Señales que te alertan de que es menopausia (aunque tengas 40)

Los síntomas físicos de la menopausia varían de una mujer a otra, así como la edad de aparición, que aunque suele ser en torno a los 50, puede adelantarse. Te explicamos cuáles son las señales para saber si lo que te ocurre es el fin de la etapa fértil.

Por Nuria Safont

Los síntomas físicos de la menopausia no siempre son percibidos por todas las mujeres. Sobre todo, si estos se presentan de forma precoz, cuando apenas se tienen 40 años. Esto fue, al menos, lo que le ocurrió a Carla Romagosa, autora del libro 'Mi amiga Meno y yo', (ed. Navona), un manual en el que relata su experiencia como mujer menopáusica y en el que ofrece consejos para afrontar con humor una etapa crucial en la vida de todas las mujeres. Y es que, tal como describe la autora, cuando supo que "ya estaba en ese momento" tuvo que tomar una decisión: hacerse amiga ya que sabía que "ya nada iba a ser igual y que no sería nada sano guardarle rencor a la pobre prematura". Así que decidió cogerse de su mano y disfrutar al máximo de esta época, sin lamentaciones. Aunque, confiesa, la menopausia también le ha "hecho llorar mucho y ha hecho que se sintiera en una montaña rusa emocional de ciclo premenstrual perpétuo". 

Síntomas físicos de la menopausia 

La menopausia es un proceso natural en la vida de la mujer. Ocurre debido a una caída brusca de los estrógenos –las hormonas femeninas- a causa del cese permanente de la actividad folicular ovárica (han de pasar 12 meses sin menstruaciones para que se considere menopausia). El periodo previo se denomina perimenopausia. Es durante este tiempo cuando comienzan los cambios biológicos, endocrinos y clínicos de transición a la menopausia, es decir, al fin de la vida fértil. Este periodo, que se conoce como climaterio, puede durar años. 

Lo sofocos son los síntomas físicos más temidos por muchas mujeres. Se trata de una sensación de calor que surge en el pecho y se irradia hacia el cuello y cara, y que puede acompañarse de intensa sudoración. Normalmente duran unos minutos, aunque pueden ser más prolongados. Durante la noche, aparecen como intensos episodios de sudoración que llegan a interrumpir el sueño y causar insomnio. A ellos también puede asociarse fatiga y dificultad en la concentración. La cafeína, el alcohol, el tabaco y las comidas picantes o muy especiadas pueden acentuarlos.

Otras señales son: 

  • Dolor de cabeza. También es frecuente que aparezcan o aumenten las jaquecas y migrañas. Suele deberse a las fluctuaciones hormonales. Los expertos aconsejan llevar un control de cuándo se manifiestan para poder prevenirlas.
  • Cambios vaginales. Debido a la caída de los estrógenos, hay mayor sequedad y menor lubricación. Esto hace que las relaciones sexuales se vuelvan más dolorosas. Existen cremas y suplementos de estrógenos que pueden ayudarte. 
  • Dolor de huesos. La pérdida de estrógenos acelera la aparición molestias óseas y articulares. En esta patología, el cartílago se desgasta y ocasiona el roce entre hueso y hueso lo que ocasiona mucho dolor. Si no se pone remedio, el hueso se lesiona y la paciente acabará necesitando una prótesis
  • Pérdida de concentración y de memoria. La fluctuación hormonal también puede ser la responsable, así como la dificultad para dormir o los cambios vitales que se producen en esta etapa. Sin embargo, es aconsejable consultarlo con el médico.

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Menopausia precoz 

Algunos de estos síntomas pueden sufrirlos mujeres de 40 años, incluso más jóvenes, y no los relacionan con la menopausia hasta que su ginecólogo, en una revisión, sospecha que es la causa de la baja reserva ovárica, de los síntomas de irritabilidad y altibajos emocionales o del cese de la menstruación.Tal como le ocurrió a la autora del libro 'Mi amiga Meno y yo'. Pero ¿es normal tenerla a tan temprana edad? No es lo habitual pero puede ocurrir.

La causa exacta se desconoce pero se sospecha que está relacionada con alteraciones genéticas y hereditarias, cromosómicas (síndrome de Turner), infecciosas (por ejemplo, la varicela o el paludismo) o autoinmunes (como la artritis reumatoide). Asimismo, según recuerdan los expertos de las clínicas AVA, “el climaterio puede adelantarse por tabaquismo, contacto continuado con químicos, extrema delgadez o estrés”. Algunos tratamientos como la radioterapia, quimioterapia o tratamientos hormonales también propician la menopausia precoz.

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La dieta en la menopausia

Cuidarse en la menopausia es esencial y, sobre todo, si esta es precoz. Y esto pasa por cuidar al máximo lo que se come y el ejercicio físico que se realiza. Debido a la fluctuación hormonal, el descenso de estrógenos y los cambios metabólicos, durante esta etapa la mayoría de las mujeres tienden a ganar grasa corporal. “Se estima que la mujer gana de media en torno a los 5 kilos durante la menopausia”, señala la doctora Milagros Martínez, del Hospital Universitari General de Catalunya. Esta grasa tiende a distribuirse en el abodomen. Ello propicia la aparición del síndrome metabólico, en el que hay mayor riesgo de hipertensión, diabetes tipo 2 y de problemas de corazón.

Por ello, es fundamental revisar la dieta global y asegurarse de que sea equilibrada y abundante en frutas, verduras, cereales integrales, legumbres y pescado. Se sigue recomendando realizar varias ingestas al día, por ejemplo, cinco, así como cenar ligero y nunca justo antes de ir a dormir. Estos son los nutrientes básicos durante esta etapa: 

  • Calcio. Es necesario ingerir 1.000 mg de calcio al día mediante el consumo de productos lácteos. Ayuda a prevenir el riesgo de osteoporosis, que aumenta con la caída brusca de los estrógenos que ocurre en la menopausia. 
  • Vitamina D. Importante para fijar el calcio en los huesos. Aunque su déficit también se ha relacionado con otras enfermedades como el cáncer de mama. La fuente fundamental es el sol. Pero el salmón, el atún en conserva, el huevo y algunos alimentos fortificados la contienen. 
  • Vitamina B6. Puede ayudar a aliviar la hinchazón que se produce durante esta época así como las fluctuaciones del estado de ánimo. La encuentras en la carne, como la de ave, los frutos secos y verduras de hoja verde. 
  • Vitamina E. Tómalo en semillas como las de calabaza o las de girasol. Es importante para reducir el daño de los radicales libres. También puede ayudar a aliviar los sofocos. 
  • Vitamina C. Aporta un plus de antioxidantes. Hay muchos alimentos que la contienen, además de los cítricos. Por ejemplo, el perejil, el brócoli, pimiento, tomates...
  • Fibra. Mejora el tránsito intestinal y combate el estreñimiento, que pueden darse en la menopausia. La obtienes en numerosos alimentos: alimentos integrales, frutas, verduras, legumbres…
  • Omega 3. Previenen problemas cardiovasculares, regulan el estado de ánimo y pueden reducir la aparición de sofocos. Los encontrarás en el pescado azul y en los frutos secos como las nueces.
  • Soja. La soja es una planta rica en isoflavonas, unas sustancias que poseen una estructura química que les permite actuar en los mismos lugares que los estrógenos, las hormonas femeninas y contribuir al balance hormonal previniendo la osteoporosis o, incluso, el cáncer de mama. En cualquier caso, consulta con tu médico sobre tu necesidad particular de consumir soja o si puede ser perjudicial. Si se ha sufrido un cáncer hormonodependiente, como el de mama, antes de la menopausia, puede contraindicar el consumo de esta legumbre. 

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Irritación e insomnio 

Otros de los síntomas típicos son la irritabilidad en la menopausia y la sensación de vulnerabilidad, fragilidad e inestabilidad emocional. Una vez más, podemos culpar a la caída en picado de los estrógenos como responsables de esta montaña rusa de sentimientos y sensaciones. Estas hormonas influyen en el correcto funcionamiento del sistema nervioso central. Por tanto, su descenso provoca alteraciones en este. 

Por otro lado, no hay que olvidar que la menopausia, en el caso de producirse alrededor de la quinta década de la vida, puede coincidir con otras circunstancias que pueden alterar el estado de ánimo como, por ejemplo, la partida de los hijos, la pérdida o cuidado de los padres o la sensación de soledad. Todo ello puede aumentar el riesgo, no solo de sufrir una mayor irritabilidad y problemas para dormir, sino también de depresión. 

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En este caso, es importante recordar que es el médico el que debe recomendar el tratamiento más adecuado para cada mujer. Si hay depresión, es posible que se prescriban antidepresivos y terapia. Si solo aparecen cambios de humor y problemas para dormir, la terapia hormonal sustitutiva, siempre que no esté contraindicada, puede mejorar estos síntomas. 

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