores endocrinos, sustancias tóxicas, que se encuentran en algunos productos de uso cotidiano, y que pueden afectar a la salud. De hecho, este tipo de sustancias se han relacionado con un mayor riesgo de infertilidad, diabetes tipo 2 e, incluso, cáncer.

El bisfenol A (BPA) es uno de los disruptores endocrinos más conocidos. Se utiliza para la fabricación de productos y recipientes de plástico como juguetes, botellas de agua, biberones, así como para pinturas, algunos fungicidas, tintes o pirorretardantes. Esta sustancia se comporta de forma similar a la hormona estrógeno cuando se libera en el organismo y, por eso, se le considera como un disruptor , porque perturba o altera el correcto funcionamiento de nuestras hormonas y sistema endocrino.  

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Recibos de compra con bisfenol

Ahora, un estudio internacional, liderado por expertos de la Universidad de Granada (UGR), confirma algo que, aunque ya sabía la comunidad científica, quizá no es tan popular entre el resto de la población: el 90% de los 'tickets' de compra que se usan en nuestro país también contienen bisfenol A.

“Podemos reconocer este tipo de papel porque, si acercamos una fuente de calor, por ejemplo, una cerilla, se ennegrece de forma instantánea”, explica el catedrático de Medicina de la UGR Nicolás Olea que, junto con José Manuel Molina, del Instituto de Bioinvestigación de Granada, son autores principales del trabajo.  “Para el usuario son también fáciles de identificar, ya que se trata de esos recibos que pierden lo impreso con el tiempo y cuando vas a devolver los pantalones que te compraste, el dependiente te dice que no se ve nada”, añade Olea. “Muchas veces lo único que encuentras es un fino polvo blanco que se desprende al sacarlos de la cartera o del monedero. El BPA es, precisamente, ese polvo blanco que te mancha los dedos”.

“Efectivamente, ya sabíamos que los recibos lo contienen”, confirma a ¡HOLA! Miquel Porta, catedrático de salud pública de la Universidad Autónoma de Barcelona y autor de 'Vive más y mejor reduciendo contaminantes ambientales' (ed. grijalbo), y añade que este estudio “tiene un excelente nivel científico y nos ayuda a mejorar nuestros conocimientos y nuestras prácticas”.

De hecho, los expertos han elaborado una serie de pautas para evitar la toxicidad. Por ejemplo, “no debemos mezclar los 'tickets' con la comida en la cocina al desempaquetar la compra, el pescado o la carne. Tampoco debemos jugar con ellos, ni arrugarlos para tirarlos, escribir notas o guardarlos en el coche, el monedero o el bolso”, indica Olea. “Debemos, en definitiva, manipular lo mínimo posible este tipo de 'tickets'”.  

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Reducir la exposición, sin alarmarse

Los expertos también llaman a la calma. “Ya se sabe que el bisfenol no es ‘agua bendita’, es decir, inocuo”, recuerda el doctor Miquel Porta, pero también señala que hay que investigar más para saber cuál es el riesgo al que nos exponemos al tocar estos recibos. “No se enfrenta al mismo una vendedora que expende decenas de recibos cada día que un ciudadano que sólo los toca algunas veces a la semana”, aclara.  

El experto también explica que el BPA no es bioacumulativo (acumulación de sustancias tóxicas en el organismo) ni persistente (se degradan con dificultad en el medio), pero que se detecta en el organismo de la inmensa mayoría de la población, ya que estamos constantemente expuestos a él. “Esta exposición constante a lo largo de los años debe llevarnos a tomar medidas, con tranquilidad”, matiza. Pero insiste en que hay que tratar de reducir la exposición para que sea la mínima posible, puesto que “no hacerlo aumenta nuestras posibilidades de trastornos importantes como la diabetes tipo 2 o la infertilidad”. Además, es fáctible disminuir esta exposición. ¿Cómo hacerlo entonces?

Reducir la exposición al BPA

Podemos realizar pequeños cambios y modificar determinados hábitos para reducir, poco a poco, el contacto con esta sustancia. Por ejemplo: 

Tupper de vidrio. Los recipientes de plástico para almacenar la comida también pueden contener BPA. Para evitarlo, comprueba que cuentan con el símbolo de reciclado 2,4, 5 y 6, ya que los números 3 y 7 son los más propensos a contener BPA, pese a que la industria se ha comprometido a reducir la fabricación con este polímero. En cualquier caso, una alternativa más saludable es el vidrio o la cerámica.

Botella de cristal. No reutilices los botellines de agua y opta por beber en vasos, tazas o botellas de cristal.  

Consume alimentos frescos. Optar por productos frescos, que no vengan en envases de plásticos ni envueltos en papel film es otra buena manera de reducir la exposición al bisfenol A.

Juguetes de madera. El bisfenol A se encuentra en muchos plásticos, incluso en los que se utilizan para la fabricación de juguetes. Podemos buscar alternativas más seguras como la madera o identificar aquellos que son libres de BPA.

Bolsas de tela. Acostúmbrate a utilizar bolsas de tela cuando vayas a la compra para sustituir a las de plástico. Además de contribuir a cuidar del medio ambiente, reducirás la exposición al bisfenol A.  

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