Estos son los rasgos que definen a una persona narcisista

Los narcisistas resultan tóxicos para los demás y para ellos mismos, pues es muy difícil comunicarse con ellos de igual a igual, y ante cualquier problema tiran balones fuera y creen que el problema está en los demás. De esta manera, nunca aprenden de sus errores.

Por Cristina Soria

Cómo nos relacionamos con los demás marca y define nuestra personalidad porque es común que busquemos referentes con los que medirnos. Considerarnos mejores o peores que los demás es parte de participar de la sociedad y de la búsqueda continua de nuestra mente por entender qué posición ocupamos, qué podemos mejorar y de qué cuestiones podemos sentirnos orgullosos.

Aquellos que clínicamente son definidos como narcisistas, carecen del “radar” que les hace sopesar cómo utilizar esa escala en la que medirse. Ellos son lo primero, por derecho propio, porque en todo aciertan de pleno y creen que su valía salta a la vista. 

Entonces ¿qué diferencia a un narcisista de alguien extremadamente positivo? Ambos se engañan de forma involuntaria porque ambos comenten inexactitudes al percibir la realidad, pero el narcisista carece de inteligencia emocional y empatía, y esto hace que su forma de demostrar su valor sea agresiva, insolidaria y puramente egoísta.

Tríada oscura de la personalidad: narcisista, psicópata y maquiavélico

VER GALERÍA

Además, el narcisista ve todas estas cualidades positivas solo en él, y no en los demás. De hecho, cuanto más las aprecia en sí mismo, menos abierto está en apreciarlas en los demás a menos que, de rebote, esta apreciación pueda tener un efecto comparativo positivo para él mismo. Por tanto, no solo son egocéntricos, sino que practican un egoísmo egocéntrico voraz. 

Leer: Si tu relación de pareja está en crisis, estos pasos podrían ayudarte

Desprecian tu opinión, pero es criptonita para ellos

El desprecio por lo que opinan los demás es una tónica entre los narcisistas, porque no encuentran que nadie esté a su altura. De esta manera comunicarse con ellos suele ser una tarea compleja, en este afán por llevar la razón ante cualquier cuestión y hacer oídos sordos a los puntos de vista contrarios. Se convierten en personas tóxicas que tergiversan los datos objetivos puestos sobre la mesa para darles la vuelta si hace falta y siempre conseguir que les favorezcan.

 Esta es una moneda de dos caras. Por un lado desprecian el punto de vista de los demás, sus opiniones y sus referencias éticas o estéticas, pero a la vez se nutren de sentirse apreciados y convencer a los demás de que son como ellos se ven (perfectos) es el objetivo número uno de su comportamiento egocéntrico.

Las situaciones que se viven con los narcisistas cuando dialogan con amigos acaban culminando en una falta de comunicación producida por querer ser siempre el centro de atención, y desviar las conversaciones para el lucimiento propio. Esto hace que los amigos no logren extender mucho tiempo su fidelidad, y que una vez evaporado el destello inicial de conocer a alguien que realmente parece muy notable, cuando los demás descubren que todas las conversaciones colisionan con un monotema egocéntrico, las amistades se desvanezcan y el narcisista necesite a nuevos amigos que constanten lo valioso que es.

Un problema emocional que crece debajo de la fortaleza

Para el narcisista aquellos que tienen éxito es porque se lo merecen, y los que no porque se lo han buscado (por vagos, por tontos, por estar mal conectados…). Por eso, cuando alguien pide ayuda a un narcisista, probablemente su incapacidad para empatizar le haga sentir rechazo y decline ayudar. No hay grises ni términos medios que valgan para el narcisista: si te va mal, es tu culpa, y en su mente nada malo puede ocurrirle a él.

Leer: Autoestima vs. egoestima: ¿en qué se diferencian?

Sin embargo, los fracasos nos llegan a todos, fortuitos o merecidos da igual. En función de lo depurada y educada que tengamos la inteligencia emocional y nuestros resortes sociales, así podremos salir adelante. El caso de los narcisistas estos resortes son un desastre, porque, no se permiten ni tan siquiera reconocer que pueden ser vulnerables, que han obrado erróneamente o que no merezcan siempre lo mejor. Esto conduce a que los fracasos sean asumidos sin aprender nada de ellos y amontonando y atropellando sentimientos en lo más oscuro de su mente.

La salud emocional es un puzle que se construye con orden y luz. Cuanto más conscientes seamos de nuestras decisiones, errores y sentimientos, mejor podremos asumir los problemas y los reveses de la vida. Esta cuestión está viciada en el caso de los narcisistas, que no solo no interpretan lo que les acontece de forma equilibrada, sino que al chocar contra la realidad, su frustración les empuja a reafirmarse en sus tesis, y así la pescadilla se muerde la cola.

Adictos a sus decisiones

El narcisista se tiene por perfeccionista y se jacta de no poder delegar sus decisiones porque como él no hay otro. Pero llevar un control de todo lo que les rodea es la forma de asegurarse manipular la realidad. No es perfeccionismo, sino reinterpretación y manipulación de lo que le rodea, con el fin de que lleve su impronta.

Aquellas cuestiones sobre las que no puedan tener un control directo y férreo serán despreciadas por los narcisistas, y huirán de ellas por no ser lo suficientemente interesantes para que ellos les presente atención. Pero esta situación es justamente la contraria, se sienten vulnerables y temerosos ante lo desconocido, y antes que arriesgarse a diluirse y a perder el control, prefieren criticar y poner en duda las oportunidades de cambio.

Leer: ¿Somos generosos por naturaleza?